Greta Lee, Jared Leto y Arturo Castro, en el filme

Greta Lee, Jared Leto y Arturo Castro, en el filme

Cine

'Tron: Ares', un descerebrado y frenético filme de acción al ritmo macarra de Nine Inch Nails

La saga abandona tanto la nostalgia como cualquier pretensión de dar profundidad a los temas clásicos de la ciencia ficción que aborda con un 'blockbuster' con un toque macarra y mucho ritmo.

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Sorprende el empeño de Disney en continuar exprimiendo la saga Tron a pesar de que realmente nunca ha sido un éxito de taquilla.

La entrega original, dirigida por Steven Lisberger en 1982, pasó a la historia como un filme visionario y de culto por sus innovadores efectos digitales y por abordar el tema de las realidades virtuales y el diálogo entre tecnología y humanidad. Las revolucionarias (en su momento) carreras de motos o los combates con discos se quedaron grabados en el imaginario colectivo, pero no así una historia que hacía aguas por todas partes.

Tampoco acabó de funcionar Tron: Legacy (Joseph Kosinski, 2010), un filme frío y sin chispa que ampliaba de manera un tanto errática este universo y del que apenas se salvaba la siempre vigorosa música de Daft Punk. Y, sin embargo, sin que nadie la haya pedido, aquí llega un nuevo episodio, Tron: Ares, que convierte la saga en trilogía.

Si en las dos primeras películas veíamos como los protagonistas, por el arte del birlibirloque, acababan en un mundo digital enfrentados a programas informáticos con forma humana y personalidad propia, en Tron: Ares son estos programas los que cruzan la madriguera de conejo para llegar a nuestro mundo.

La tecnología que lo hace posible ha sido desarrollada por una gran corporación dirigida por Julian Dillinger (Evan Peters), un maquiavélico niño mimado que pretende explotarla para la industria militar. Así, a través de una especie de impresora 3D, trae a este mundo desde La Red todo tipo de armas y soldados con fuerza sobrehumana y obligados a cumplir las órdenes de sus amos. Entre ellos, destaca Ares (Jared Leto), una máquina de matar con una inteligencia extremadamente sofisticada.

Sin embargo, el invento tiene un problema: las criaturas y los objetos que cruzan el portal se desintegran a los 28 minutos. La solución para que los programas sean permanentes la encontrará Eve Kim (Greta Lee), la directora ejecutiva de ENCOM, la empresa que rivaliza con la de Dillinger, creada por Kevin Flynn (Jeff Bridges), el protagonista de la primera película. Pero cuando Dillinger se entera, utilizará los 28 minutos de vida de Ares para tratar de hacerse con ella.

Pero, claro, Ares, a través del contacto con la humanidad, verá cómo su conciencia y su sensibilidad comienzan a evolucionar, y acabará poniéndose de parte de Eve, por lo que ambos serán perseguidos por los mortíferos agentes e inventos de Dillinger.

Las míticas carreras de motos regresan en 'Tron: Ares'

Las míticas carreras de motos regresan en 'Tron: Ares'

Aunque la película exige una suspensión de la incredulidad que no todos los espectadores estarán dispuestos a realizar, lo cierto es que estamos ante un blockbuster con ritmo y carácter, con un impactante diseño de producción y hasta algún toque de humor bastante pasable. Tiene gracia, por ejemplo, que Ares descubra su humanidad gracias a su gusto por la música de Depeche Mode.

El cineasta noruego Joachim Rønning, responsable de Piratas del Caribe: La venganza de Salazar (2017) o Maléfica: Maestra del mal (2019), ha apostado más por el riesgo que por la nostalgia en esta secuela, lo que es de agradecer. Y tanto Lee como Peters, sobrados de carisma, sacan todo el jugo a unos personajes con los que había poco que hacer.

Mención especial requiere la poderosa y machacona banda sonora de Nine Inch Nails, que sucede perfectamente al trabajo realizado por Daft Punk en Legacy y que atrona los altavoces de la sala de cine en todo momento, dándole un toque macarra al conjunto. Una lástima que nada más resuene en la cabeza cuando se apagan las luces.