Motaz Malhees y Saja Kilani, en San Sebastián. Foto: EFE/ Javier Etxezarreta

Motaz Malhees y Saja Kilani, en San Sebastián. Foto: EFE/ Javier Etxezarreta

Cine Festival de San Sebastián

Los protagonistas de 'La voz de Hind', la película sobre la masacre en Palestina: "Hay que decir basta"

Saja Kilani y Motaz Malhees presentan en San Sebastián la película de Kaouther Ben Hania, galardonada en Venecia, cuya proyección acabó con una multitudinaria manifestación en el centro de la ciudad.

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El 7 de octubre de 2023 Hamás mató de manera descarnada a más de 1.200 israelíes e hizo más de 250 rehenes. La posterior guerra del estado sionista contra la organización terrorista que aún controla la Franja de Gaza ha dejado la brutal cifra de 65.000 muertos, una masacre televisada en directo que conmociona al mundo por el profundo desequilibrio de fuerzas entre ambas partes. Y, sin duda, por la contundencia extrema con la que el ejército israelí se comporta.

La imagen más brutal de la guerra la trae una película que remueve conciencias y deja devastado. Un filme tan necesario y duro como La voz de Hind Rajab, que apela a todas las conciencias al mostrarnos la muerte a cámara lenta de una niña atrapada en un coche volcado, con toda su familia muerta alrededor, que suplica a los servicios de emergencia que vayan a rescatarla. Hind Rajab es ya el símbolo más doloroso y contundente de la tragedia.

La película, dirigida por Kaouther Ben Hania, conocida por títulos como El hombre que vendió su piel y Las cuatro hijas, en la que denunciaba el auge del fundamentalismo islámico, ganó el León de Plata del Gran Premio del Jurado en Venecia.

En San Sebastián, la proyección de ayer culminó con una manifestación en el centro de la ciudad encabezada por figuras del cine español y sus dos actores protagonistas, Saja Kilani, quien interpreta a la madre de Hind, aún viva, y Motaz Malhees, que da vida a Wissam, uno de los voluntarios de la Media Luna Roja que intentó socorrer a la niña.

Pregunta. Esta película tiene unas implicaciones emocionales y políticas muy profundas. Cuando Kaouther Ben Hania os propuso participar, ¿cómo lo vivisteis? ¿Qué queríais transmitir?

Saja Kilani (S.K.). Kaouther se la jugó conmigo porque no había estrenado nada hasta ese momento. Incluso ahora sigo siendo bastante nueva. Me pidió ver algo que hubiera hecho en cámara, y un director le envió material. Ella confió en su instinto, y eso me hizo sentir una gran responsabilidad: demostrar que ella había tomado la decisión correcta y estar a la altura de una historia real tan importante.

»Tenía además el deber de hacer justicia a Rana, con quien estuve en contacto. Quería que la película resultara tal cual es. La forma en que Kaouther contó la historia desde la perspectiva de la Media Luna Roja es brillante. Por eso digo que es tan importante que la vea cuanta más gente mejor. Me siento muy honrada de haber recibido este papel y quise dar todo lo que tenía dentro. Sentí que este es el mayor honor de mi vida como actriz. Es una gran responsabilidad, y estoy muy agradecida.

Una imagen de 'La voz de Hind'

Una imagen de 'La voz de Hind'

Motaz Malhees (M.M.). Ben Hania es mi directora favorita desde que vi El hombre que vendió su piel. Sentí que era el proyecto que más podría querer hacer como actor, el papel más importante de mi vida.

P. ¿Podéis contarnos un poco más sobre vosotros, dónde crecisteis, cómo os afecta personalmente esta situación?

M.M. Nací y crecí en Yenín, Palestina. Es un lugar muy duro. El ejército israelí está siempre presente; hay aldeas bloqueadas y carreteras cortadas. No tenemos libertad de movimiento: a veces ni siquiera puedes salir de tu pueblo. Lo he visto todo. Esa no es una vida en absoluto. Sales de casa sin saber si volverás. Muchos amigos míos eran médicos o profesores y murieron porque un soldado decidió dispararles.

»Cuando tenía 10 años, mi mejor amigo Amir, de 11, fue abatido de un disparo en la cabeza junto a mí. Entonces entendí que esto no era un juego: es limpieza étnica, apartheid, colonización. Desde ese momento decidí ser actor para contar la historia de mi pueblo. Quiero libertad e igualdad, como el resto del mundo.

S.K. Nací en Aqaba, crecí en Ammán y luego viví en Toronto antes de volver a Jordania. Mis abuelos paternos son de Nazaret y los maternos de Jerusalén. Mi vínculo con Palestina viene de las historias que escuché de ellos.

»Por eso empecé a reconectar con mis orígenes a través de la poesía oral: mucha gente me preguntaba cómo podía sentirme ligada a una tierra que nunca había visitado. Pero la siento en la sangre, en las venas. Es un honor poder contar esta historia y usar mi voz. Estoy muy agradecida y nunca lo daré por sentado.

P. Ayer la proyección terminó con una gran manifestación en San Sebastián. ¿Sentisteis el cariño de la gente?

M.M. Sí, claro. Pero lo más especial aquí fue que la gente no decía “lo sentimos por vosotros”, sino “estoy contigo, lucho contigo, te siento”. Al salir del cine vimos a tanta gente que nos quedamos en shock. Eso nos da esperanza, y la esperanza es lo que más necesitamos. Era mi primera vez en San Sebastián y me sentí como en familia. Qué ciudad tan hermosa y qué gente tan cálida.

Motaz Malhees y Saja Kilani, en la alfombra roja. Foto: EFE/ Javier Etxezarreta

Motaz Malhees y Saja Kilani, en la alfombra roja. Foto: EFE/ Javier Etxezarreta

P. Se dice mucho que el cine se ha convertido en puro entretenimiento. Vuestra película demuestra que puede ser otra cosa. ¿Creéis que La voz de Hind Rajab puede marcar una diferencia?

S.K. El cine no es solo entretenimiento, es también educación. Y esta película nos recuerda la humanidad y la necesidad de contar nuestras propias historias con los medios adecuados. No nos va a liberar mañana, pero sí puede cambiar percepciones y dar esperanza. La película debe ser vista por cuanta más gente mejor.

M.M. En la mayoría de las películas internacionales los árabes aparecen como terroristas. No somos así. Amamos la vida, bailar, hacer música. Pero llevan décadas imponiendo esa imagen. Estamos aquí para decir basta. Somos humanos como cualquiera, amamos la libertad y la paz.

»Nos encantaría hacer películas de amor, pero ¿cómo hacerlo mientras nuestro pueblo está siendo masacrado? Ahora hay algo más urgente: el genocidio y la colonización. Cuando seamos libres, entonces haré Romeo y Julieta.

P. Decía Stalin que la muerte de millones es una estadística, y la de una sola persona una tragedia. ¿Es importante ver que hay una persona detrás de cada número?

S.K. Vivimos rodeados de cifras, y es fácil volverse insensible. Creo que Kauther hizo un trabajo increíble al personalizar la historia, porque Hind representa a cientos de miles de niños. Es difícil hablar de todos ellos en una película. Pero hasta su madre lo dice: Hind representa a todos. Y que una madre diga eso de su hija es un acto desinteresado que muestra lo que significa ser palestino.

P. ¿Qué pensáis de los ataques del 7 de octubre?

S.K. Estamos aquí para hablar de la historia de Hind Rajab, de una niña obligada a suplicar por sobrevivir. Esa es la historia que hemos venido a contar.

M.M. Estoy de acuerdo. Este recorrido de proyecciones es literalmente para hablar de esta niña. Eso es lo más importante. Si algún día hacemos una película sobre el 7 de octubre, entonces habrá que abrir ese debate.

S.K. El dolor de un niño no anula el de otro. El dolor de Hind no necesita compararse con el de nadie para ser considerado humano. Y esa es la historia que elegimos.