Lluís Soler interpreta a un sátiro propenso a la melancolía

Lluís Soler interpreta a un sátiro propenso a la melancolía

Cine

'Centaures de la nit': Marc Recha revela la luz de las tinieblas con una 'troupe' de picarescos personajes ciegos

El director catalán estrena una pequeña fábula amoral aliñada con elementos de la novela picaresca, en la que un grupo de invidentes se propone robar unos relicarios que fueron escondidos por monjes eslovenos.

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En la ponencia Los ciegos y el cine, el fotógrafo y filósofo esloveno Evgen Bavcar, invidente desde niño, proponía comprender el arte cinematográfico como “un breve retorno a las tinieblas originales”. Según Bavcar, el espectáculo fílmico, con su ritual caracterizado por la sala sombría y la pantalla luminiscente, “hace alusión a lo más oscuro e infinitamente más profundo”.

El pensamiento de este artista ciego aflora en las imágenes de Centaures de la nit, en la que Marc Recha (Hospitalet de Llobregat, 1970) se propone explorar, de la mano de un reparto trufado de actores invidentes, la capacidad del cine para evocar lo metafísico y lo trascendente.

En la trama del filme, ambientada en el Monasterio de Poblet (en Tarragona) en la década de 1960, la figura de Bavcar es encarnada por el actor ciego Tomaz Wraber, quien toma la palabra para argumentar que, para los invidentes, “la luz del cuerpo es nuestra conciencia espiritual”. Persiguiendo esta intuición poética, Recha convierte su nueva película –un ejercicio limítrofe entre el cine narrativo y el experimental– en un receptáculo de luminosidad, fisicidad y espiritualidad.

Guiada por una gran ambición estética, Centaures de la nit (“Centauros de la noche”, en catalán) podría haber derivado en un ampuloso ejercicio de cine conceptual. Sin embargo, lejos de toda afectación intelectual, Recha infunde a su nueva película –en la que resuenan los ecos de su memorable ópera prima, la sensorial El cielo sube (1991)– un marcado talante irreverente.

Protagonizada por un sátiro propenso a la melancolía (el veterano y siempre brillante Lluís Soler), Centaures… se presenta como una pequeña fábula amoral aliñada con elementos de la novela picaresca, en la que un grupo de invidentes se propone robar unos relicarios que fueron escondidos en Poblet por monjes eslovenos.

Esta historia se verá interrumpida sistemáticamente por derivas oníricas, disertaciones acerca de los dogmas religiosos y sociales, y una colección de pasajes transgresores en los que una troupe de personajes ciegos exhibe un feliz sentido de la incorrección. Y cabe señalar que esta suerte de clan marginal remite de forma explícita al grupo de mendigos de Viridiana (1961) de Luis Buñuel.

Marcada por un desarrollo algo deslavazado, Centaures... hace gala de un proyecto coherente –la proyección incluye audiodescripción para personas ciegas– y de una propuesta estética embriagadora. La fotografía en blanco y negro, inclinada hacia el contrapicado y el primer plano expresionista, corre a cargo de Peter Zeitlinger, colaborador de Werner Herzog y Abel Ferrara. Aunque el referente que acaba imponiéndose es el de Pasolini, de quien Recha hereda el interés por hacer colisionar la realidad y el mito, lo prosaico y lo lírico, lo sagrado y lo profano.