Florence Pugh en 'Thunderbolts*'.

Florence Pugh en 'Thunderbolts*'.

Cine

'Thunderbolts*': traumas infantiles y redención, Marvel se reinventa en clave de melodrama psicológico

Florence Pugh protagoniza esta película de superhéroes que trae un nuevo elenco de personajes y una historia que mezcla acción e indagación psicológica.

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El cine de superhéroes con frecuencia aborda la dualidad de estos personajes como "salvadores del mundo" admirables, pero también como freaks. En un mundo que, ya se sabe, condena la rareza a no ser que triunfe, desde el mito de Batman a los propios Vengadores, estos seres fantásticos disfrutan de sus facultades excepcionales, pero también sufren por ello porque son "distintos".

Después de cuatro películas de los Vengadores, se dice pronto, que lograron arrasar en las taquillas mundiales, Marvel trata de reverdecer laureles con lo que ellos mismos llaman "los nuevos Vengadores". En España entre las cuatro acumulan 12,5 millones de espectadores. Disney debe confiar ciegamente en su nuevo elenco porque ya tiene programadas (en 2026 y 2027) las dos siguientes partes en las que se convierten en los Vengadores. 

Ni el carismático Iron Man de Robert Downey Jr., ni la letal Natasha de Scarlett Johansson ni tampoco el Capitán América de Chris Evans. Borrón y cuenta nueva con nuevos personajes que tienen ante sí el reto de volver a seducir a una audiencia que da muestras de fatiga ante el género como se ha visto con una ristra de fracasos "superheroicos" en los últimos años que van de fiascos de la propia Marvel como The Marvels (2023), con la que Disney perdió más de 200 millones de dólares, a otros del universo de DC Comics como The Flash (2023).

Con la exitosa Deadpool y Lobezno estrenada el año pasado, la productora parecía indicar un nuevo camino posmoderno y autoparódico en el que se ponían en jaque los "grandes valores" del género por unos "héroes cansados" en palabras del filósofo francés Lipovetsky que ya no buscan tanto "salvar al mundo" como salvarse a sí mismos. Con Thunderbolts* regresa la épica.

Infancias desdichadas

Protagonizada por Florence Pugh en la piel de una sicaria de la CIA deprimida, Thunderbolts* es un regreso a los "valores sólidos" frente a la "liquidez" de Zygmunt Bauman que vemos en la satírica y desparramada Deadpool y Lobezno. Regresa una cierta grandilocuencia y la voluntad de hacer cine dramático que en algunas ocasiones ha funcionado muy bien como en los Batman de Christopher Nolan pero en otras ha dado lugar a películas fatigosas que ni lograban entretener ni tampoco alcanzar altura dramática.

A Hollywood siempre le ha gustado mucho el héroe caído y redimido y en este caso lo que vemos es cómo la deprimida Pugh, de origen ruso y traumatizada por su pasado, logra salir del hoyo gracias a sus nuevos amigos, todos ellos seres jodidos por la vida como ella. Destaca Robert (Lewis Pullman), un chaval que sufrió malos tratos en la infancia y cuando llega la hora de adquirir poderes deberá decidir si sigue el camino del rencor y el mal o congraciarse con el mundo.

En Thunderbolts*, claro, además de la reflexión psicológica, hay muchos flashbacks sobre la infancia. Vemos también todos los mamporros que uno pueda esperar en un nuevo alarde de tecnología hightech, el modo con el que Estados Unidos sigue seduciendo al mundo.

La trama es sencilla, los "losers" son perseguidos por el Gobierno americano, que se los quiere quitar de encima, y será al verse buscados cuando lograrán unirse y encontrar en esa unión la paz de espíritu.

Entre los nuevos superhéroes destaca una "fantasma" (Hannah John-Kamen) con la facultad de aparecer y desaparecer que resulta seductora. Por cierto, además de la propia protagonista, también sale un viejo soldado ruso (David Harbour) en una película en la que los rusos trabajan para la CIA. Se puede entender que forma parte de un nuevo marco estadounidense en el que los "rusos son amigos" pero tampoco queda claro si a Putin le gustará ver a tantos "traidores".

Dirigida por Jake Schreier, director de varias series de televisión y videoclips de Justin Bieber o Kanye West, Thunderbolts* alcanza cierta altura dramática sobre todo al final, en el que tanto Pugh como el personaje de Pullman deben luchar contra sus propios fantasmas para alcanzar una cierta liberación. Curiosamente, la película logra sus mejores momentos no tanto con las escenas de acción, espectaculares como siempre pero no demasiado originales, sino en esa indagación psicológica sobre los traumas del pasado. Y Pugh está espléndida.