La directora Jaione Camborda (San Sebastián, 1983) ha hecho historia de nuestro cine. El pasado sábado, con O corno, se convirtió en la primera mujer española que conquista la Concha de Oro del Festival de San Sebastián, un premio que nuestra cinematografía no lograba desde 2018 -con Entre dos aguas, de Isaki Lacuesta-. Un motivo más para sacar pecho en el Día del Cine Español, que se celebra este 6 de octubre, ya que en los últimos años nuestra cinematografía se está sacudiendo todos los complejos a base de triunfos en festivales.

El jurado de San Sebastián, presidido por la directora francesa Claire Denis, premiaba, según el critico de El Cultural Enric Albero, “no solo el mejor filme español en competición sino también el arrojo de la directora donostiarra, capaz de vestir con los ropajes de la fisicidad más delicada un esqueleto inequívocamente poético para hablarnos, de manera oblicua, sobre las consecuencias de la prohibición del aborto en la Galicia de 1971”.

La donostiarra Camborda agradecía al recoger el premio a quienes han financiado la película, ya que "no es fácil financiar un proyecto de autor" y recordaba a los "referentes, a quienes abrieron camino". "La diversidad nos enriquece y nos hace más libres", señalaba, al tiempo que compartía el premio con "todas esas cineastas que están por venir y serán referentes para las siguientes".

Janet Novás en 'O corno'

El linaje

Con su mención a los referentes pasados y futuros, Camborda explicitaba la existencia de una estirpe del cine español que en tiempos recientes está engordando a base de premios internacionales.

El mayor bocado lo dio en 2022 con Alcarràs Carla Simón, que alzaba al cielo de Berlín el Oso de Oro, un premio que se le resistía a nuestros realizadores desde que Mario Camus lo recibiera por La colmena en 1983. Simón, que con Verano 1993 ganó ya el galardón a la mejor ópera prima de la Berlinale en 2017, se convirtió en la primera mujer española que lograba tal laurel y en la creadora de la primera película en catalán que se colgaba esta medalla.

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Y todo ello, con un filme humilde, sensible y veraz sobre la última recogida de melocotón de una familia de agricultores que se ve obligada a abandonar las tierras que llevan décadas cultivando. El presidente del jurado, M. Night Shyamalan, destacaba la "extraordinaria capacidad" interpretativa de los actores —que no son profesionales— y la capacidad de la directora y guionista para introducir "ternura y comedia" en la historia. Para los críticos de El Cultural, Alcarràs fue la mejor película de 2022.

Y no solo eso. En Alcarràs confluyen varias de las corrientes temáticas, estilísticas e industriales que marcan el cine de autor español de los últimos tiempos: la apuesta por el drama, la prevalencia del retrato de los personajes sobre el desarrollo de la trama, la sencillez de la puesta en escena, el naturalismo en las interpretaciones y la huida de los clichés y los lugares comunes respecto a los temas que abordan, ya sea la infancia, la adolescencia, las relaciones paternofiliales o el retrato del mundo rural.

Además, las mujeres vienen protagonizando esta renovación generacional del cine de autor tan bien recibida en círculos críticos internacionales: Belén Funes, Pilar Palomero, Clara Roquet, Alauda Ruiz de Azúa...

En cualquier caso, el triunfo de Carla Simón en Berlín no se ha quedado en una anécdota y ha tenido continuidad en 2023 con el Oso de Plata a la mejor interpretación (en una categoría sin distinción de género) para Sofía Otero, de nueve años, por su trabajo en 20.000 especies de abejas, el debut en el largometraje de ficción de Estibaliz Urresola, un emotivo retrato de una niña trans.

Patricia López Arnáiz y Sofía Otero en 'O corno'

La misma temática aborda el ensayo fílmico del escritor y filósofo burgalés Paul B. Preciado, Orlando. Mi biografía política, que fue la película más premiada de la Berlinale: recibió cuatro galardones, entre ellos, el prestigioso Teddy al mejor documental. También saboreó el éxito el gallego Lois Patiño, que con Samsara compartió con Preciado el Premio Especial del Jurado de la sección Encounters.

El (limitado) cariño de Cannes

Menos cariño que Berlín nos ha dado a lo largo de los años el Festival de Cannes. Tan solo contamos con una Palma de Oro, la que logró Viridiana de Luis Buñuel en 1961, aunque directores como Luis García Berlanga, Carlos Saura, Víctor Erice o Pedro Almodóvar cuenten con otras importantes distinciones de la competición oficial.

Eso sí, Albert Serra logró colarse el año pasado en la sección oficial con Pacifiction -algo que en el siglo XXI solo había conseguido Almodóvar e Isabel Coixet-, recibiendo una larga y sentida ovación en el estreno del filme en La Croisette. No ganó ningún metal, pero Pacifiction acabó encaramándose en la primera posición de la lista de lo mejor del año de la prestigiosa revista francesa Cahiers du Cinema (por delante de Licorice Pizza, de Paul Thomas Anderson, y de Nop, de Jordan Peele), siendo la primera película española que lo logra.

Benoit Magimel en 'Pacifiction'

Hay que recordar que Serra se hizo en 2013 con Historia de mi muerte con el Leopardo de Oro de Locarno, festival en el que en los últimos años han logrado importantes éxitos cineastas como Neus Ballús -recibió por Seis días corrientes (2021) los premios a la mejor interpretación masculina, el 'Europa Cinemas Label' y la Mención Especial del Jurado Joven independiente- y Chema García Ibarra -Mención Especial del Jurado por Espíritu sagrado (2021)-.

En 2023 no tuvimos presencia en la sección oficial de Cannes, pero sí un triunfo inédito en la sección paralela, la Quincena de Cineastas. Elena Martín Gimeno se hacía con el premio Label Europa Cinemas, el galardón principal de este apartado, con Creatura, filme que explora con riesgo y talento la sexualidad femenina. Habría que remontarse a 2016 para glosar un éxito parecido, cuando el gallego Oliver Laxe se llevó el premio principal de la Semana de la Crítica por Mimosas.

Tarantino, embajador del cine español

Pero no solo los premios han levantado en los últimos años el prestigio de un cine español que puede triunfar en la taquilla francesa (que se lo pregunten a Rodrigo Sorogoyen y sus As bestas) o inspirar a grandes directores estadounidenses. En una entrevista de este mismo año, el director de cine Quentin Tarantino revelaba cómo el arranque de Matador (1986) de Pedro Almodóvar, donde se ve a un personaje masturbándose mientras contempla escenas de mujeres siendo asesinadas en películas violentas del género slasher, marcó profundamente lo que él quería hacer como cineasta.

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“¡Oh, Dios mío! ¡Esta es la mierda más salvaje de la historia! ¡Es increíble!”, recuerda haber exclamado Tarantino. “No había nada como eso disponible en América”, asegura en la entrevista. “Quiero hacer cosas así cuando hago películas”, exclamó tras ver la película en Video Archives, el videoclub de California en el que trabajaba antes de convertirse en un cineasta famoso.

A su paso por Barcelona para presentar su libro Meditaciones sobre cine, Tarantino aprovechó para rendir tributo a películas españolas que le habían marcado como La residencia de Chicho Ibáñez Serrador o La novia ensangrentada de Vicente Aranda, así como para reivindicar a cineastas malditos como Jess Franco y Antonio Isasi que forman parte de su eterna devoción por la serie B.

Almodóvar, en cualquier caso, sigue siendo reconocido por todo el mundo: si en 2019 recibía el León de Oro honorífico del Festival de Venecia, este año Cannes estrenó su cortometraje Extraña forma de vida y Toronto le entregaba su Premio de Honor. Además, Víctor Erice también ha sido celebrado en Cannes, donde se ha homenajeado al recientemente fallecido Carlos Saura. El cine español goza de uno de sus mejores momentos de prestigio.