Carlos Saura en su casa de Collado Mediano

Carlos Saura en su casa de Collado Mediano Silvia Pérez

Cine

El director Carlos Saura recibirá el Goya de Honor 2023 a los 90 años: una leyenda del cine español

El autor de clásicos del cine español como 'La caza', 'Cría cuervos', 'Deprisa deprisa' o 'Mama cumple cien años' recibirá el premio honorífico de la institución el próximo 11 de febrero en Sevilla

6 octubre, 2022 10:29

Carlor Saura recibirá el Goya de Honor el próximo 11 de febrero en Sevilla, durante la gala de los premios de la Academia de Cine. Reconocimiento merecidísimo para una de las trayectorias más singulares y emocionantes de nuestro cine, con títulos tan importantes como La caza, Cría cuervos, Deprisa deprisa o Mama cumple cien años. El director de la Academia, Fernando Méndez-Leite, ha expresado al hacer publico el galardon que se lo concedían a Saura “por su extensa y personalísima aportación creativa a la historia del cine español desde fines de los años cincuenta hasta hoy mismo”.

Incansable, a sus 90 años sigue en activo, aunque una desafortunada caída le privó de acercarse al Festival de San Sebastián donde se presento en septiembre su documental Las paredes hablan, que trata sobre el origen del arte y su relación con las tendencias mas vanguardistas. Por suerte, el percance no ha tenido consecuencias grave.

En febrero de este 2022 recibió a El Cultural en su casa de Collado Mediano, en las faldas de la sierra de Guadarrama, entre un maremágnum de flexos, cámaras de fotos, botes de pinceles y lápices, cajas de pintura, atriles… Precisamente, mostraba cierta preocupación por su relación con la Academia de Cine.

"La Academia ha sido conmigo un poco injusta en general", aseguraba. "Con ¡Ay, Carmela! me dieron 12 o 13 Goyas. Luego han premiado alguna interpretación de Paco Rabal o Fernando Rey pero a mí ya no me han vuelto a nominar como director. No me haga caso pero creo que tampoco me han homenajeado nunca. Hay una especie de problema ahí que no sé cuál es". Parece que con éste premio se limarán las asperezas.

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Pocos reconocimientos, sin embargo, se le han escapado al cineasta oscense. Cuenta con un Oso de Oro por Deprisa deprisa (1981), dos Osos de Plata a la mejor dirección, por La caza en 1966 y por Peppermint Frappe en 1968, el Gran Premio Especial del Jurado del Festival de Cannes por La prima Ángelica en 1974 y Cría Cuervos en 1976, Premio Especial del Jurado de San Sebastián por Mama cumple cien años (1979), Bafta a la mejor película de habla no inglesa por Carmen (1983), Premio Goya a la mejor dirección por Ay, Carmela (1990)... El prestigio internacional de Carlos Saura en el mundo del cine solo es comparable con otros totems del cine español como Buñuel o Berlanga. 

Contrario a etiquetar su cine, Saura se considera un privilegiado por haber firmado más de 50 filmes y haber tenido repercusión mundial. Lo suyo es un cine de cámara, de pocos personajes y lugares, aunque en ocasiones ha hecho producciones más grandes como El Dorado (1988), uno de sus pocos fracasos. 

Elías Querejeta, Emiliano Piedra, Andrés Vicente Gómez, entre otros reconocidos productores, han respaldado las historias de este veterano profesional, que fue yerno de Charles Chaplin, amigo y colaborador de Luis Buñuel, y que ha trabajado con grandes nombres no solo del mundo del cine, también de la ópera –Daniel Barenboim y Zubin Mehta–, del flamenco –Paco de Lucía y Camarón– y de la fotografía –Vittorio Storaro–.

Con una filmografía que forma parte del patrimonio cultural de nuestro tiempo, este amante del flamenco que abrió un camino a los documentos musicales tiene en Buñuel, Bergman y Fellini a sus máximas influencias "porque los tres trabajan con la imaginación", ha declarado el director.

Según sus palabras, ha filmado tres tipos de películas: "La primera sería un cine con los pies en la tierra, con una realidad concreta como Los golfos, La caza, Deprisa, deprisa; otras más creativas como La prima Angélica, y luego el más musical". A la lista añade una cuarta. "Me han preocupado muchos artistas que me han influido en mi vida, como Goya, autores de literatura española, y que son una especie de ensayos personales”, subrayó el hombre en cuyos rodajes hay garantía de serenidad y tranquilidad.

Nacido en Huesca en 1932, y hermano del pintor Antonio Saura, abandonó sus estudios de ingeniería industrial para ingresar en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas de Madrid, donde obtuvo el diploma de Dirección cinematográfica.

Del realismo a la abstracción

Tras realizar el cortometraje La tarde del domingo (1957) y el documental Cuenca (1958), premiado en el Festival de San Sebastián, consiguió sacar adelante su primer largometraje, Los golfos (1960), en el que se proponía pintar un cuadro realista del Madrid de finales de los 50 y mostrar a esos jóvenes de los arrabales, perdidos y sin oportunidades, que hasta la fecha habían sido siempre orillados en los relatos del cine español. Su esfuerzo le llevó por primera vez al Festival de Cannes.

"Los golfos (1959), mi primera película de ficción, es realista en un sentido relativo y, más que emparentada con el neorrealismo italiano, mira a una realidad española concreta e incluso al realismo de otras épocas, como por ejemplo la picaresca", ha comentado en alguna ocasión.

Tras Los golfos, el director volvería en varias ocasiones al realismo más descarnado que afrontaba un panorama concreto español con personajes muy reconocibles: La caza (1965), Deprisa deprisa (1981), El séptimo día (2004)... "Estas películas siempre me han ayudado a poner los pies en la tierra pero este cine costumbrista al uso nunca fue lo que más me interesó y menos aún después de La caza. Para mí la realidad tenía una cualidad extraña en aquella época y por eso quería hacer algo más imaginativo y creativo".

Miembro junto a directores como Basilio Martín Patino, Manuel Summers, Mario Camus o José Luis Borau o Miguel Picazo de la generación del Nuevo Cine Español que brotó de aquellas Conversaciones de Salamanca de 1955 en la que se cuestionó el anquilosado cine español de la época, su producción se fue abriendo hacia la imaginación, el simbolismo y la metáfora.

En 1967 estrenó Peppermint Frappé, una indagación psicológica sobre los efectos de la  represión franquista tras la guerra civil, las inhibiciones eroticas y otras carencias de su generación. Trabajando con el productor Elías Querejeta, continúo por una senda en la que la abstracción fue ganando terreno para hablar de la sociedad española sin sufrir los recortes de la censura, en filmes como El jardin de las delicias (1969) o Ana y los lobos (1972), La prima Angélica (1973), Cría Cuervos (1975). Con la comedia Mama cumple cien años (1979), ya en democracia, obtuvo un gran éxito de crítica y de publico, y la película fue selecciona para representar a España en los Óscar.

El musical sauriano

En 1981 inicia el viaje a ese personalísimo musical sauriano que le encumbro por todo el mundo con la trilogía protagonizada por el bailarín Antonio Gades, conformado por Bodas de sangre (1981), Carmen (1983) y El amor brujo (1986). A lo largo de los años, Saura continuó indagando en esa senda, pero acercándose a varios estilos: Sevillanas (1990), Flamenco (1995), Tango (1998), Fados (2007), Flamenco, Flamenco (2010), Zonda (2015) y Jota (2016) son algunos ejemplos.

No todos los musicales firmados por el cineasta son iguales. Algunos de ellos, como Flamenco y Jota, consisten en una concatenación de actuaciones en donde prima el talento de los artistas y la puesta en escena. En otros, como el seminal Bodas de sangre o Tango, todos los números se engarzan en una historia en la que se mezclan varios planos de realidad, convirtiéndose en propuestas juguetonas y libres que apelan a la imaginación del espectador.

Lo que sí es una constante, sobre todo desde que el director de fotografía Vitorio Storaro se convirtió en colaborador del director, es la utilización de ciertos elementos escénicos como pantallas, proyectores y espejos, el uso de una luz artificial que tarde o temprano simula el tono anaranjado del ocaso o del amanecer y el rodaje en set cerrados.

En 1990 estrenó Ay, Carmela, su mayor éxito comercial y el filme que le proporcionó más premios Goya, un total de 13. La película, con guion de Rafael Azcona, aborda la historia de un grupo de cómicos que ameniza a los soldados republicanos durante la guerra civil, con Carmen Maura y Andrés Pajares en los papeles principales. 

A finales de los 80 y durante la década de los 90 abordaría también la figura de varios personajes de la historia de España como San Juan de la Cruz (La noche oscura, 1989) o Goya (Goya en Burdeos, 1999). Del siglo XXI, donde está muy centrado en el musical, destaca su acercamiento a los crímenes de Puerto Hurraco en El séptimo día (2004).

Pero en el cine no se agota la producción artistica de Carlos Saura. Acuarelista, dibujante, fotógrafo, director de ópera y flamenco, en los últimos tiempos prepara una serie sobre Lorca, esboza una autobiografía y pretende una puesta al día del universo flamenco en el que intenta implicar a Rosalía.

"A mí me hubiera gustado nacer en el Renacimiento y ser colega de Leonardo y Miguel Ángel", explicaba a El Cultural en febrero. "No, no me arrepiento [de haberse dedicado al cine] porque el cine reúne todo eso que me gusta. Es un arte muy superior al teatro y a la ópera, es realmente el arte total. Mi única gran frustración es no tocar un instrumento musical, porque mi madre tocaba de maravilla el piano".