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Audrey Hepburn, 60 años de desayunos en Tiffany's

Seis décadas después de la película, recorremos de la mano del documental ‘Audrey’ la vida de una de las actrices más icónicas del cine

31 agosto, 2021 09:01

“No soy la persona ideal para ser artista”, afirmó en una ocasión Audrey Hepburn. “Tímida y mejor bailarina que actriz”, según se definió, tampoco era ella la imagen que Truman Capote tenía reservada para su Holly Golightly. De aspecto frágil y “demasiado elegante”, el escritor hubiera preferido que alguien más descarado y exuberante como Marilyn Monroe hubiera encarnado aquel papel. El tiempo le dio la razón a Blake Edwards. Y sesenta años después es difícil pensar en Tiffany's sin la icónica imagen de Hepburn, enfundada en su vestido negro, con su collar de perlas y sus gafas de sol, mientras desayuna frente a uno de los escaparates de la joyería.

Tal vez el escritor tuviera su parte de razón. Aquel personaje “aturdido, alegre y descarado”, según las palabras de la actriz, poco o nada tenía que ver con ella en realidad. De ascendencia europea, Hepburn había nacido en Bruselas en mayo de 1929. Su padre, un diplomático inglés afiliado al partido fascista y su madre, una baronesa de ascendencia noble, eran simpatizantes del régimen nazi.

Durante su infancia, la actriz vivió entre Bruselas, Inglaterra y Países Bajos, hasta que en 1935 su padre abandonó a la familia y ella fue internada en una academia privada en Inglaterra. Cuatro años después, en 1939 se trasladó junto su madre y su hermano a Arnhem (Países Bajos) por miedo a que Reino Unido fuera bombardeado. Esa sería la penúltima vez que vería a su padre.

Colaboradora de la resistencia

“Yo tenía diez años cuando estalló la guerra. Fue en septiembre y en mayo los alemanes entraron en Holanda”, cuenta la actriz en una entrevista recuperada por el documental Audrey estrenado este verano en Movistar. “Los primeros meses no sabíamos lo que había pasado. Pensamos que se irían en una semana. Todo el mundo se encerró en los sótanos, no podías hablar libremente y no se nos permitía escuchar la radio. Así crecí, sabiendo que éramos prisioneros. Dormíamos sobre colchones o sentados, esperando que cesaran los disparos. A mis tíos los fusilaron. A partir de ese día se formó un grupo clandestino”.

Colaboradora activa de la resistencia neerlandesa, la pequeña Audrey participó como mensajera entre ellos con notas que escondía dentro de sus zapatos. Ya estudiante de ballet, solía improvisar actuaciones con el fin de llenar las horas muertas y recaudar fondos para la causa. Después los recordaría como el mejor público que nunca tuvo. Pero por lo pronto, la ausencia de comida pasó factura a su salud.

“Estaba terriblemente delgada porque cada vez había menos o nada para comer —recordaba—. Todos los niños empezaron a sufrir desnutrición. No llegaban provisiones, no había comida en las tiendas. Sobre todo en ese último invierno, porque en invierno no crece nada. Tuvimos patatas, zanahorias y nabos durante un tiempo pero se fueron acabando. Fue una época muy difícil”, comentaba al respecto. 

Ha nacido una estrella

En 1945, finalmente, la vida empezó de nuevo. Tras la liberación de Holanda, la guerra había dejado huella en el cuerpo de Hepburn. De apariencia frágil y vulnerable, como consecuencia directa de aquella desnutrición severa y de la ausencia de una rutina de entrenamiento, Hepburn, que poco después volvió a tomar clases con una beca en la Escuela de Ballet de Londres, no alcanzaría nunca el nivel de sus compañeras.

Nunca quise convertirme en actriz, ni si quiera lo había pensado. Me convertí en ello porque quería ganarme la vida y comencé a hacer pequeños papeles para ganar un dinero extra”, reconoció después. Un golpe de azar le llevó, después de algunas intervenciones breves en varias películas europeas, a protagonizar el musical Gigi en Broadway. Pero su suerte aún no había terminado.

Hepburn junto a Peck en 'Vacaciones en Roma'

William Wyler, con quien repetiría después en La calumnia o Cómo robar un millón y…, quería encontrar una actriz desconocida para su nueva película, coprotagonizada por Gregory Peck. La sintonía de los dos intérpretes fue tal que impresionado por aquella joven —hasta el punto de que tiempo después le presentaría al que fuera su marido, Mel Ferrer—, el actor insistió en que sus nombres aparecieran juntos en el cartel del film, al mismo nivel, a pesar de ser él ya un aclamado actor y ella una joven desconocida.

Algunos dirán que acertó de pleno. Vacaciones en Roma, la primera película americana en rodarse íntegramente fuera de Estados Unidos, supuso la nominación de la Academia de Cine para una Hepburn primeriza. “Recibí el Oscar tan pronto que no sabía qué había pasado”, confesaría después.

A Vacaciones en Roma, le siguió otro gran título. Sabrina, junto a Humphrey Bogart y William Holden, se rodó bajo la dirección de Billy Wilder. “La primera vez que llegó al ensayo ya estaba preparada –contaba el director—. Se sabía su papel. No tuve que exprimirla nada. Todos se enamoraron de ella. Incluido yo”.  

Seis décadas en Tiffany's

En la década de los 60, llegó Desayuno con diamantes, uno de los trabajos más memorables de la actriz. Dirigida por Blake Edwards, y coprotagonizada por George Peppard —con cameo incluido del español José Luis de Vilallonga—, la película se estrenó el 5 de octubre de 1961 y fue, en opinión de la propia Hepburn, uno de los papeles más desafiantes de su trayectoria.

Basada en la novela homónima de Truman Capote, la escena de la fiesta en el apartamento de Holly Golightly se rodó con los amigos del propio Edwards durante seis días con champán, refrescos, tabaco y comida reales. Todo un guateque auténtico que dio pie a uno de los momentos más cómicos de la película.

Anécdotas aparte, Audrey Hepburn fue nominada al Óscar nuevamente por esta interpretación en una edición que premió finalmente a Sophia Loren por su papel en Dos mujeres. Ganadora de dos estatuillas en la categoría de Mejor música y Mejor canción original por Moon River, lo cierto es que la famosa escena de Hepburn cantando en la escalera de incendios de su edificio, una de las secuencias más memorables del film, estuvo a punto de ser eliminada en el montaje final, algo que solo impidió la absoluta oposición de su protagonista.

Inseguridades y Frustraciones

Avalado por la familia de la intérprete, con documentación privada y los testimonios de su hijo, Sean Ferrer, y su nieta, Emma, el documental Audrey es un completo recorrido por el lado más humano de la actriz, desde su infancia hasta sus últimos años y su labor humanitaria en UNICEF.

Con una educación estricta y disciplinada como bailarina de ballet, a lo largo del documental vemos el retrato de una Audrey insegura, que nunca se vio lo suficientemente buena para la escena. “Sabía lo buena que había que ser para bailar con Fred Astaire, y yo no lo era. No tenía técnica”, comentó, por ejemplo, sobre su participación en Una cara con ángel.

Acusada por la prensa de haberle robado el papel a Julie Andrews en My fair lady, papel que la institutriz sí había protagonizado en teatro, aunque ellas siempre negaron ninguna enemistad, lo cierto es que Andrews pareció cobrar su revancha cuando ese mismo año ganó el Óscar por su trabajo como Mary Poppins.

Audrey Hepburn como Marian en 'Robin y Marian'

Hepburn, en cambio, que aquel año ni si quiera fue nominada por la Academia, se había preparado a conciencia aquel papel para el que estuvo tomando clases de canto sin descanso. Fue en vano. Cuando llegó el momento de rodar, descubrió que sería la soprano Marni Nixon quien daría voz a su personaje. Aquello no sentó nada bien a la actriz que lo vivió como una humillación y, según su nieta, sintió cómo se agudizaban todas y cada una de sus inseguridades.

Buscando una vida normal

En su vida personal, las cosas no iban mucho mejor. En 1964, la actriz intentó inútilmente un nuevo acercamiento a su padre, al que no veía desde 1939, y de nuevo fue rechazada. En 1968 se divorció de Mel Ferrer, matrimonio del que fue fruto su hijo Sean. Ya entonces había decidido trabajar menos en el cine y dedicarse por entero a su familia. En 1969 contrajo matrimonio con un médico italiano, Andrea Dotti, del que también se divorciaría años más tarde. Con él tuvo a su segundo hijo, Luca. En sus últimos años mantuvo una relación con Robert Wolders.

De esta última etapa son sus películas Robin y Marian, que protagonizó junto a Sean Connery, y Sola en la oscuridad. En 1989 interpretó un pequeño papel en Always (Para siempre), bajo la dirección de Steven Spielberg. Aquel fue su último trabajo cinematográfico. Después se retiró definitivamente del cine para dedicarse a la citada acción humanitaria como embajadora de UNICEF. Tres meses antes de su muerte, hizo su último viaje a Somalia. Tenía solo 63 años cuando el 20 de enero de 1993 murió de cáncer de colon.

“Solo tengo una vida y somos yo, mi familia y mis hijos —afirmó en una ocasión—. Llegué al cine y a Hollywood cuando las cosas estaban cambiando. Vi grandes estrenos, casas muy bonitas, cenas maravillosas. Pero lo que yo deseaba era lo que vivo hoy. En casa, con las personas que me importan, mis perros y sobre todo mis hijos”.

@mailouti