Image: Lelio, notario de la revolución invisible

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Cine

Lelio, notario de la revolución invisible

25 mayo, 2018 02:00

Rachel Weisz y McAdams en un momento de Disobedience, en la que Lelio aborda la transgresión del amor

Tras el éxito de Una mujer fantástica (Oscar a la Mejor Película Extranjera), Sebastián Lelio regresa a la cartelera con Disobedience, una compleja historia ambientada en el claustrofóbico mundo de la ortodoxia judía. Rachel Weisz, productora y promotora del proyecto, protagoniza, junto a Rachel McAdams, el filme con el que Lelio cierra su trilogía de la mujer.

A Sebastián Lelio (Mendoza, Argentina, 1974) le gustan las mujeres fuertes que navegan a contracorriente. El cineasta, en Chile desde los dos años, obtuvo reconocimiento internacional con Gloria (2013), película que ganó en el Festival de Berlín el premio a la Mejor Actriz para Paulina García. Narraba entonces la peripecia de una mujer de avanzada edad que se divierte por las noches en discotecas para personas mayores. En breve veremos el remake estadounidense que ha dirigido el propio Lelio con Julianne Moore como protagonista. Luego le tocó el turno a la reciente Una mujer fantástica (2017), en la que tomaba el relevo Marina (Daniela Vega), una chica transexual que se enfrenta a la familia de su prometido después de su fallecimiento. El filme ganó el Óscar el pasado febrero, convirtiéndose en la primera producción chilena en alcanzar este reconocimiento. Pocas semanas antes, el director se había llevado el Goya a la Mejor Película Iberoamericana. Ahora estrena Disobedience, un nuevo retrato de una mujer que desafía las normas en el rígido mundo de los ortodoxos judíos en el norte de Londres.

Un acontecimiento en chile

"El Oscar en parte sí me ha cambiado la vida", nos explica Lelio desde Chicago. "Ahora estoy trabajando sin parar. Vivo en Berlín pero fue muy emocionante ver la recepción que tuvo la noticia en Chile, donde se convirtió en un acontecimiento cultural por ser la primera vez que el país ganaba el premio". Artista universal, queda claro que ha recorrido un largo trecho desde que Lelio irrumpiera en el panorama cinematográfico chileno con La sagrada familia (2006).

La nueva entrega del director está muy relacionada con su filmografía. Podríamos decir que es una nueva vuelta de tuerca a las obsesiones del cineasta. Con Disobedience culmina una "trilogía de la mujer" que arranca con esa abuela marchosa de Gloria, para continuar con la enérgica "mujer fantástica" y culmina con la sofisticada y bellísima Ronit, una fotógrafa afincada en Nueva York a la que da vida Weisz. En la película asistimos al entierro de su padre, un rabino conservador. Allí se reencontrará con dos amigos de la adolescencia, Dovi (Alessandro Nivola), también rabino, y su esposa, Esti (Rachel McAdams), con la que reanuda un tórrido romance interrumpido años atrás. "Me interesaba confrontar lo que está vivo con los altos ideales del judaísmo ortodoxo", explica Lelio. Parafraseando a aquel Flaubert que decía aquello de "Madame Bovary soy yo", el cineasta afirma sentirse identificado con la protagonista de su filme: "Hay flujos brillantes en este particular juego amoroso. Son personajes confundidos a los que vemos cometiendo errores en un contexto de cosmovisiones fijas. El personaje de Weisz es el más luminoso porque ella nos lleva a la tierra de Oz enfrentándose a ese código moral. Todo ello se cuenta en una pieza de estructura barroca en la que esa cultura tan hermética llega a darnos un contexto único".

"Están cambiando las relaciones amorosas. Vivimos un reconocimiento de las identidades insólito en la historia"

Fue Rachel Weisz, ganadora del Óscar a la mejor actriz secundaria por El jardinero fiel (2005), quien propuso, en su faceta de productora, al director chileno para que adaptara la novela de Naomi Alderman. Weisz había vistos los dos primeros largometrajes de Lelio, La sagrada familia y Navidad (2009). En casi todos irrumpe un intruso capaz de alterar la paz familiar. "Vivimos un momento de un importante replanteamiento del amor y las relaciones amorosas. Renace con fuerza el concepto ‘poliamoroso' y se vive un reconocimiento, en todas direcciones, de las identidades de género insólito en la historia. Es un momento de replanteárselo todo", apunta Lelio. En este sentido, la protagonista del filme se convierte en un agente desestabilizador que sitúa ese mundo ortodoxo frente a un espejo deformante. Si Gloria se convertía en el símbolo de un cambio de roles generacionales y Una mujer fantástica ponía contra las cuerdas el sentimiento hipócrita de la burguesía santiagueña, la Ronit de Disobedience le da una patada a un mundo casi indescifrable de códigos milenarios para acabar enfrentando a los personajes a sus propias carencias.

"Asistimos a una grave crisis de las verdades inmutables", dice el director. "Las concepciones cerradas que ofrecen una versión definitiva del mundo están en crisis. El pensamiento binario está dando sus últimos coletazos. En esta decadencia surge un gran potencial para que aparezca algo nuevo, aunque algunas personas paguen un precio alto por forzar esos límites". En Disobedience, el universo hebreo de Londres es la metáfora de esas limitaciones.

De los Larraín a Matías Bize

Disobedience

Lelio se ha convertido en la punta de lanza de un cine chileno que vive su particular momento de esplendor. Es la hora de Pablo Larraín, rey del biopic heterodoxo, que ha triunfado con El club (2015), Neruda (2016) y Jackie (2016) y de cineastas como Andrés Wood (Machuca, La Violeta se fue a los cielos), Sebastián Silva (La nana) o de Matías Bize (La memoria del agua). Una nueva generación que ha mostrado al mundo cómo es el Chile post-Pinochet y que no ha sido inmune al efecto Óscar.

"Gracias a ese premio sentimos que podemos ir por el mundo con mayor confianza en nosotros mismos y sin entrar en pánico a la hora de tocar ciertos temas", ha dicho Juan de Dios Larraín, hermano de Pablo, y productor de sus películas. Por si hay alguna duda de que el cine no solo refleja la realidad, también la transforma. Ahí están las prisas que se dio el gobierno de Michelle Bachelet después del Óscar a Una mujer fantástica para aprobar la ley que permitía a los transexuales cambiarse el nombre en el DNI después de años de agonía en el Senado. El mundo está cambiando y Sebastián Lelio quiere ser notario de esa transformación.

@juansarda