Image: El sacrificio de un ciervo sagrado: Lanthimos y el abismo

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Cine

El sacrificio de un ciervo sagrado: Lanthimos y el abismo

La estrella griega del cine independiente pone la sofisticación al servicio de una historia de terror espeluznante y desgarrada

1 diciembre, 2017 01:00

Barry Keoghan y Colin Farrel en El sacrificio de un ciervo sagrado, de Yorgos Lanthimos

Yorgos Lanthimos (Atenas, 1973) es una especie de estrella del rock del cine independiente. El griego es uno de los pocos cineastas del mundo con la posibilidad de hacer películas absolutamente bizarras que desde luego no tienen nada que ver con ese cine "good feeling" tan en boga con estrellas como Colin Farrell y Nicole Kidman, sin ir más lejos, protagonistas de su nuevo filme, El sacrificio de un ciervo sagrado, Palma de Oro al mejor guion en Cannes. Conocemos al Lanthimos de Canino (2009), Alpes (2011) y Langosta (2015), creador de un universo con evidentes ecos de Haneke dominados por lo insano, violento y enfermizo. Un universo tan personal como "malrollero" con el que el griego pretende hacer una metáfora desgarrada del capitalismo individualista en el que vivimos.

Quizá El sacrificio de un ciervo sagrado sea la más accesible de las películas del cineasta al tener, al menos, un género claro en el que encuadrarse: el terror, variante "niño malvado". Cuenta la caída a los infiernos de una familia de clase alta, ambos médicos prestigiosos, cuando el padre (Farrell) se hace amigo de un adolescente en apariencia inocente (Barry Keoghan) cuyo padre murió en la sala de operaciones en la que él actuaba como cirujano. La amistad resulta algo antinatural por la diferencia de edad pero sobre todo por la obsesión del niño hasta que de pronto los dos hijos del cirujano con la oftalmóloga (Kidman) caen enfermos. Conviene no desvelar más y no fastidiar las sorpresas.



Hay algo en El sacrificio de un ciervo sagrado que recuerda poderosamente a otras películas del propio Lanthimos, ese artista para el cual los seres humanos somos bastante miserables y nos pasamos la vida luchando unos contra otros por el poder de manera patética. Y también hay algo del cine de terror clásico, empezando por La profecía (Richar Donner, 1976), esa película en la que el crimen del marido acaba teniendo consecuencias devastadoras para toda la familia. Todo ello, envuelto en un aire de gravedad de tragedia griega, porque en este filme los personajes pagan con brutalidad las consecuencias de sus malas conductas.

Esteta redomado, en el caso de Lanthimos la sofisticación de la puesta en escena se pone al servicio de una historia desgarrada en la que vuelve a demostrar un sobresaliente talento para indagar en el egoísmo del alma humana. El sacrificio de un ciervo sagrado, espeluznante casi siempre, a ratos de una profundidad abisal, es cine grande, cine ambicioso que quiere ser arte y lo acaba consiguiendo.

@juansarda