Image: Gerardo Olivares: La soledad urbana es nueva y nos costará adaptarnos a ella

Image: Gerardo Olivares: "La soledad urbana es nueva y nos costará adaptarnos a ella"

Cine

Gerardo Olivares: "La soledad urbana es nueva y nos costará adaptarnos a ella"

El director estrena El faro de las orcas, el drama de una madre que viaja a la Patagonia con la esperanza de curar a su hijo autista

16 diciembre, 2016 01:00

Gerardo Olivares da instrucciones al reparto durante el rodaje de El faro de las orcas

Hace ahora casi diez años, en 2007, Gerardo Olivares (Córdoba, 1964) ganó la Espiga de Oro en el Festival de Valladolid, por vez primera y de momento única para un español, con 14 km, en la que narraba la odisea de dos emigrantes subsaharianos a través de Africa para alcanzar las costas europeas. Después, llegó Entrelobos (2010), en la que Juan José Ballesta daba vida a un chaval que había pasado 12 años viviendo en la naturaleza. En el nuevo filme del cineasta, El faro de las orcas, la naturaleza vuelve a tener un papel protagónico. Es la historia de una madre (Maribel Verdú) que viaja desde Madrid hasta la Patagonia para visitar a un guardafauna (Joaquín Furriel) con la intención de que el contacto con estos monstruos marinos cure a su hijo autista. Un filme sensible con espectaculares paisajes y secuencias marinas en el que también vemos el romance de dos almas atormentadas por un difícil pasado.

  Pregunta.- ¿Ha llegado el momento de que regresemos a la naturaleza?
  Respuesta.- Hay una explicación antropológica. El hombre, desde que es "homo", ha vivido en la naturaleza como un animal más. Las primeras civilizaciones surgieron por la revolución de la agricultura, si observamos la línea del tiempo solo hace cien años el 90% de la población vivía en el campo. La ciudad es un ecosistema nuevo y para encontrar nuestro equilibrio debemos volver a la naturaleza porque es algo que está en nuestro código genético. En mis películas la naturaleza es un personaje más y quiero reivindicar ese vínculo con los seres humanos.

  P.- ¿Somos campesinos "desplazados"?
  R.- Es que el ambiente de la ciudad no nos pertenece. Hasta hace no mucho el hombre no podía vivir solo porque si se quedaba solo se moría. Esta soledad es nueva y necesitaremos mucho tiempo para adaptarnos a esta nueva forma de vida. Por eso todos los fines de semana se produce un éxodo masivo de urbanitas al campo. Eso sí, hay gente que se ha adaptado muy rápido y si la sacas de la ciudad se pierde.

  P.- En esta película el contacto con la naturaleza tiene efectos sanadores. ¿La naturaleza nos cura?
  R.- Este niño conecta con la naturaleza a través de las orcas, como hay muchos otros niños que lo hacen a través de los perros o de los caballos. Se han demostrado los buenos resultados para niños con autismo de la terapia con defines porque generan un sonido que estimula endorfinas y les genera un bienestar. La idea del viaje también es muy importante, el viaje del niño pero también de esa madre que no sabe que en el fin del mundo va a encontrar la felicidad.

 


P.- Esa madre seca y a veces muy antipática nos pone un espejo a nosotros, los demoledores urbanitas.
  R.- Urbanita y europea. A los latinoamericanos siempre les sorprende esta forma tan dura que tenemos de relacionarnos los europeos. Ella es una mujer desesperada por su hijo que ha recorrido medio mundo para interactuar con las orcas. El primer paso para dar un cambio es siempre salir de la zona de confort porque cuando arriesgas es cuando puedes encontrar cosas que no te podías ni imaginar.

  P.- El personaje de Furriel, detrás de su caparazón, también esconde algunos secretos.
  R.- La llegada del niño y la madre es un shock porque no está en el momento de recibir a nadie. Poco a poco va conectando con el niño porque él también necesita una terapia. Al final, ella viaja a Argentina para que la ayuden pero se acaban ayudando mutuamente.

  P.- El niño, las orcas, el autismo... ¿Ha querido huir del melodrama lacrimógeno?
  R.- Con una historia como ésta era muy fácil hacer una película demasiado dramática, a la que te despistas te sale Pasión de gavilanes. He querido evitar en todo momento el dramón, que cuando llegue ese gran salto uno conecte con las emociones de esos personajes a otro nivel.

  P.- Sigue siendo el único español que ha ganado la Espiga de Oro en Valladolid. ¿Tuvo un gran efecto ese premio?
  R.- En la carrera de un cineasta siempre hay un chispazo que te facilita las cosas y te permite llegar a otro nivel. No solo fue la Espiga, también me ayudó mucho ganar el Festival de Guadalajara en México.

  P.- La película con la que ganó, 14 km, ha ganado actualidad con los años.  
R.- El fenómeno de la inmigración no solo no ha parado sino que ha aumentado. Después de eso llegó Frontex (el sistema de vigilancia europeo de las costas) y los emigrantes buscaron otras vías para entrar en nuestro país que no fueran el Estrecho, porque no hay vallas que puedan impedir que los seres humanos luchen por sus sueños. Cuando yo hice esa película eran emigrantes económicos, hoy ha empeorado mucho la situación con la huida masiva de refugiados que huyen de la guerra. En el Mediterráneo está sucediendo una masacre delante de nuestros ojos sin que hagamos nada. Vivimos en un mundo extraño, ellos se mueren tratando de llegar a España y nuestros jóvenes se marchan porque aquí no hay trabajo.

@juansarda