Image: El periodismo, en el punto de mira

Image: El periodismo, en el punto de mira

Cine

El periodismo, en el punto de mira

29 enero, 2016 01:00

De izquierda a derecha, Michael Keaton, Liev Schreiber, Mark Ruffalo, Rachel McAdams, John Slattery y Brian d'Arcy

Tom McCarthy recupera el género periodístico recreando la investigación del Boston Globe en torno a los casos de abuso a menores por parte del clero. Con un gran reparto encabezado por Michael Keaton, Mark Ruffalo y Rachel McAdams, Spotlight llega a nuestras salas con seis candidaturas a los Oscar.

En los setenta y ochenta, Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976) llenó los cines y las escuelas de periodismo. En 2016, Spotlight (Tom McCarthy) no hará ni una cosa ni otra. En 40 años, el mundo ha cambiado mucho. El cine ya no es lo que era y el periodismo, tampoco. Lástima. Los dos medios han sufrido cambios dramáticos. El cine busca desesperadamente contener la fuga de espectadores, ávidos de pantallas más cómodas. La prensa vive la mayor crisis de su historia, y no encuentra un camino que le permita sobrevivir para llevar a cabo su función: vigilar a los poderosos.

Cine y prensa llevan vidas cruzadas. Samuel Fuller (1912-1997), que se consideraba a sí mismo "un periodista de cine", aseguraba que todo "periodista era un cineasta en potencia". Él mismo había sido un gran reportero. Lo dijo bien claro: "Lo que es bueno para un reportaje es bueno para una película". Así se explica que el actor y director Tom McCarthy decidiera llevar al cine una investigación periodística. Spotlight incluye dos tramas entrelazadas. Una, la estremecedora historia de los niños que sufrieron abusos sexuales por parte de sacerdotes. La otra, el minucioso relato del trabajo de los periodistas del Boston Globe para denunciar esas prácticas amparadas por la curia y el poder civil.

Spotlight significa en español algo así como en el punto de mira, y es el nombre del equipo de investigación del diario de Massachusetts. La película a la que da título recuerda al documental -otra conexión con la prensa-, con un ingente esfuerzo de verosimilitud. Carece del glamour que daba por ejemplo Robert Redford a la ya muy sobria Todos los hombres del presidente o de concesiones como el cinematográfico párking donde se encontraba Woodward con Garganta Profunda. Aquí los actores, procedentes algunos de series de televisión, son meros instrumentos para encarnar de la forma más fiel posible a los protagonistas, tipos corrientes. Nada puede distraernos del contenido de la historia. Estaríamos próximos al docudrama si no fuera porque los personajes no se interpretan a sí mismos.

Los periodistas son gente normal afanándose por hacer su trabajo lo mejor posible, revisando anuarios, rescatando viejos recortes, intentando poner orden en las listas con una primitiva hoja de Excel, tomando notas garabateadas en cuadernos, sin ni siquiera permitirse una grabadora. Tipos que no tienen tiempo para comer, que sobreviven a base de alimentos de máquina. Apenas sabemos nada de ellos, alguna pincelada sobre si se educaron en el catolicismo, viven solos o acompañan a su abuela a misa. Nada más. Suficiente.

La gran historia

Al fin y al cabo los protagonistas de esta historia son las víctimas, los llamados ‘supervivientes', porque la mayoría no sobrevivieron para contarlo. Desequilibrios familiares, caracteres débiles, vidas problemáticas... el caldo de cultivo perfecto para el maltratador. A los reporteros, al igual que a los espectadores, se les remueven las entrañas cuando oyen sus confesiones.

Tiene que venir un director nuevo, curtido en Miami y Nueva York, para abrir los ojos a los provincianos periodistas de Boston y guiarles hacia la gran historia que está ocurriendo ante sus narices. Se trata de Marty Baron (Liev Schreiber). Y, casualidades de la vida, hoy dirige el periódico del Watergate, el Washington Post.

Las investigaciones provocaron que 249 sacerdotes fueran acusados del delito de pederastia contra casi 1.500 víctimas

No es la única casualidad. Ben Bradlee Jr. (John Slattery en la película), subdirector del Globe entonces, es el hijo del director del Post cuando se descubrió el Watergate, Ben Bradley Sr., que jugó un papel decisivo en la publicación de las trapacerías de Richard Nixon. Jason Robards lo encarnaba en la película. El resultado de la investigación del Boston Globe no hizo caer a un presidente, pero sí marcó un antes y un después en la postura de la Iglesia Católica y de la sociedad con respecto a los abusos a menores por parte del clero. Las averiguaciones provocaron que 249 sacerdotes fueran acusados, sólo en Boston, del delito de pederastia contra casi 1.500 víctimas, así como la dimisión del arzobispo. La práctica estaba tan arraigada en aquella sociedad de mayoría católica que había sido encubierta durante décadas por las principales instituciones, incluida la prensa.

Extraña comprobar que la película sobre el Watergate se estrenó sólo dos años después de que Nixon dimitiera. En cambio Spotlight llega a las pantallas catorce años después de que el Globe publicara su investigación ¿Por qué? El guión de McCarthy y Josh Singer estuvo tiempo en la black list (lista negra). Así llaman los profesionales del cine a ese lugar indefinido en el que duermen algunos proyectos, casualmente todos sobre temas espinosos. ¿Censura? Quizá simple dejadez o pocas ganas de meterse con un proyecto que traerá quebraderos de cabeza, por mucho que el público deba conocerlo. Lo mismo que les ocurre a los reporteros de la película. Menos mal que, volviendo del revés la cita de Fuller, todo cineasta es un periodista en potencia. Y, sin duda, Tom McCarthy lo es. No en vano encarnó al periodista Scott Templeton en la serie The Wire.

¿De dónde viene la información?

Michael Keaton y Mark Ruffalo en Spotlight

De sus palabras puede deducirse su admiración por el periodismo: "Oigo decir que sí, que los periódicos están cerrando, pero que da igual, porque hay mucha información en Internet. Y tú te dices a ti mismo: Vale, pero ¿de dónde viene esa información?" El director cree que hay un "desfase" entre lo que la gente sabe sobre el periodismo y su verdadero valor, "lo que estamos perdiendo como sociedad".

Es más, explica que el Globe que se muestra en la película es "un gran periódico, que tiene los medios suficientes para facilitar a esos reporteros una investigación de meses, como ésta. Más de un periodista me ha dicho que no hace tanto de esta historia y que, sin embargo, siente nostalgia de aquel tiempo tan diferente".

Tom McCarthy demuestra que conoce bien el cine sobre periodismo cuando se le pregunta por las películas que le influyeron: El desafío-Frost contra Nixon (2008) y Al filo de la noticia (1987), ambas de Ron Howard; Network, un mundo implacable (1976) y Veredicto final (1982), las dos de Sidney Lumet; Los gritos del silencio (Roland Joffé, 1984); El dilema (Michael Mann, 1999); Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941); El gran carnaval (Billy Wilder, 1951); JFK (Oliver Stone, 1991); y Buenas noches, buena suerte (George Clooney, 2005), en la que él mismo tiene un pequeño papel.

Además, claro, de la mencionada Todos los hombres del presidente. Ahora, a esa lista tendremos que añadir Spotlight, según algunos críticos la mejor película sobre periodismo desde la ya clásica historia del Watergate.