Image: Pat Garret & Billy The Kid (1973)

Image: Pat Garret & Billy The Kid (1973)

Cine

Pat Garret & Billy The Kid (1973)

Director: Sam Peckinpah

22 junio, 2006 02:00

Intérpretes: James Conurn, Kris Kristofferson, Bob Dylan, Zbigniew Zapasiewicz. Guión: Rudy Wurlitzer. Fotografía: John Coquillon (color). Sello: Warner Home Video. Duración: 115 minutos

Ya era hora. Por fin está al alcance de todos una copia en condiciones de esta hermosa obra de Sam Peckinpah, no su mejor western según el juicio estándar de la crítica, pero posiblemente el más poético y memorable. En formato panorámico original y con una calidad de imagen y sonido extraordinaria, Pat Garret & Billy The Kid se puede ya disfrutar en dos versiones distintas. La que incluye el disco 1 es la película restaurada y con un equilibrado montaje supuestamente realizado a partir de las notas del director, pero cuyo arranque no es ni de lejos el más interesante, pues en cierto modo aniquila el espíritu setentero del film. El montaje más genuino y el que probablemente hubiera firmado Peckinpah es el de la versión que incluye el disco 2, que con buen criterio no sacrifica los congelados de los títulos de apertura y establece el tono perfecto del filme al atrapar el sentimiento de rabia, irreverencia y elegía que envuelve todo el relato. Cuestión de matices, que en el caso de una película-poema como ésta, que derrama nostalgia por todos los costados, adquieren una importancia fundamental.

Kris Kristofferson es Billy el Niño y James Coburn es Pat Garret. No se puede pensar en dos actores más adecuados para dar vida a estas dos leyendas del viejo Oeste americano, a pesar de que las diferencias de edad eran considerables (Billy apenas era un imberbe cuando le mataron, Kristofferson ya tenía 37 años cuando lo interpretó). La leyenda que ha forjado a ambos comparte la dimensión ancestral y metafórica de los grandes mitos, de los que el western ya parecía haberlos explotado todos. Pero como si fuera un trasunto autobiográfico de Peckinpah (estrechamente relacionado con su propia condición de outsider en la industria), el relato de amistad y traición toma en manos del director de Grupo salvaje un nuevo rumbo, que tiene tanto de nostalgia como de ajuste de cuentas histórico. El alcance poético del film, apoyado en la extraordinaria música de Bob Dylan, no se aleja sin embargo de un realismo acorde con el polvo y el sudor, la carne, el whisky y la pólvora. Los tiros reverberan con una música especial, las interpretaciones fluyen libres, las imágenes se apropian de la luz mortecina, los hombres cabalgan cansados. Existencias errabundas al cabo de la muerte y el olvido, ningún otro western ha captado con tanta maestría el estilo de vida nómada y desarraigado a lo largo del Río Grande, ni los horizontes sin grandeza de unos tiempos y unos hombres que morían devorados por la presunta "civilización".

Extras: Es una lástima que una edición tan trabajada y bien presentada como ésta se apunte a la política del engaño que con tanta impunidad practican otros sellos editoriales de dudosa moralidad. Vender como "Entrevista a Pat y Billy" un montaje paralelo de declaraciones del restaurador y la compañera de Peckinpah durante el rodaje no deja de ser algo obsceno, sobre todo cuando uno (ingenuo) espera encontrar entrevistas en rodaje con los actores protagonistas (¿y por qué no?). La entrevista con Kris Kristofferson (en la actualidad) se presenta bajo el título "Con un pie en la tumba: recordando a Sam Peckinpah y otras cosas", pero lo único que encontramos ahí es una sesión de nostalgia fabricada en torno al pasado de Kristofferson (con canción a Sam incluida) y muy poco en relación a la película. Advertidos están. No compren el DVD con los extras en la mente. Les decepcionarán.

Escena clave: El extraordinario arranque (siempre que sea la versión del disco DVD 2). La guitarra de Dylan envuelve un montaje de atracción que simultanea el asesinato de Pat Garret, tornado a sepia, con el juego del "tiro a la gallina" de Billy el Niño y sus secuaces, para terminar con la conversación en la cantina de ambos antagonistas. Y mientras, los títulos de crédito, impresionados en rojo sobre congelados de imagen. Nunca el western fue tan cool.