Tiene sólo 27 años, pero le es muy familiar el cine del primer John Waters y también el de otros eximios miembros de la cultura basura. él es Trey Parker, director, guionista y actor de "Orgazmo", una película con trampa. Expliquémonos: una película tramposa (sin pretenderlo, ojo). Al menos, por estos pagos europeos. Sí, no es extraño: en Estados Unidos, país de la mojigatería (hipócrita mojigatería) por antonomasia, "Orgazmo" habrá sorprendido, y, si me apuran, escandalizado a más de un crítico, pero aquí, en la otra punta de la tierra, las andanzas de un medio bobo mormón que acaba protagonizando películas porno nos traerán poco menos que al pairo. No me malinterpreten, sin embargo: "Orgazmo" es un filme gracioso; incluso, en alguna que otra escena, chispeante, aunque en otras acuse cierta rudimentaria concepción del humor, y está filmado con una inocencia conmovedora, pero no es ni provocativo ni original. Su director, que de tonto no tiene un pelo, ya lo reconoció para que nadie se llamase a engaños: es ésta una parodia de las películas de superhéroes, y punto. Así entendida, tiene su chiste. Pero a la luz, más de 20 años después, de las deliciosas tropelías perpetradas por el susodicho Waters en un ramillete de basureros filmes, y aunque no sea ésta su única influencia, el "Orgazmo" de Parker es de una candidez casi insultante. Un título, ya decimos, engañoso: al cabo, casi todo en esta vida es siempre menos trasgresor de lo que parece.