Una escena de 'El imperativo categórico'. Foto: Silvia Poch

Una escena de 'El imperativo categórico'. Foto: Silvia Poch

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'El imperativo categórico', una comedia sobre la desesperación ante una sociedad que se va a pique

Victoria Szpunberg levanta una obra protagonizada por Ágata Roca en la que se narra el agónico momento que viven las clases medias en la actualidad.

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Victoria Szpunberg (Buenos Aires, 1973), la flamante Premio Nacional de Literatura Dramática 2025, presenta en el Teatro de la Abadia una de sus últimas piezas: El imperativo categórico, escrita originalmente en catalán y que se representa traducida.

La comedia se ve bien e incluso cumple un papel terapéutico: dibujar una sonrisita en aquellos que, a pesar de la desesperación que les produce ver traicionado un modelo de sociedad que les prometieron, todavía no han dado el paso hacia la desobediencia.

A modo de parábola la obra cuenta el agónico momento que viven las clases medias en la actualidad, reflejado en el personaje protagonista que interpreta estupendamente Ágata Roca y por el que ha recibido varios premios, entre ellos el Max Mejor actriz 2025.

Da vida a una deprimida mujer de nuestros días que harta de lo difícil que se le ha vuelto la existencia a la crítica edad de 50 años tiene los redaños de remar contra la corriente llegando incluso a urdir una pequeña venganza.

De su mano nos reconocemos en la vida solitaria y complicada de esta profesora de universidad experta en la filosofía de Kant, recién separada, urbanita y a punto de ser desahuciada de su casa por un fondo buitre que la acaba de comprar; además, lleva tiempo padeciendo a un vecino extranjero ostentosamente ruidoso que no la deja dormir. Sufre desmayos, oye ruidos extraños… es ya carne de psicólogo.

La obra tiene un inicio con Ágata Roca haciéndonos creer que somos sus alumnos e ilustrándonos con autoridad sobre El proceso de Kafka, todo un principio inspirador. Recordé entonces otra obra que vi en este mismo escenario hace un par de años, Pundonor, de la deslumbrante autora y actriz también argentina Andrea Garrote, y con la que comparte muchas hechuras formales.

A diferencia de aquella, Roca no está sola, le acompaña en escena Xavi Sáez, que se multiplica con habilidad en cinco o seis personajes masculinos, de mentiroso agente inmobiliario a ocasional ligue de Tinder entusiasta de libros de autoayuda, de profe trepa a policía del montón.

Ágata Roca y Xavi Sáez en 'El imperativo categórico'. Foto: Silvia Poch

Ágata Roca y Xavi Sáez en 'El imperativo categórico'. Foto: Silvia Poch

Puede que el título de la comedia, que remite a la obra de Kant, disuada al espectador, pero Szpunberg ata bien los cabos de las distintas referencias filosóficas y literarias que emplea con las acciones dramáticas de sus personajes, de manera que estas encuentran acomodo justificado en esta comedia negra de tono irónico.

Así que están bien tejidas las alusiones a Kant o Walter Benjamin y más todavía a Kafka, que inicia y cierra la obra a modo de bastidor de todo este engranaje teatral y donde El proceso funciona como una traslación a nuestra época de la hostilidad, burocracia y lo absurdo de la existencia que relata el libro. Elemento acertado es la voz en off que oímos de vez en cuando y que nos descubre los pensamientos ocultos de la protagonista.

Tenemos pues una obra que nos trae a lo cotidiano, a la imposibilidad de vivir en las grandes ciudades para el común de los mortales, con el acuciante problema de buscar vivienda de alquiler a precios desorbitados.

Y también nos plantea otros asuntos sociales como la referencia a una universidad en decadencia, de dudosa exigencia intelectual, en la que la libertad y autoridad del profesor es minada por sus alumnos. La sensación de fracaso, de derrota y de traición es total.

Szpunberg pisa un poco más lejos cuando nuestra protagonista-filósofa se hace con un arma. ¿Se defenderá con ella de tanto agravio como está soportando? Ella sabe que la razón —que hasta ahora ha sido uno de sus valores más apreciados como profesora experta en el pensamiento ilustrado de Kant— no está reñida con la violencia, véase la Revolución Francesa o la bomba atómica sobre Hiroshima. Pero también sabe que de usarla violaría el imperativo categórico de Kant, esa conciencia del bien en sí mismo, que no depende ni de deseos personales ni de fines circunstanciales.

El imperativo categórico

Teatro de La Abadía, hasta el 9 de noviembre

Texto: Victoria Szpunberg
Dirección: Victoria Szpunberg
Reparto: Àgata Roca y Xavi Sáez
Escenografía: Judit Colomer
Iluminación: Marco Lleixà (AAIV)
Espacio sonoro: Lucas Ariel Vallejos
Vestuario: Joana Martí
Producción: Teatre Lliure