Stanislavblog por Liz Perales

Jordi Vallejo, un debutante que llena teatros

29 diciembre, 2017 16:39

[caption id="attachment_1797" width="560"] Luis Merlo, Marina San José, Antonio Molero y Maru Valdivieso en El test[/caption]

La obra con la que despido 2017 tenía ayer el teatro abarrotado de público. Hablo de 740 personas congregadas para ver El test, que en su segunda temporada se representa en el Teatro Alcázar-Cofidis y que ya han visto más de 250.000 personas en la capital. La comedia está bien construida, ágil, con buenos golpes y permite lucirse a los actores: Luis Merlo, Maru Valdivieso, Antonio Molero y Marina San José. Una duda me asaltó:  ¿quién es su autor?, ¿quién es Jordi Vallejo del que apenas he oído hablar?

Vallejo es fundamentalmente guionista de cine y televisión. Estudió guión en la Escuela Superior de Cines y Audiovisuales de Cataluña y ha trabajado en varias productoras de series de televisión (recientemente ha colaborado en la segunda temporada de Nit i Dia, con idea original de Jordi Galcerán y Lluís Arcarazo) y en largometrajes (Reír y llorar, El pacto, se estrenan el próximo año). Debutó en el teatro en 2015, en la sala Muntaner de Barcelona, con El Test que fue producida por otro autor, Jordi Casanovas. El texto ganó el premio Fray Luis de León de Castilla-León. La productora Smedia se interesó por ella. Junto a Pedro Larrañaga hizo un nuevo montaje dirigido por Alberto Castrillo-Ferrer  y, tras girarlo por España, aterrizó en Madrid la pasada temporada. La obra se ha estrenado también en Argentina y Perú, y tiene la pinta de que esto va a más.

El test sigue la estela de las comedias de Galcerán, aunque no tiene el complejo y arriesgado nivel que el barcelonés alcanza en la construcción de sus obras. Se sirve de un asunto tan trivial como el valor que le damos al dinero para desenmascarar a los personajes y mostrarnos un pedazo de nuestra cotidianidad y, de paso, hablar de los “temas” y tabúes que caracterizan a nuestra sociedad. Desde la primera escena nos plantea el incidente que va a desencadenar la acción: ¿aceptarías 100.000 € ahora o un millón dentro de diez años?

La obra se sostiene básicamente en los diálogos y en el perfil de los personajes, que nos resultan familiares. Dos parejas han quedado a cenar. Toni (personaje de Luis Merlo) invita a su casa a sus dos amigos, la pareja formada por Paula (Maru Valdivieso) y Héctor (Antonio Molero), y a su última conquista, Berta (Marina San José), una psicóloga de éxito. La reunión tiene lugar en la extraordinaria terraza del ático de Toni, un tipo que se ha hecho bastante rico.  Por el contrario, la pareja de amigos atraviesan un mal momento, viven de un bar ruinoso que Héctor mantiene como puede, y van a ser los conejillos de indias del experimento.

El autor cruza el conflicto con dos argumentos subsidiarios muy de nuestros días y que toman cuerpo en los dos personajes femeninos: de un lado, la nueva religión de los contenedores del reciclado, de no comer carne ni productos no biológicos, rezar constantemente el rosario solidario y hacer como que se expulsa a los mercaderes del templo, que encarna Paula; de otro, la creencia de que la psicología es una ciencia que explica y resuelve los conflictos humanos.

Luis Merlo lidia con el personaje más difícil, no es habitual encontrar amigos dispuestos a extender cheques con tantos ceros. Él consigue darle verosimilitud con la simpatía, inocencia y esa dosis canalla que suele imprimir a sus personajes cómicos. Maru Valdivieso dibuja con naturalidad y convicción a la mujer piadosa, su personaje me recordó a una de las esposas de Un dios salvaje, de Yasmina Reza. Marina San José resuelve favorablemente el de psicóloga trepa y ambiciosa. Y Molero es el antagonista de los personajes femeninos: un hombre del común, clase media, agobiado por las deudas y que acepta con resignación la religión de su esposa. Se diría que se le ha quedado pegado el personaje al cuerpo, está chistoso y su pragmatismo en contraste con las ideas de su mujer y con las de la psicóloga arrancan un buen puñado de carcajadas.

Tenía mala conciencia por no haber visto esta obra, especialmente cuando por estas fechas se nos piden rankings de los mejores espectáculos del año. Es imposible ver todo lo que los escenarios de una ciudad como Madrid ofrece. Y, además, no sé qué extraña circunstancia hace que el éxito de obras que son puro entretenimiento esté reñido con el reconocimiento cultural que les brindan los medios. De manera que aquí va esta recomendación tardía que el sabio público ha sabido reconocer con mayor anticipación que la que esto escribe.

 

 

 

 

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