Stanislavblog por Liz Perales

Los cachorros de Alicia Alonso desertan

7 noviembre, 2013 12:35

Hace unos días The New York Times se hacía eco de la peripecia protagonizada la pasada primavera por nada menos que siete desertores del Ballet Nacional de Cuba (BNC) que dirige Alicia Alonso. Las giras suponen una amenaza que está dejando a la formación descapitalizada, por lo que las autoridades intentan proteger a las figuras de mayor talento limitando sus salidas al extranjero. Los siete desertores cubanos, con poco más de 20 años, protagonizaron una peripecia increíble, pues abandonaron la formación todos juntos, cuando estaban de gira en México. Consiguieron llegar a Miami sin un dólar en los bolsillos, sin trabajo y con un conocimiento básico de inglés. “Sabíamos lo que dejábamos atrás, no lo que nos esperaba. Pero teníamos que hacerlo”, explica Arianni Martin, una de las bailarinas, de 21 años, que se ha incorporado al Ballet de Arizona y ha inaugurado la temporada en el papel de Cenicienta, de Prokofiev. Para entrar en Estados Unidos, el grupo viajó en autobús desde Yucatán a Nuevo Laredo, en la frontera con Texas, 2500 kilómetros de recorrido. Y cuentan que mientras cruzaban por el puente de Río Grande, intentaban no hablar para que no se notara su acento, les habían dicho que por allí abundan ladrones a la busca de pasaportes. Una vez en Miami, el director de Cuban Classical Ballet, Pedro Pablo Peña, otro desertor, hizo de cabeza de puente y les ayudó.

El BNC, que este año celebra su 65 aniversario, goza de prestigio mundial y de él han salido excepcionales y energéticos bailarines, sobre todo masculinos, como Jose Manuel Carreño, Carlos Acosta, Yosvani Ramos o los hermanos Daniel y Rolando Sarabia, todos ellos figuras que han acabado en las grandes formaciones internacionales. Pero las deserciones han sido continuas desde los años 60 y las autoridades, en vez de intentar canalizarlas de forma provechosa, se han dedicado a hacer circular historias sobre las terribles consecuencias que les aguardan en el mundo capitalista y a prohibir las salidas. Así, por ejemplo, cuentan estos desertores que la selección de las figuras que participan en las giras no se basa tanto en el talento de los bailarines, sino en la fiabilidad política de estos. “Me he dado cuenta que cuando te seleccionan para una gira internacional, por una razón u otra no te permiten volver a viajar en cinco años, una eternidad para un bailarín, pues tenemos una carrera muy corta. Por eso, cuando me eligieron para ir a México, fue la primera oportunidad que tuve de salir y la aproveché”, explica Alejandro Méndez, fichado por el Ballet de Monterrey y único del grupo que decidió quedarse en el país azteca. En opinión de los bailarines instalados ya en Estados Unidos, el BNC ofrece un entrenamiento muy bueno y rígido, pero se resiste a la innovación. Hablan de que el repertorio esta 'congelado', pues se centra en los ballets clásicos de Giselle o El lago de los cisnes. “Sientes que haces lo mismo todo el tiempo. Yo necesito crecer por mí mismo, aprender a ser independiente y autosuficiente. No hay un solo camino para la danza y el movimiento, hay millones, y ahora puedo aprenderlos”, señala Josué Justiz, que ha acabado en el Washington Ballet. Tras la huida de los siete bailarines, la respuesta oficial del BNC fue que se trataba de “figuras que todavía no tenían un nivel internacional”. Pero todas se han incorporado en menos de seis meses a formaciones americanas y mexicanas.

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