Stanislavblog por Liz Perales

Cultura digital versus analógica

6 junio, 2013 02:00

La ministra socialista de Cultura de Francia, Aurélie Filipetti, debe de estar encantada de la proyección mediática que le ha dado su declaración de guerra a Amazon. A ella le irrita que la mayor librería online del mundo compita con precios más bajos con las librerias galas. Amazon lo puede hacer, entre otras razones, porque está radicada en Luxemburgo, que tiene un IVA del 3% frente al 7% que impone Francia a los productos culturales. No hace poco en nuestro país, José Manuel Lara anunció que trasladaría casadellibro.com a París si España no bajaba el IVA para los ebook, gravados con el 21%. A Filipetti le vendría bien leerse el informe que ayer presentó la Fundación Alternativas, de la que es vicepresidente Nicolás Sartorius, hombre progresista también: “La internacionalización de las industrias culturales y creativas españolas”, en el que se reflexiona sobre cómo internet ha modificado los hábitos de consumo de bienes culturales y cómo, necesariamente, las empresas e industrias culturales o cambian su forma de operar, adaptándose a una sociedad digital, o estarán abocadas al fracaso.

La presentación del estudio tiene lugar, justamente, en una semana en la que se ha conocido el próximo cierre de la librería Cervantes-Canuda de Barcelona, especializada en libros de segunda mano y conocida como el Cementerio de los Libros Olvidados. Una semana en la que leo que el gobierno australiano reduce sus apoyos a las industrias culturales tradicionales en favor de las industrias culturales digitales.

Volviendo al estudio de la Fundación Alternativas, que firman Javier Celaya (analista de dosdoce.com), Pau Rausell y Anna Villarroya y ha contado con el apoyo de Google (lo que quizá le produza desconfianza a la ministra gala, pues también la emprendió contra el buscador), éste analiza la forma de operar hasta ahora de editoriales, productoras de cine y de teatro, editoras de música, galerías de arte, empresas de videojuegos, despachos de arquitectura, instituciones dedicadas a promover el patrimonio cultural... para concluir que, uno de los males de nuestra cultura es que se contempla como un entramado de empresillas y asociaciones que viven de las subvenciones. “Hasta ahora las autoridades e implicados nunca han considerado la cultura como una industria, cuando debería considerarse dentro de la política industrial más que de la política cultural” y, a muchas de ellas, dentro del capítulo de I+D+I. Con este enfoque, aconsejan también que se modifique el sistema de ayudas y créditos.


Javier Celaya, coautor del informe de la Fundación Alternativas.

La segunda conclusión importante es que el mercado es ahora global y la actividad de cualquier industria de éstas pasa necesariamente por su internacionalización. ¿Qué quiere decir eso exactamente? Así lo explica Celaya: “Si queremos ser competitivos, hay que pensar más allá de nuestros mercados naturales. Tenemos la ventaja de que el español es el segundo idioma más hablado, pero debemos plantearnos que no sólo tenemos que producir en español, sino empezar a producir en otros idiomas como el inglés.”

Respecto a los precios, el estudio añade: “Una de las claves de la economía digital es gestionar una política de precios que tenga en cuenta las dinámicas de la oferta y la demanda que tienen lugar en Internet. Los precios en la era digital deberían fijarse en tiempo real, basándose en la oferta y la demanda de un determinado producto cultural durante un limitado periodo de tiempo. Si el sector cultural aspira a crear un amplio mercado de contenidos de pago, debería fomentar la demanda de los mismos dinamizando su precio de venta al público”.

Por todo ello, Celaya es firme defensor de “acabar con la Ley del Precio Fijo del libro” y de reformar la legislación de forma que tenga en cuenta el nuevo escenario digital. También cree que combatir la piratería será más fácil cuando “haya un mayor oferta de contenidos digitales legales, unos precios más competitivos y el proceso de compra sea más fácil que el de una descarga no autorizada”.

Teatro en el escenario digital

Pero ¿y el teatro? ¿Cómo se adapta a un mercado digital? Frente al cine, los ebooks o la música, es por su naturaleza el arte más local, pero también el que más y mejor contribuye a crear lazos identitarios de una cultura. O sea, que su atractivo es también una dificultad para su difusión. El estudio aconseja su internacionalización porque, entre otros beneficios, pueden servir para obtener nuevas fuentes de ingreso, descubrir nuevas tendencias artísticas o compartir recursos con nuevos agentes.


El Ballet Nacional de España es la compañía española que más gira por el extranjero.

Esta internacionalización hasta ahora ha sido muy limitada. Salvo acciones de la Comunidad de Madrid o de la Agencia de Acción Exterior, es raro, por ejemplo, que nuestros Festivales pongan en valor sus producciones, desarrollando políticas que inviten a programadores extranjeros o directores de otros festivales a conocer lo que se exhibe. Un estudio arroja que en 2011 la presencia de programadores, compañías y distribuidores en nuestro país fue del 13,1%.

En este sentido, parece claro que América Latina es un mercado lingüístico para nuestras producciones (aunque la distancia aumenta los costes) pero no deben desecharse otros mercados en otras lenguas, sobre todo ahora que los nuevos procedimientos tecnológicos de traducción facilitan la exhibición. Hasta ahora la presencia de las producciones españoles en Europa es muy moderada, siendo Francia, Portugal y Reino Unido, por este orden, los países más interesados. Huelga decir que los espectáculos de danza tienen una más fácil proyección exterior. El estudio habla del programa Europa Creativa, dirigido a promover la movilidad de artistas, e Iberescena, más conocido y destinado a favorecer la difusión con América Latina.

Image: Tamara Rojo recibe en Londres el Premio Fundación Banco Santander

Tamara Rojo recibe en Londres el Premio Fundación Banco Santander

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