Stanislavblog por Liz Perales

El actor de adentro para afuera

10 enero, 2013 01:00

¿Por qué Stanislavblog? En primer lugar, porque el nombre me hace gracia y porque, además, me sirve como excusa para mi primer tema que es, ¡qué casualidad!, Stanislavski (Moscú, 1863-1938), de quien el pasado 5 de enero se celebraron los 150 años de su nacimiento. Todo el mundo de la farándula al menos ha oído hablar del Sistema de Stanislavski y muchos se han dedicado con pasión a aprenderlo. El llamado Sistema es una gramática de la interpretación, un método pedagógico y de aprendizaje para actores y directores. Con un enfoque típicamente científico, basado en la observación de cómo actuaban los actores que le gustaban y en su propia experimentación, Stanislavski sistematizó unas ciertas leyes de interpretación, algo que nadie había hecho antes. Hoy las enseñanzas del maestro ruso están integradas en las escuelas de Arte Dramático de nuestro país y la mejor muestra de ello es el argot tan especial que a diario se usa en los ensayos y clases: "objetivo, acción dramática, estrategia del personaje, análisis de la acción...", términos acuñados por Stanislavski. A grandes rasgos, Stanislavski propone que el intérprete interiorice las emociones del personaje, que estudie su psicología, que imagine e indague incluso en episodios de su propia biografía para encarar el papel y ofrecer así una actuación verdadera, vívida, orgánica.

No hay que olvidar que él conoció las corrientes de la psicología moderna pues fue contemporáneo de Pavlov y de Freud, y también de las vanguardias artísticas de comienzo de siglo, desde el simbolismo al surrealismo. Vanguardias con las que sintonizó al alejarse de la representación mimética de la realidad para reflejar los sentimientos, las pasiones, los mundos interiores de los personajes según los sentía el artista. Stanislavski escribió su Sistema en 1909 pero no lo terminó de rematar hasta el final de sus días, en 1938. Y como suele ocurrir con los grandes innovadores que crean escuela, no sólo han surgido grandes disputas entre partidarios y detractores, sino entre sus discípulos más entregados: Vajtángov, Meyerhold y Mihjaíl Chejov, sus tres sucesores con más prestigio. Quizá una de las claves del prolongado éxito del Sistema es que es muy útil para mucha gente: para los actores, porque les organiza el trabajo y les sirve como rutina de entrenamiento; a los directores, porque ha contribuido decisivamente a convertirlos en omnipotentes e hiperprotagonistas; y a los exactores y exdirectores para darles una salida en las escuelas que han proliferado gracias a que la interpretación pretende ser ahora una disciplina cuasicientífica.

Las enseñanzas de Layton

En España las ideas de Stanislavski no se empezaron a conocer hasta hace poco más de medio siglo. Desde entonces, más que de su Sistema se ha venido hablando del Método, o sea, de las enseñanzas del maestro ruso pasadas por la modernidad norteamericana. En 1931 Lee Strasberg, Stella Adler y Harold Clurman crean en Nueva York el Group Theatre, a partir de la propagación que actores y discípulos de Stanislavski hicieron en Estados Unidos. El grupo sería el germen del célebre Actor's Studio que surgiría más tarde y cuyo estilo naturalista de interpretación puso de moda el cine de Elia Kazan. Fue a través de este Método como entraron las ideas del maestro ruso en nuestro país. Al norteamericano William Layton le deben los actores españoles sus primeros contactos con el Método a finales de los años 50. Los efectos de sus enseñanzas comenzaron a hacerse patentes una década después. "Era moneda corriente entonces preguntar al actor si era ‘de los de adentro para afuera' o ‘de los de afuera para adentro'", recuerda José Luis Alonso de Santos, uno de los primeros discípulos de Layton junto con José Carlos Plaza, Miguel Narros o Antonio Llopis en el Teatro Estudios de Madrid (TEM). La cuestión incidía precisamente en si el intérprete actuaba desde el corazón, desde la verdad que pregonaba Stanislavski, o por el contrario, abrigaba el distanciamiento brechtiano, inmune a la subjetividad.

El elenco de la Naranja mecánica de William Layton en 1999

Layton había sido discípulo de Sandford Meisner en su país y se percató de las deficiencias formativas de nuestros actores cuando llegó a España en 1955. Comenzó a impartir talleres primero en el TEM de Narros, con el que estrenaría en 1964 un espectáculo célebre, Proceso por la sombra de un burro de Dürrenmatt, dirigido por Plaza. Y después continuó en el Teatro Experimental Independiente y el Teatro Estable Castellano. Una larga nómina de actores españoles que hoy pueblan nuestros escenarios tuvieron la suerte de tratarle: desde Ana Belén, Manuel de Blas, Anna Lizaran, El Brujo, Agustín García Calvo, Juan Margallo, Emilio Gutiérrez Caba, Alicia Hermida, Julieta Serrano, a generaciones más jóvenes como Carlos Hipólito, Adriana Ozores, Joaquín Notario, Ana Labordeta, Nuria Gallardo, José Pedro Carrión, Chema Muñoz, Israel Elejalde... la lista es inabarcable. En la década de los 80 Layton fundó el Laboratorio que lleva su nombre y que hoy, tras su muerte y de la mano de profesores como Paco Vidal, Begoña Valle, Cipri Losada, Paca Ojea o Carmen Losa, sigue fiel a su espíritu.

Una pausa según el Método

Anécdota célebre en el mundillo es la que se cuenta de un ensayo de Layton con José Bódalo, un actor de los “de fuera para adentro” y no precisamente porque fuera brechtiano: -Pepe, -le indica Layton al actor con su inconfundible acento americano-, te vas hacia la ventana y entonces piensas en tu padre y recuerdas cuando en tu niñez solías jugar... -O sea Layton, quieres que vaya a la ventana y haga una pausa ¿no?, le contesta lacónicamente el actor. Pero también hay directores que huyen despavoridos del minucioso e intrusivo Sistema: “Antes de comenzar los ensayos te advierten de que no les vengas con preguntitas, que la composición del personaje es una labor tuya únicamente. Lo que está claro es que sin un director que indique al intérprete lo que quiere hacer, las enseñanzas de Stanislavski no tienen mucho sentido“, cuenta el actor Israel Elejalde, alumno de Layton en sus inicios.

Escena de El oso de Chéjov, dirigida por Ángel Gutiérrez en el Teatro de Cámara de Madrid

Sería impropio acabar este artículo sin mencionar la pléyade argentina que en los 70 trajo a España un Método más psicoanalítico: Jorge Eines, Angel Ruggiero, Cristina Rota, Angel Serrano. Y Juan Carlos Corazza, quien hoy desde su escuela en Madrid, Estudio Corazza, continúa fundamentando sus enseñanzas en el Sistema de Stanislavski principalmente. También en esta década retorna Angel Gutiérrez, niño de la guerra en Rusia y formado en el Instituto de Teatro de Moscú, que impartió clases en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid. Es posible que el actor de hoy necesite cotejar las enseñanzas de Stanislavski con otros enfoques y corrientes, pero como ya se ha dicho, él sembró las bases de un método pedagógico que abrió el teatro a la modernidad. Publicaciones de y sobre Stanislavski: -Mi vida en el arte, Editorial Quetzal -El trabajo del actor sobre sí mismo (en el proceso creador de las vivencias), Editorial Alba -El trabajo del actor sobre sí mismo (en el proceso creador de la encarnación), Editorial Alba -El arte escénico, Editorial Siglo XXI y Editorial Quetzal -La construcción del personaje, Alianza Editorial Bolsillo. -El último Stanislavski, de Maria Ósipovna Knébel. Editorial Fundamentos

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