Rima interna por Martín López-Vega

Si Dylan es Ashbery, yo soy Cristiano Ronaldo

13 octubre, 2016 18:53

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Bob Dylan[/caption]

La concesión del Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan es una gran noticia para los fans de Bob Dylan y una malísima noticia para los amantes de la poesía.

Bien es cierto que quienes amamos la poesía estamos acostumbrados a las malas noticias. La peor es que se confunda lo que es poesía con lo que no lo es. La aparición del fenómeno Marwan y compañía ha tenido consecuencias devastadoras: la más importante, la desaparición de la poesía de las estanterías de poesía de buena parte de las grandes librerías. Es falso que quienes leen esas bazofias serán, cuando se hagan mayores, lectores de poesía “de verdad”; leyendo esas cosas, nunca se harán mayores. Marwan es la Logse de la poesía. Esto no es ser elitista: es defender que la poesía se escribe y se lee para crecer, no para untarse de merengue.

Ya sé que Marwan no es Bob Dylan, pero las consecuencias de que un músico ocupe espacios antes reservados a escritores son igual de graves. Dylan no es un escritor. Escribe cosas para cantarlas, pero no juega en la misma liga que los “escritores”. Él juega con ventaja: la letra cantada entra mejor. Y entiéndaseme de nuevo, no hay en esto nada elitista; es simple sentido común.Que un poema no es lo mismo que una canción es algo que no debería ser necesario explicar. Hace mucho que la poesía dejó de ser escrita para ser cantada. Ni Anne Carson, ni John Ashbery, ni Adrienne Rich, ni Yejuda Amijai, ni Joseph Brodsky… han escrito para que se les cante.

De que hoy poesía y letra de canción no son lo mismo se pueden poner muchos ejemplos. Uno: que cuando aquellos que musican poesía ponen sus ojos en poetas contemporáneos no eligen los mejores, sino aquellos cuyos poemas tienen ya algo de partitura (y están por ello compuestos a la antigua manera): Amancio Prada cantando a García Calvo, por ejemplo. Que no es un mal poeta, pero sí un poeta a la antigua usanza, cantable, fuera del diálogo de la poesía contemporánea. ¿Por qué no ha cantado más a menudo Amancio Prada a Juan Carlos Mestre, con quien comparte giras? Pues porque Mestre sí que es un poeta contemporáneo y sus poemas mejores no caben en una canción. Dos: que cuando un cantautor decide colgar un rato la guitarra y publica sus poemas, éstos están completamente fuera del diálogo de la poesía contemporánea. Véanse los sonetos de Joaquín Sabina. No quiero decir que estén mejor o peor, sino que simplemente no forman parte de lo que hoy en día llamamos poesía. Si no los firmase él, no se hubieran publicado, probablemente. Son otra cosa, una curiosidad, un entretenimiento. Si yo salgo a jugar al fútbol, lo que haga se parecerá al fútbol, y a lo mejor hasta meto un gol de chiripa. Pero no estaré haciendo lo mismo que Cristiano Ronaldo.

La música merece sus propios premios, y luego ya discutimos si Bob Dylan o Giya Kancheli, que no será poca discusión. Incorporar a Bob Dylan a la nómina de los Nobel como poeta no es romper la barrera entre alta y baja cultura, como he leído por ahí. Es mezclar churras con merinas. Es darle un Oscar a un youtuber, un Grammy a un cantante de ducha. Bob Dylan es un gran escritor de letras de canciones, pero son eso, letras de canciones, y no soportan la comparación con ninguno de los grandes poetas que han escrito su obra a la vez que él miagaba sus letras. ¿Qué la academia sueca ha acertado mediáticamente? Si empiezan a comportarse como un mal periodista, entonces sí que lo hemos perdido todo; jamás volverán a descubrirnos nada. Y no se nos olvide, sin ellos quizás aún no podríamos leer en español a poetas como Wislawa Szymborska.

Para lo único que sirve el premio Nobel a Bob Dylan es para limpiar la mala conciencia de quienes pensaban que por creer que era un gran escritor eran ellos mismos “intelectuales” de segunda. Ahora ya pueden pavonearse. Y eso es lo que importa, ¿no? Mientras tanto, la poesía ha perdido una batalla más. Menos mal que jamás ha habido quien supiera cantar las derrotas mejor que los poetas.

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