Una imagen del videojuego 'EA Sports FC 26'

Una imagen del videojuego 'EA Sports FC 26'

Homo Ludens

Los saudíes compran el gigante de los videojuegos Electronic Arts por 47.000 M€: claves de la operación

La mayor compra apalancada y salida de bolsa de la historia podría traer como consecuencia despidos masivos y cierres de estudios.

Más información: Tilly Norwood, la primera actriz hecha con IA, desata la polémica en Hollywood: "Es realmente aterrador"

Publicada

Hace un par de días nos despertábamos con la noticia: un consorcio de inversores formado por el Fondo de Inversión de Arabia Saudí (PIF), Silver Lake y Affinity Partners ha anunciado oficialmente la compra de Electronic Arts por 55.000 millones de dólares, o 47.000 millones de euros al cambio.

La enorme empresa de videojuegos, propietaria de franquicias tan poderosas como EA Sports FC (el antiguo FIFA, que cambió de nombre cuando se hartaron de pagar la exorbitante licencia al corruptísimo organismo internacional que gestiona el fútbol), Madden (de fútbol americano) y Battlefield abandona así su cotización en bolsa y pasa a ser una compañía privada de capital cerrado, a cambio de pagar una prima del 25 % por acción, es decir, 210 dólares por unas acciones que estaban valoradas en torno a 170 cuando se hizo el anuncio. La sede de la compañía seguirá estando en Redwood City, California, y Andrew Wilson continuará siendo el CEO.

"Nuestros creativos y apasionados equipos de EA han proporcionado experiencias extraordinarias a cientos de millones de aficionados, han creado algunas de las propiedades intelectuales más emblemáticas del mundo y han aportado un valor significativo a nuestro negocio. Este momento supone un poderoso reconocimiento a su extraordinario trabajo", comenta Wilson.

"De cara al futuro, seguiremos ampliando los límites del entretenimiento, los deportes y la tecnología, abriendo nuevas oportunidades. Junto con nuestros socios, crearemos experiencias transformadoras que inspirarán a las generaciones venideras. Estoy más ilusionado que nunca con el futuro que estamos construyendo".

Las proporciones colosales de la operación la convierten en la mayor compra apalancada de la historia, así como la mayor retirada de una empresa de la bolsa hasta la fecha.

Una imagen de 'Battlefield 6'

Una imagen de 'Battlefield 6'

En el mundo del entretenimiento, tan solo la adquisición de Activision Blizzard por parte de Microsoft (60.000 millones de euros), de tan infaustas consecuencias, supera el montante de esta operación, que tiene previsto su cierre en el primer trimestre del año fiscal de 2027.

La implicación de Jared Kushner a través de su firma Affinity Partners prácticamente garantiza un proceso acelerado y sin contratiempos con los organismos reguladores de Estados Unidos, que en el caso de Activision Blizzard sí presentaron batalla, con la Federal Trade Comission de Lisa Khan, aunque de una manera tan torpe y errática que anularon los esfuerzos de sus homólogos británicos y europeos por detener el proceso.

El Fondo Soberano Saudí (Public Investment Fund o PIF en sus siglas en inglés) lleva mucho tiempo invirtiendo con fuerza en el ecosistema digital en un intento decidido por diversificar la economía del país, reduciendo su dependencia de las exportaciones petrolíferas en el medio y largo plazo.

Hasta el momento, el fondo poseía el 9,9% de Electronic Arts, así como participaciones abultadas en otras empresas de videojuegos como Capcom o SNK. También se hicieron con el control de Evo, el principal evento de e-sports centrados en los juegos de lucha como Street Fighter, dentro del megaproyecto Qiddiya, un enclave de entretenimiento en mitad del desierto con el que la monarquía wahabita quiere abrirse al mundo y presentar una imagen renovada para intentar distraer la atención sobre sus agresiones sistemáticas contra los derechos humanos.

Una imagen de 'Split Fiction'

Una imagen de 'Split Fiction'

Los detalles de la compra apalancada que supone la operación del PIF, Silver Lake y Affinity Partners se componen de un pago en efectivo de aproximadamente 36.000 millones de dólares y 20.000 millones de dólares de financiación de deuda facilitada por JPMorgan Chase Bank, el flamante banco de inversión norteamericano.

La clave está en que se han utilizado los propios activos de Electronic Arts como aval. El consorcio ya ha anunciado que, para reducir su exposición a la mayor brevedad posible, van a implementar unas agresivas medidas de reducción de costes, apoyándose en la inteligencia artificial para generar contenido y, probablemente (aunque todavía no lo están confesando), despidos masivos, deslocalizaciones y cierres de estudios a lo largo y ancho de la compañía. Todo lo que no sea EA Sports y la franquicia Battlefield o Apex Legends está en riesgo.

Hace muchísimo tiempo que Electronic Arts no puede considerarse uno de los principales nexos creativos de la industria, entregados como están a la gallina de los huevos de oro que son las cartas del FIFA, las microtransacciones y las cajas de botín.

Sin embargo, también es cierto que su programa EA Originals nos ha deparado a lo largo de los últimos años algunos juegos muy meritorios, especialmente los títulos de Josef Fares It Takes Two (2021) y Split Fiction (2025).

Una imagen de 'Dragon Age: The Veilguard'

Una imagen de 'Dragon Age: The Veilguard'

Bioware, bajo la lupa

El fracaso comercial del notable Dragon Age: The Veilguard (2025) ya puso al borde del abismo a los canadienses de Bioware, que solo tienen una última bala en la recámara con el próximo Mass Effect. La gran pregunta ahora mismo es si serán capaces de finalizar la producción o se verán abocados al cierre antes de tiempo.

Con la serie de televisión de Amazon Prime en el horizonte, lo lógico sería otorgarles un voto de confianza y ver si las sinergias generadas podrían devolver la saga de ciencia ficción a su esplendor de antaño. Sin embargo, hay otros factores a tener en cuenta.

Bioware se ha caracterizado en los últimos veinte años por ser la punta de lanza del progresismo en los videojuegos. Sus juegos de rol granjeaban posibilidades románticas para nuestro protagonista tanto heterosexuales como homosexuales.

Todo esto llegó al paroxismo con su último título, al que muchos calificaron de ser descaradamente woke por la inclusión de un personaje no binario (con algunas secuencias bastante dogmáticas sobre el asunto, todo hay que decirlo) y por detalles tan significativos como poder incluir cicatrices de mastectomías en el editor de personajes jugables, todo para acomodar protagonistas trans o queer.

La verdad es que resulta muy complicado concebir un futuro donde los nuevos jefes, por mucho que estén en proceso de rebranding, quieran seguir dando pábulo a este tipo de representaciones. Así que, o el próximo Mass Effect sufre unas alteraciones contundentes, o mucho me temo que la cancelación es más que factible. Lo cual sería una pena indescriptible.

En estos momentos, en Estados Unidos las espadas están en alto por la controversia generada por el Riyadh Comedy Festival. Una legión de cómicos americanos de altos vuelos se ha desplazado a la capital saudí para lavarle la cara a un régimen proclive a la ejecución sumaria de periodistas o disidentes políticos.

Muchos seguidores de figuras como Pete Davidson (cuyo padre murió en los ataques del 11 de septiembre), Bill Burr o Louis C.K. los han calificado de cínicos e hipócritas por este movimiento que les ha deparado un beneficio pecuniario ingente.

Pero hay algo más profundo y perturbador que revelar las vergüenzas de unos cómicos. Es la constatación de lo endebles que pueden llegar a ser los supuestos valores occidentales y lo dispuestos que estamos a mirar a otro lado cuando se trata del vil metal.

En ese sentido, tanto los saudíes como los chinos parece que nos han tomado la medida, dejando claro que las supuestas propiedades democratizadoras del capitalismo no son más que una entelequia voluntarista.