Escena del videojuego 'Kingdom Come: Deliverance II'

Escena del videojuego 'Kingdom Come: Deliverance II'

Homo Ludens

'Kingdom Come: Deliverance II': la venganza 'antiwoke' será inmisericorde

Daniel Vávra, que hace años sufrió las iras feministas, se pone ahora en la diana de las hordas reaccionarias por incluir un romance gay y minorías raciales en esta nueva obra.

Más información: La presencia ineludible de los videojuegos en Tokio

Publicada

Daniel Vávra es un director de videojuegos checo con un historial de casi tres décadas en la industria. En este tiempo ha dirigido y escrito Mafia: The City of Lost Heaven (2002), Mafia II (2010), Kingdom Come: Deliverance (2018) y su secuela, que se estrena en unas pocas semanas. Hace diez años, en pleno apogeo del Gamergate, se posicionó claramente a favor del movimiento que buscaba impugnar una prensa especializada en videojuegos a la que se acusaba desde foros de internet y las redes sociales de intentar promover una agenda radicalmente progresista.

Fue el comienzo de las batallas en la cultura popular en torno a lo que se denominó el ideal social woke, que había puesto el foco en la representación de mujeres y minorías raciales en la industria del entretenimiento. Su oposición frontal a las tesis de Anita Sarkeesian (recogidas en su colección de video ensayos Feminist Frequency) y su disposición a confrontar a gente en Twitter por lo que veía como un impulso censor por parte de élites americanas le convirtió en un héroe del bando antiwoke.

En mayo de 2018, la cosa escaló precisamente a raíz de un evento celebrado en nuestro país, el Gamelab de Barcelona, al que estaba invitado por la dirección para hablar sobre el reciente lanzamiento de su ficción histórica ambientada en la Bohemia del siglo XV y decidió cancelar por la hostilidad de ciertas voces feministas, que no se arredraron al tildarlo de “nazi” entre otros epítetos como “racista” o “machista”. Vávra adujo que tenía ascendencia judía y que parte de su familia había perecido en los campos de concentración y dio por terminada su relación con el congreso.

Kingdom Come: Deliverance salió con muchos problemas técnicos y una falta de pulido considerable, pero poco a poco se fue ganando un hueco en la industria por su propuesta radical (un realismo recalcitrante que renegaba de atajos fantasiosos) y, también hay que decirlo, por la franqueza de su director. El juego se erigió en un estandarte de los juegos “de antes”, dirigido a un público masculino sin tener que pedir perdón a nadie y completamente despreocupado de apaciguar a la parte de la prensa de videojuegos preocupada por la diversidad representativa.

Siete años después, la industria se prepara para la llegada de una secuela que ha contado con un presupuesto varias órdenes de magnitud superior al de la primera parte, con una faceta tecnológica más robusta y una mayor ambición en todos sus apartados. Vávra y su equipo están muy confiados en tener algo especial entre manos. Sin embargo, hace un par de semanas, empezó a discurrir un runrún por redes que ha ido tomando forma, haciéndose cada vez más grande y amenazando con descarrilar el sprint final de la campaña de marketing de Warhorse Studios, el estudio checo responsable.

En los mentideros de internet se acusaba a Warhorse de haber cedido a las presiones woke y de haber incluido sensibilidades contemporáneas respecto a la diversidad en su ficción histórica sobre caballeros en guerra en 1403. Vávra pidió un voto de confianza y prometió que habían disfrutado de una libertad creativa total al hacer el juego, pero las teorías no dejaron de ganar adeptos, en parte incentivadas por algunas filtraciones, por lo que hace unos días decidió salir a la palestra y confrontar las acusaciones directamente, aun a riesgo de incurrir en destripes de la trama.

La cuestión se divide principalmente en dos asuntos. Por un lado, Henry, el protagonista, puede optar por tener un romance homosexual (recordemos que es un RPG, por lo que el jugador está tomando decisiones continuamente para llevar la trama por un derrotero u otro). Por otro, la presencia de soldados extranjeros en una gran ciudad asediada es considerable, en especial la de un personaje muy importante proveniente del reino de Mali.

¿Es por esto un juego más “diverso” que la primera parte? Sí, probablemente. Pero el contexto es importante. Ya había algunos personajes homosexuales en la primera parte, así como soldados cumanos al servicio del rey Segismundo. Todo nos lleva a pensar que lo único que ha hecho Vávra es ampliar y mejorar elementos que ya estaban presentes en la trama. Hace unos años, nadie habría reparado en esto.

Pero nos encontramos en un momento particular de las guerras culturales, con el bando woke batiéndose en retirada y los elementos más reaccionarios absolutamente envalentonados por el movimiento pendular en la geopolítica mundial y completamente paranoicos ante el más mínimo ápice de lo que consideran trazas de una sustancia tóxica y contaminante.

Una escena de 'Kingdom Come: Deliverance II'

Una escena de 'Kingdom Come: Deliverance II'

Las tornas han cambiado. Quien hace siete años era aplaudido por su valentía ante la turba woke es hoy vilipendiado por haber cedido terreno ante ellos precisamente cuando están perdiendo (a ojos del bando contrario) el dominio del campo de batalla. Como en todo proceso revolucionario o contrarrevolucionario, los más exaltados necesitan continuar con los embites incluso cuando los enemigos han desaparecido, estableciendo exámenes de pureza ideológica entre sus propias filas y buscando excusas para abrir procesos inquisitoriales que satisfagan su sed de sangre.

Pero no nos engañemos. Aquí el celo ideológico no es lo más importante. Eso está reservado para las masas, las turbas populistas que se mueven al dictamen de sus líderes de opinión, influencers con mucho en juego. Existe toda una industria de youtubers carroñeros cuyo objetivo es monetizar la indignación, por lo que no hay ningún incentivo para incluir matices y ponderar situaciones complejas o aportar contexto valioso. Si a eso le sumamos que los peones de infantería no tienen la formación mínima para tener una discusión racional y simplemente se mueven por eslóganes prefabricados, la masacre es inevitable.

La prescripción cultural existe

La gran ironía de todo esto es que las hordas antiwoke no se han inventado sus agravios. Realmente existen prescriptores culturales en la prensa que buscan premiar sensibilidades progresistas, al igual que consultoras dedicadas a mejorar aspectos de representatividad cuyas maneras de conseguir negocio en la industria no siempre son las más amables y en algunos casos rayan la coerción. Pero su poder no es ni de lejos tan omnímodo como se piensa.

Las verdaderas razones de la prevalencia de cierto contenido woke es mucho más natural. Simplemente, muchos desarrolladores (sobre todo en ciertas urbes americanas) tienen esa forma de pensar y ver el mundo. Y, por otro lado, las grandes publishers durante años han incurrido en un virtue signaling avasallador pensando que así iban a tener mejores números de ventas. Pero el cambio de tendencia es inevitable. El péndulo está de vuelta.

Marek Tyminski, el CEO de CI Games, creadores de Lords of the Fallen (2023), lleva unos días muy activo en Twitter planteando encuestas a la comunidad. Una de ellas era sobre la preferencia en los editores de personaje de poner “Tipo de cuerpo A/Tipo de cuerpo B” u “Hombre/Mujer”. La opción “Hombre/Mujer” ganó por goleada: un 88%. El CEO respondió actualizando Lords of the Fallen para reflejar esa opinión y prometiendo que todos los juegos del estudio a partir de ahora seguirían esta nomenclatura.

Luego siguió con si los personajes protagonistas deberían ser considerados atractivos/aspiracionales por la gran mayoría de jugadores y de nuevo el “Sí” ganó con un 84%. Tyminski no engaña a nadie. Dice que su compañía es “player first” y toma las decisiones que cree que le van a generar más beneficios. ¿Quiere decir eso que su anterior vocabulario no reflejaba sus valores? Por supuesto que no. Siempre ha sido una cuestión de dinero. En algún momento, alguien le convenció que era mejor poner “tipos de cuerpo A y B”, que todo el mundo lo estaba haciendo, que era más inclusivo, que iban a ampliar su audiencia... Y lo hizo. Ahora ve una oportunidad para presentarse como garante de lo contrario y la va a aprovechar. No hay más.

Estamos muy al principio de la contrarrevolución. Todavía hay muchas plazas que disputar. Primero hay que ver si el boicot a Vávra tiene algún efecto. A esta turba le gusta muchísimo el mantra “go woke, go broke”, pero es evidente que buscan reducir cuestiones circunstanciales más complejas a un axioma incontestable. Es decir, no se cumple la mitad de las veces y cuando sí lo hace hay muchas otras razones que no se pueden desdeñar. Luego en marzo tenemos Assassin’s Creed Shadows, que lleva enfangado en la polémica desde su anuncio. Esa sí es una prueba de fuego para Ubisoft y para la industria en general por lo significativo de la franquicia.

Más en el horizonte, tenemos Intergalactic: The Heretic Prophet y muchos otros. Los próximos años van a ser cruciales. De lo que no tengo ninguna duda es que el ánimo de revancha es absoluto y que es momento de poner las cartas boca arriba. Más de uno se va a sorprender de lo rápido que cambian de opinión algunas empresas cuando le ven las orejas al lobo.