Vista de uno de los capítulos de la nueva temporada de 'Daredevil, Born Again'

Vista de uno de los capítulos de la nueva temporada de 'Daredevil, Born Again'

En plan serie

'Daredevil, Born Again': Marvel, la casa sin ideas

La firma ha demostrado estos últimos años estar cada vez más devaluada, al menos en términos creativos. La serie protagonizada por Charlie Cox es otra muestra de ello.

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El sobrenombre de Marvel, la editorial fundada en 1939 por Martin Goodman bajo el rótulo de Timely Publications, siempre fue el de 'La casa de las ideas' aunque vista la deriva de su universo cinematográfico y, por extensión, televisivo uno ya no está tan seguro de que tal apelativo concuerde con la trayectoria de una firma cada vez más devaluada, al menos en términos creativos.

Intentemos resumir esta hipótesis de partida analizando su más reciente estreno catódico, que no es otro que Daredevil: Born Again, la teleserie capitaneada por Dario Scardapane, basada en el superhéroe creado por Stan Lee y Bill Everett, que el pasado miércoles dio carpetazo a su primera temporada en Disney +.

1. ¿Dónde está Frank Miller?

El título elegido para recuperar la figura de Matt Murdock (Charlie Cox) remitía al clásico escrito por Frank Miller y dibujado por David Mazzucchelli en los ochenta. Sin embargo, apenas se oyen pequeños ecos de aquella obra oscura y seminal en esta primera temporada de 9 episodios en la que Wilson Fisk (Vincent D'Onofrio) regresa de su retiro temporal para adueñarse de Nueva York no como rey del hampa sino como alcalde de la Gran Manzana.

Por su parte, tras el asesinato de Foggy Nelson (Elden Henson) a manos de Bullseye (Wilson Bethel) en el primer episodio, Murdock abandona su vida de "vigilante" para centrarse en la abogacía y se obliga a defender sus causas cumpliendo con lo que dicta el código penal.

Aquí no queda ni rastro del estado paranoico del abogado ciego, ni de su resurrección conjugada en términos religiosos (algo que se trabajaba a fondo en la tercera temporada de la anterior Daredevil), ni de villanos como Nuke. Este Born Again que nada tiene que ver con la historia de 1986 se plantea como el prólogo de un duelo por el control de la ciudad entre Fisk, una mezcla entre un Donald Trump mastodóntico y un Benito Mussolini vestido por Caraceni, y un justiciero que decide volver a la acción cuando ve que las instituciones no garantizan la libertad de los ciudadanos a los que ha prometido defender.

Sin entrar en que este supuesto ya se ha explorado en el mundo del cómic —la idea está lejos de ser novedosa y puede verse en el volumen 14 de la colección 100% Marvel: Daredevil titulado Alcalde Fisk publicado en agosto de 2018—, lo problemático radica en la gramática empleada para establecer dicha confrontación.

2. Recordando a Drew Goddard

El retorno de Daredevil ha sido posible después de un accidentado proceso de producción que terminó con el despido de los guionistas Matt Corman y Chris Ord, los primeros encargados de recuperar la figura de Matt Murdock para la pequeña pantalla. Han sido sustituidos por los responsables de Marvel por Dario Scardapane —quien ya formó parte del equipo de guionistas de The Punisher (Steve Lightfoot, 2017-2019)—, aprovechando la huelga del sector en 2023 y colocando a su vez a Justin Benson y Aaron Moorhead como directores principales.

Born Again arranca con un prometedor primer episodio que, básicamente, remite a las claves de su anterior andadura en Netflix tutelada por Drew Goddard. Iluminación de baja intensidad, una pelea rodada en plano secuencia cuya fisicidad te deja magullado en el sofá y un diseño general que huye de la línea clara para adentrarse en una oscuridad dramática —la institucionalización de la corrupción— y moral mediante la imposición de un sistema binario irresoluble que te obliga a elegir entre una legalidad injusta o la aplicación de una justicia ilegal. En cualquier caso, ideas que ya habían sido exploradas en las tres temporadas desarrolladas para Netflix entre 2015 y 2018.

3. La ciudad es nuestra

Una escena de 'Daredevil, Born Again'

Una escena de 'Daredevil, Born Again'

Como decíamos, esta no tan nueva Daredevil se plantea en términos de duelo. Para ello, se arman dos tramas principales: una trama A que nos habla de la paulatina reconversión de Matt Murdock en Daredevil y una trama B que cuenta el taimado ascenso de Kingpin a la cima del poder local. Cada una de esas tramas se pespuntea con hilos narrativos secundarios, algunos compartidos —véase el rol de la psicóloga interpretada por Margarita Levieva— y otros autónomos para cada una de ellas: Fisk y su pupilo Daniel —no por casualidad encarnado por Michael Gandolfini— despertando ecos intertextuales y jugando con la referencialidad; o la relación de Murdock con sus compañeros de despacho, por citar solo dos (hay más).

En cualquier caso, lo importante es observar cómo esos arcos dramáticos principales son, primero, reiterativos en su desarrollo —¿cuántas veces tenemos que oír a Fisk diciendo lo de "I love this city"?—, pero también en su puesta en forma. El uso constante del montaje alterno para trazar comparativas entre los dos personajes se torna cansino, fiel reflejo de la insidiosa comodidad en la que se ha instalado un universo incapaz de buscar nuevas fórmulas.

Esta falta de inventiva se observa hasta en los detalles más pequeños, como la manera de visualizar el superoído de Matt que únicamente se conjuga de manera diferente en el episodio final, mediante un juego con el formato.

4. Equipo de investigación

Otro elemento que se agota por culpa de un mal manejo del concepto de repetición, tan propio del lenguaje serial, son los insertos de los reportajes firmados por BB Urich (Genneya Walton) —sobrina del Ben Urich (Vondie Curtis-Hall) de la saga anterior—. En ellos se entrevista a un puñado de neoyorquinos, la mayoría de ellos pertenecientes a la clase trabajadora cuando no son directamente parias, dando sus opiniones sobre el mal estado de la ciudad, la utilidad o no de los vigilantes y, en definitiva, hablando del clima de inseguridad que se apodera de las calles de Nueva York.

Al contrario que, por ejemplo, la crítica televisiva que Frank Miller incluía en Batman: el caballero oscuro, aquí esos insertos, por lo demás monocordes e iterativos, solo tienen un papel testimonial que viene a reforzar lo que la propia trama ya nos cuenta. Otro tanto sucede con esas transiciones que sirven para mapear una ciudad agresiva a tenor de los espacios o los motivos que se seleccionan para ilustrarla.

En cualquier caso, esas breves piezas pseudo-informativas sirven para colocar sobre el tablero a BB, cuya aparición en lo que a todas luces parece únicamente un (largo) primer acto nos invita a pensar en alguien que está urdiendo una compleja venganza, al menos mediática, contra Fisk.

La serie, lógicamente y toda vez que Kingpin se alista en las filas de los campeones del populismo, habla sobre el control político de los medios, las depuraciones en la administración, la institucionalización de la amistad colocando a tus colegas al frente departamentos importantes, o la militarización de la "polis" en aras de conformar una sociedad binaria, sustentada en el conflicto.

De hecho, Fisk crea sus propios fasci di combattimento y siembra las calles de violencia para generar un clima favorable que le facilite el inminente despliegue de su estrategia de control. Las similitudes con las tácticas empleadas por Mussolini para hacerse con el gobierno de Italia son más que evidentes.

Un fotograma de 'Daredevil: Born Again'

Un fotograma de 'Daredevil: Born Again'

Por cierto, quizá la presentación de Kingpin sea, a nivel visual, lo mejor de la propuesta. Su primera aparición viene dada por una imagen invertida, plasmación de un mundo al revés en el que los criminales gobiernan y los pajaritos disparan a las escopetas. Ese motivo vuelve a emplearse con cierto tino en ese primer episodio, mostrándonos a un Fisk que pretende presentarse ante sus conciudadanos como una especie de nuevo mesías bañado por un halo de santidad (ver foto superior).

Nótese que, pese a no explotar este recurso con tanta fortuna como en la saga anterior, las estampas que remiten al arte sacro se pueden ver en no pocos episodios, verbigracia el final del piloto, con un Daredevil que parece San Sebastián asaeteado.

5. El monstruo de Frankenstein

A nivel estructural, la primera temporada se presenta como un mecano de tercera mano construido con piezas heredadas. Así, tras un primer capítulo que funciona como prólogo, los tres siguientes episodios se concentran en el caso de Héctor Ayala / El tigre blanco (Kamar de los Reyes), personaje creado en 1975 y cuyo juicio ya lo escribió Brian Michael Bendis hace más de dos décadas (El juicio del siglo, Daredevil 38-40, 2002).

El capítulo cinco, del que ahora hablaremos, funciona como un impasse antes de pasar a una segunda parte de la temporada en la que el objetivo de Daredevil es Musa (Hunter Doohan), un asesino en serie que decora los edificios con murales pintados con la sangre de sus víctimas, un Banksy macabro (capítulos 5 a 7).

El episodio octavo recupera a Bullseye. Desde un punto de vista temático y argumental rima con el primero, mientras que el season finale —el mejor junto con el piloto— supone un cierre anticlimático y una reestructuración de fuerzas antes de la batalla entre Fisk/Murdock que suponemos vendrá en la siguiente entrega.

Esa disposición hace de esta nueva Daredevil una serie de corte procedimental, solo que el modo en el que los guionistas incardinan los dos casos principales se antoja atropellado, sobre todo porque el personaje de Musa es apenas una caricatura, puro psicologismo, alguien presentado de manera fugaz, primero, y poco elaborada después: un plant torpe en una firma de libros —secuencia que podría ilustrar la foto de "guionista cubriéndose las espaldas"— y después una cháchara con su terapeuta que podría aparecer en la segunda temporada de Adolescencia.

La serie se toma más tiempo en desarrollar al personaje de Ayala, si bien su desaparición y el uso de su sobrina Angela (Camila Rodríguez) como eslabón que conecta el caso A y el caso B supone una licencia dramática harto difícil de asimilar: como mi tío el justiciero ha muerto, yo, joven de 15 años, voy a asumir su labor y a investigar a las mujeres desaparecidas que él buscaba (evidentemente, nadie le para los pies). Al final, todo parece coartadas para llegar a esas potentes secuencias de acción marca de la casa (el duelo Daredevil/Musa en la consulta de la psicóloga).

6. Una botella de O’Melveny

O'Melveny es una marca de whisky que no existe con la que Matt y Foggy brindan cada vez que ganan un caso. Pero aquí no hemos venido a hablar de destilados sino de capítulos botella, concretamente del quinto episodio, una heist movie en miniatura – el tercero es un drama legal a pequeña escala- que solo sirve a un único propósito: mostrar el regreso de Daredevil, pues Matt Murdock no solo abortará el atraco a un banco, sino que perseguirá al cabecilla de la operación hasta darle caza, ya luciendo una improvisada máscara y utilizando su bastón como arma.

El capítulo acumula todos los tropos del género, algunos poco afortunados por sobreutilizados, como la necesidad de Matt de ir al baño como pretexto para escapar, y más allá de que sea resultón, sorprende su inclusión casi a capón para justificar la transformación del personaje.

7. La psicóloga más solicitada de Nueva York

He aquí una pregunta que es imposible dejar de hacerse: ¿de verdad no hay en Nueva York otros psicólogos que no sean Heather Glenn (Margarita Levieva) para que Wilson Fisk y señora y el supervillano conocido como Musa tengan que coincidir en la consulta de la futura ex-novia de Matt Murdock?

8. Francamente, Frank

Una escena de la serie 'Daredevil: Born Again'

Una escena de la serie 'Daredevil: Born Again'

Que Darío Scardapane fuese guionista de The Punisher y que la serie sobre Frank Castle surgiese como un spin-off de la primera Daredevil hacen que el vengador encarnado con industriosa brutalidad por Jon Bernthal se presente aquí como esperada guest star.

Su presencia es testimonial —una aparición puntual en el episodio cuarto que, como sugirió un buen amigo, parece una charla entre Llados y Carvajal— hasta el episodio final y su entente con Daredevil brinda lo mejor de la función en cuanto a violencia coreografiada se refiere (la pelea en el piso de Matt), pero también en cuanto a buddy movie malrollera, pues el concepto de justicia que ambos manejan diverge bastante.

Sea como fuere, y vista la secuencia postcréditos y el desarrollo de ese episodio noveno, ya tenemos claro que en la segunda temporada Castle tendrá mayor cuota de protagonismo. Es algo que, vista la serie que protagonizó —lo mejor que ha hecho Marvel junto a la primera entrega de Daredeville podría sentar bien a una propuesta no demasiado bien articulada, repetitiva y bastante alejada de los resultados alcanzados por aquella primera ola de series superheroicas que Marvel y Netflix desarrollaron conjuntamente.

9. WandaVision

Les he mentido. Lo mejor que ha hecho Marvel en televisión se llama WandaVision (Jac Schaeffer, 2021), primera serie en la que el universo de los Vengadores se trasladaba a la pequeña pantalla. Una propuesta que destilaba amor por el medio, conocimiento histórico y capacidad de reinvención, algo de lo que carece todo lo que ha venido después.

10. De capa caída

Daredevil: Born Again no viene sino a corroborar la decadencia creativa de un estudio que, en los últimos cuatro años, ha producido títulos en los que la inversión en efectos digitales es inversamente proporcional al trabajo empleado en la escritura. Ahí están Ant-Man y la Avispa: Quantumanía (Peyton Reed, 2023), The Marvels (Nia DaCosta, 2023), Invasión secreta (Kyle Bradstreet, 2023), Capitán América: Brave New World (Julios Onah, 2025) o Echo (Maryon Daire, 2024).

Se pueden rescatar algunas ideas de Agatha, ¿quién si no? (Jac Schaeffer, 2024), o de la serie de animación sobre Spider-Man, pero, en líneas generales, el nivel de las nuevas producciones está a un universo de distancia de la frescura de títulos como la trilogía inicial de Iron-Man —en especial la tercera parte dirigida por Shane Black—, los primeros Vengadores y los primeros Guardianes de la Galaxia, el homenaje a la serie b que suponía el primer Ant-Man, la revisión del thriller conspiranoico de los 70 incluida Capitan América: El soldado de invierno (Anthony Russo & Joe Russo, 2014) o el amor por la narrativa pulp de Agent Carter (Christopher Markus & Stephen McFeely, 2015-2015).

Podríamos decir que, salvo alguna menor y contada excepción, después de Endgame vino el game over.