Imagen de 'Rapa'

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En plan serie

Málaga en serie

El Festival de Málaga ha incluido siete series en su sección Pantalla TV. Analizamos cinco de ellas: '800 metros', 'Ser o no ser', 'Cucut', 'Rapa' y 'Heridas'

25 marzo, 2022 10:45

La ficción serial televisiva cada vez tiene más presencia en el Festival de Málaga, que en su 25ª edición ha incluido siete estrenos de producciones nacionales en su sección Pantalla TV. A continuación analizamos algunas de ellas* respetando el criterio programático del certamen, esto es, hablando de los episodios que se han podido ver a lo largo de esta semana en tierras malagueñas.

800 metros (Elías León Siminiani & Ramón Campos, 2022)

Empecemos haciéndonos trampa. En este caso, porque podemos. Netflix estrena hoy y al completo el último proyecto de Bambú. La productora gallega ha vuelto a contar con Elías León Siminiani para desarrollar este documental de tres episodios sobre los atentados que el 17 de agosto de 2017 causaron 16 muertos y 152 heridos en Barcelona y Cambrils. El director de Mapa (2012) vuelve a demostrar su dominio del montaje en esta docuserie que se devora de un tirón (son 150 minutos que pasan volando) y en la que la equilibrada disposición de los distintos recursos es ejemplar. A saber: el trabajo de investigación del periodista Nacho Carretero y la escritora Anna Teixidor (cuya incorporación al equipo se produjo tras su entrevista para la serie), las reconstrucciones infográficas, las entrevistas a policías y a jueces (pero también a las trabajadoras sociales de Ripoll, ciudad en la que se formó la célula terrorista) y un valiosísimo material de archivo que incluye las conversaciones entre los yihadistas y los vídeos que ellos mismos registraron durante la preparación de los ataques.

En esta ocasión, y en un movimiento que denota su inteligencia, tanto el director como el guionista y productor Ramón Campos se apartan del foco y ceden su sitio a Carretero y Teixidor, pues dentro de la fórmula Siminiani no hay lugar ni para la inocencia ni para la cobardía, sus documentales se presentan como construcciones y sus fabricantes toman partido a partir de las conclusiones que han extraído tras analizar detenidamente los hechos. Sucedía en El caso Alcàsser (2019) y vuelve a suceder aquí. Pongamos un ejemplo cristalino. Cuando uno ya ha escuchado por boca de los supervivientes y de los familiares de las víctimas la nula atención que han recibido por parte de las instituciones, se encuentra con una entrevista a Ada Colau en la que la alcaldesa de Barcelona se emociona al recordar los trágicos sucesos. En ese momento, mientras el equipo de realización le ofrece agua para calmar sus ánimos, un corte de montaje introducirá un plano general en el que se observa el gran salón en el que se está realizando la entrevista, todo el utillaje propio de la producción (focos, combos, etc.) y al equipo de dirección. Con ese gesto, la figura de Colau queda empequeñecida, devorada por la institución (representada por el edificio) y da la medida de su papel en la gestión de los atentados: para entenderlo solo hace falta poner en correlación esa decisión de puesta en escena con las declaraciones de las víctimas.

Por apuntes como estos, por su ritmo vibrante, por las revelaciones que nos ofrece –que dejarán picuetos a aquellos que no estuvieran al corriente del incidente y que interesarán muchísimo a los más informados puesto que hay mucho material inédito- y, sobre todo, por su esforzado interés en separar el grano de la paja y evitar en todo momento caer en las garras de la islamofóbia, 800 metros es un documental muy a tener en cuenta.

Ser o no ser (Coral Cruz, 2022)

Ser o no ser es la nueva propuesta de PlayZ, ese canal de Televisión Española dirigido a los que todavía pueden trabajar de dependientes en Zara y que no me cuenta entre sus potenciales consumidores. Más allá de que yo no sea el target de la nueva serie creada por Coral Cruz (Hierro, Els dies que vindran) y dirigida por Marta Pahissa, hay que reconocerle no pocos méritos. Estamos ante una producción humilde, sin lujos presupuestarios, que sabe sacarle partido a una dramaturgia que en todo momento busca apartarse de los tópicos. Ficción adolescente sobre un joven trans de 16 años que inicia el bachillerato escénico en un instituto en el que, salvo sus dos amigos íntimos, nadie le conoce, Ser o no ser deja muy claro al final de su primer episodio que la transición de su protagonista no será el conflicto principal de la serie (¡aleluya!). Además, el guion juega muy bien esa carta, porque durante el desarrollo de ese episodio inicial, que termina con los alumnos de la clase de teatro haciendo un monólogo frente a sus compañeros y la profesora (magnífica Emma Vilarasau), todo parece indicar que Joel (Andre Puig) acabará desnudándose simbólicamente ante el resto del aula y contando quien es. Sin embargo, en un giro inteligente, descubriremos que sus miedos son otros, que sus temores pasan por la soledad y el dolor vinculados a su madre, que la vida (su vida) no queda reducida a su género.

Los tres episodios que se han podido ver en el Festival de Málaga (la serie se estrena el próximo 30 de marzo) dejan patente que existe una preocupación por hablar en el lenguaje de los personajes. La duración de los capítulos (entre 20 y 25 minutos), la introducción de la estética –pero también de la gramática- de las redes sociales sin abandonar una narración clásica (cosa que permite la coartada teatral), el reflejo de comportamientos propios de esas edades (botellón, sexo casual) huyendo de cualquier espectacularización y evitando su demonización, la apuesta por la contención y, sobre todo, el planteamiento de un debate más o menos profundo sobre los roles de género, hacen de Ser o no ser un proyecto interesante que, además, y atendiendo a quién va dirigido, cumple con la faceta de servicio público que toda producción impulsada por TVE debería tener.

Cucut (Isona Passola, 2022)

Coral Cruz, máxima responsable de la citada Ser o no ser, fue la encargada de adaptar para el cine la novela de Pep Puig La vida sin Sara Amat (Laura Jou, 2019). Ahora, la productora Isona Passola da continuidad a aquel proyecto con la serie Cucut y, para ello, ha mantenido a la directora de la película, Laura Jou, que esta vez comparte tareas de realización con Fernando Trullols, y a buena parte de un reparto encabezado por la magnética María Morera y Biel Rosell. Para armar esta secuela seriada, Passola ha contado con un nutrido equipo de guionistas formado por Annaïs Schaaff (El Ministerio del Tiempo), Maite Carranza (Isabel), Ferran Folch (Kubala, Moreno i Manchón), Héctor Hernández Vicens (El practicante), Isaac Sastre (The Head) y Júlia Prats, que se ha encargado de prolongar el argumento original arrancando allá donde el filme terminaba, con Pep (Biel) encontrando a Sara (Morera), que lleva dos años escondida en una comuna, y emprendiendo un viaje de huida junto a ella.

Situada en la Semana Santa de 1985, Cucut combina la escapada de los jóvenes con el descubrimiento del cuerpo de un niña en la localidad natal de ambos, un Trinquet descrito como un microcosmos cerrado en el perviven comportamientos atávicos y bajo cuya apariencia de pueblo tranquilo palpita el espíritu del horror; el paso del tiempo queda fijado tanto por los visibles cambios físicos de los actores como por la turbiedad que ensucia el relato: no estamos ante una historia de iniciación sino ante un drama criminal. Tenemos, como en el largometraje, concentración temporal (aquel se desarrollaba durante diez días de verano), juego de apariencias y búsqueda (policial y personal) de una verdad seguramente terrible. La realización, al menos en los dos primeros episodios, se muestra más pragmática y menos atenta a los detalles que su predecesora (la luz reflejándose sobre el muslo de Sara), quizá porque el aumento de los sucesos a contar (y determinadas servidumbres del viejo ritmo televisivo) no invitan a la contemplación. Con todo, uno se queda con ganas de saber qué demonios pasará con Pep y Sara y quién es el asesino (la conexión entre la huida de Sara y el cadáver es evidente… y sus dibujos infantiles en los que sublimaba su trauma recuerdan un tanto a El cebo, la obra maestra de Ladislao Vajda).

Rapa (Jorge Coira, Pepe Coira & Fran Araújo, 2022)

Uno intuye que Rapa es la consecuencia directa de los buenos resultados que dio Hierro (de audiencia no sabemos cómo fue, pero premios se llevó unos cuantos). Aquí, Pepe y Jorge Coira, en colaboración con Fran Araújo, abandonan el sol insular para regresar a su Galicia natal (a Cedeira, concretamente), pero los mimbres de este whodunit neblinoso siguen siendo idénticos a los de la serie protagonizada por Candela Peña y Dario Grandinetti. Dos actores de peso (Javier Cámara y Mónica López), una trama criminal (el asesinato de la alcaldesa del pueblo) y un entorno que determina (o influye significativamente) en el desarrollo de los acontecimientos: aquí un profesor de nombre Tomás (Cámara), recién llegado a la localidad, encontrará el cuerpo de la primera edil en lo alto de una montaña arropada por una colcha de niebla que le impide distinguir con claridad las circunstancias que rodean al homicidio (¿vio claramente a alguien más en la zona? ¿cómo era el coche que vio? ¿hacía donde iba?).

Visto solo el primer episodio, y a expensas de que Movistar Plus anuncie la fecha oficial de estreno, es demasiado pronto para realizar una análisis profundo de Rapa. Hay, sin embargo, una decisión de guion que hace que las alarmas se enciendan. Lo que, en principio, podría haber sido una doble investigación -la que lleva a cabo la agente de la Guardia Civil interpretada por López y la que inicia el profesor para quitarse el cartel de principal sospechoso (Hitchcock y sus falsos culpables sobrevuelan este piloto)- deriva en una multiplicación de puntos de vista que parecen buscar con denuedo el encadenado de plot twists, como sucede con ese cliffhanger final que se mira en el hombre del impermeable de Sé lo que hicisteis el último verano (Jim Gillespie, 1997). En ese caso, mantener la coherencia interna del relato sin hacer trampas será todo un reto. Estaremos atentos.

Heridas (VV.AA, 2022)

Si las series turcas llevan años arrasando en audiencia en canales como Nova, ¿por qué no hacemos nuestras propias adaptaciones? Esa parece ser la idea que que subyace a una de las nuevas líneas de producción impulsada por Atresmedia, corporación que tras comprobar el buen funcionamiento de producciones como Fatmagül (2010), Tierra amarga (2018) o Mujer (2017) ha decidido importar esos argumentos al contexto español. Sucedió con la citada Fatmagül, que aquí cristalizó en Alba (Carlos Martín & Ignasi Rubio, 2021), primera piedra de lo que se intuye un amplio abanico de versiones, que utilizaba el argumento base de la serie original extrapolándolo a tierras valencianas.

El marco que se ha elegido para Heridas, versión española de un original japonés que aquí ha tenido éxito en su imitación turca (Madre), han sido los humedales andaluces en los que trabaja Manuela (Adriana Ugarte), joven ornitóloga que vive apartada de su familia. Allí conocerá a Alba (Cosette Silguero), una niña de 7 años con una madre de vida desordenada y padrastro de dudosos comportamientos. La soledad tiene muchas caras y Manuela y Alba deciden darles la espalda a todas ellas iniciando un problemático viaje juntas, con el secuestro, el consentimiento y los malos tratos como asuntos peliagudos a tratar. Estamos ante un drama convencional -totalmente ajeno a los intereses de quien esto firma– que, no obstante, ha de verse como una nuevo engranaje dentro de una maquinaria industrial que busca generar nuevas alternativas dentro del complejo panorama audiovisual actual. El interés analítico de producciones como Alba o Heridas pasa por observar cómo, por ejemplo, regresamos a un star system en el que lo importante no son ni los showrunners (aquí firman seis guionistas) ni los realizadores (conocidos de la casa como Norberto López Amado o Juan Manuel Rodríguez Pachón), sino la posibilidad de incorporar a una ficción seriada de corte generalista a una galería de intérpretes (Adriana Ugarte, Elena Rivera o María León) que resulten llamativos para la audiencia en unos proyectos sustentados por productores de largo recorrido en la teleficción (aquí Sonia Martínez o Montse García). Otro modelo más que incluir en este periodo de incertidumbre y de convivencia de estrategias (muy) distintas.

* También se estrenaron en Málaga, aunque quedan fuera de este post, Días mejores (Adolfo Valor, Cristóbal Garrido, Daniel Martín Serrano, Sara Alquezar, Alba Carballal, 2022), que por cuestiones horarias me fue imposible ver, y Chicos, la serie (Marta Vazgo, 2021) que, por ser un pluriempleado, no puedo incluir después de que formase parte de la programación de la Mostra de València, el festival en el que trabajo (jamás escribo de cosas que programo, es uno de mis mandamientos, espero sepan entenderlo).

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