Image: Jankowski, tiempo de karaokes

Image: Jankowski, tiempo de karaokes

Exposiciones

Jankowski, tiempo de karaokes

Oops!... I did it again

7 abril, 2005 02:00

The day we met, 2003

Comisario: Georg Elben. CGAC. Valle Inclán, s/n. Santiago de Compostela. Hasta el 12 de junio

En el CGAC hay un karaoke. También luces de neón y una máquina de refrescos. La protagonista del póster y la invitación de la nueva exposición es Marta Sánchez. Pero esto, no debería sorprender a nadie, máxime cuando la artista coreana Lee Bul fue merecedora de una mención honorífica en la Bienal de Venecia de 1999 por un acolchado karaoke, Young-hae Chang ingenió uno telemático y Alexandre Vogler uno con hélio para alterar la gravedad de las cuerdas vocales. También existen ejemplos discotequeros nacionales que llevaron a Juan Manuel Bonet, en estas mismas páginas, a ironizar sobre la moda "intelectual", llegada de Norteamérica, de darle gran importancia a fenómenos procedentes de los medios de comunicación de masas: "Queda muy chic reproducir en Artforum una viñeta de los Simpson o un fotograma de una película porno o el retrato de una cantante de moda. Ciertas exposiciones comprometidas tienen el aire de una almoneda, de un zoco o un flea market neoyorquino (…) Que el museo siga siendo considerado como un lugar de silencio y reflexión y no de ruido y confusión", reclamaba. Hoy semeja que este debate ni preocupa ni es debate.

Christian Jankowski (Güttingen, 1968) siempre se ha situado -con acierto- en ese punto de conflicto, partiendo de postulados de principios pop pero jugando con su subversión hacia lo banal; "sólo quiero ser algo cuando me encuentro fuera de una fiesta, para poder entrar", aseveraba Andy Warhol. Ahora, todo el mundo puede entrar al karaoke de Jankowski, y sin invitación. También acceder a una serie de conversaciones que el artista ha tenido con su novia Una. Porque Jankowski, sobre todo, homenajea lo cotidiano, lo poetiza a partir de una serie de meditaciones e intercambios como los de No one better than you, vídeo producido por el MUSAC donde se escucha la voz de Alaska pero se ve a Marta Sánchez, artificialidad también presente en la pieza Ebbe in der Freiheit, que ironiza sobre esa suerte de apropiacionismo cantado que conocemos como play back a partir de la absurda actuación de dobles bandas revival de Abba.

Me pregunto si, como pensaba Douglas Crimp, el Museo debe atraer la vida escondida tras sus fronteras para paliar un virtual estado de crisis en el que podría encontrarse. Crimp afirmaba que éste sólo renacería con el derrumbamiento de sus paredes, introduciendo en su interior las prácticas artísticas que se desarrollan en el exterior. Y la verdad es que esta exposición resulta tan divertida como decepcionante si pensamos en el verdadero potencial que se esconde tras un artista como Jankowski. Debo señalar, por tanto, que aunque confieso haber disfrutado y participado del exhibicionismo de pasiones musicales propuesto por Jankowski, con esa provocada desinhibición y dramaturgia que se da en un momento festivo como suele ser la visita amateur a un karaoke, y entender la coherencia que emana de su discurso, siempre preocupado de fomentar la interrelación entre el arte y los medios de comunicación, intuyo que cierta frescura y espontaneidad presente en trabajos anteriores como Telemística o The Hunt se ha perdido, y con ello la mayor de las habilidades de Jankowski. Así, la proyección de 12 de sus vídeos más representativos semeja ser lo más acertado de una muestra en la que muchos se preguntarán si lo que vemos aquí es arte. Beuys ya lo dijo muy claro: "En cierto modo sí… A ti también se te permite pensar".