Image: El reciclaje como estrategia

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Arquitectura

El reciclaje como estrategia

La investigación se impone a la monumentalidad en la XI Bienal de Arquitectura Española de Comillas

29 julio, 2011 02:00

Premio de Arquitectura: edificio de 131 viviendas protegidas en Mieres (Asturias), de B. Angelini y D. Casino

La rehabilitación se torna en reciclaje como estrategia frente al crecimiento en esta XI Bienal de Arquitectura Española de Comillas. La investigación gana enteros frente a la monumentalidad y los grandes nombres dan el relevo a jóvenes arquitectos más preocupados por la escala humana y las necesidades sociales. Han sido más de 200 los proyectos seleccionados. He aquí las claves.

La XI Bienal de Arquitectura española se presenta este año con su acrónimo BEAU XI. Pudiera parecer un galicismo que aludiera a la belleza para describir cómo evoluciona la presente arquitectura española, aunque, en esta edición prima lo inmediato, lo útil. No es la belleza, la estética o la investigación sobre los sistemas que expresan y ponen en consonancia cultural la arquitectura con la sociedad que la construye y la usa lo que se ha valorado en esta selección de edificios y proyectos.

Lo necesario, lo próximo está relacionado con la vida del hombre, con sus necesidades cotidianas. Se sugiere en el decálogo ideológico que ha presentado el jurado, que hemos estado viviendo una fase de excesos sociales que han tenido repercusiones automáticas en aspectos directamente relacionados con la vida de las personas, en sus economías, en sus viviendas, en su ciudad. Se busca ahora una arquitectura que responda a necesidades sociales ("la monumentalidad es también una necesidad social", apunta José Miguel Iribas, prestigioso sociólogo ligado a la redefinición conceptual del urbanismo).

Belinda Tato, que lidera junto a José Luis Vallejo la oficina Ecosistema Urbano, nos recuerda que dicha necesidad se debe a que la ciudad es el espacio para la democracia, donde todo el mundo debe sentirse reflejado en ella. Es necesaria la identificación del ciudadano con su ciudad. Reactivar la conciencia por el respeto en el diseño del territorio es la consigna que Tato promulga para el futuro.

La vivienda pública, la calidad urbana, son aspectos prioritarios en la definición de lo necesario para Antonio Font, también miembro del jurado. Joaquin Sabaté Bell, codirector de esta XI Bienal, sentencia que una sociedad que no respeta su territorio, no se respeta a sí misma. Y ya no se puede hablar de la rehabilitación como técnica regeneracionista de la ciudad, sino del reciclaje como estrategia frente al crecimiento, como nuevo paradigma urbano que aúne los valores de la sostenibilidad al modelo de diseño urbano, nos sugiere Jordi Ludevid. Reformar, completar, corregir, son estrategias más acordes con las necesidades de desarrollo contemporáneas, que difieren de los grandes planes urbanos y operaciones de extensión que nos han acompañado los últimos años.

Para ello, la investigación era, más que una novedad, algo pendiente en las Bienales de Arquitectura Española, como afirma su director Félix Arranz. No repetir banalmente caminos trillados, no conformarse con los que hay o se hace habitualmente y aportar innovación es la definición con la que José María Ezquiaga, arquitecto urbanista, nos distingue a los proyectos destacados en urbanismo. La investigación, según Iribas, es la ligazón entre el conocimiento extraído de la experiencia, y Llatzer Moix lo sintetiza con la búsqueda obligada de los arquitectos de nuevas respuestas a viejas preguntas. Trabajadores muy conscientes del tejido social, y no grandes héroes. Una arquitectura no ligada al nombre del arquitecto, sino a la solución.

Los reconocimientos. Esta apología del anonimato, del trabajo bien hecho, de la humildad que la explicación coral de los miembros del jurado de la XI Bienal ofrecen para proponer su selección, tiene su mayor representación en sus premios, donde nombres menos conocidos han prevalecido frente a arquitectos de mayor proyección. Quizá este aspecto identificará esta bienal, a modo de apuesta renovadora de la arquitectura premiada institucionalmente, si bien los grandes perdedores se han conformado con "reconocimientos", como el Museo Arqueológico de Álava, de Francisco Mangado, El Museo Can Framis, en Barcelona, de Jordi Bahia y Jordi Framis y El Museo del Agua en Lanjarón, Granada, de Juan Domingo Santos. Estos tres reconocimientos, que no premios, saben a poco.

Igualmente se queda en un reconocimiento la intervención en la playa de Benidorm de Carlos Ferrater, dentro de la modalidad de urbanismo, que ha cambiado la fisonomía del borde urbano de la ciudad levantina. Las menciones van todas a la arquitectura gallega. Siempre elegante, Víctor López Cotelo interviene en Santiago de Compostela incorporando en silencio la alta arquitectura que practica a las tradiciones constructivas locales. También Carlos Quintans recibe mención con una casa en un entorno rural en Lugo. Las menciones en urbanismo también reconocen una hábil intervención en el puerto de Malpica, en el corazón de la hermosa costa da Morte Gallega, y el proyecto de Herreros en Oslo, rodeando el Museo Munch. Me permito rescatar con sorpresa entre los no reconocidos en esta bienal grandes proyectos, como el Mercado de Barceló, instalación temporal de Nieto y Sobejano; el hotel Atrio, de Tuñón y Mansilla, o el mejor plan urbano que ha tenido Madrid, el Proyecto Madrid-Río, de Garrido y Burgos, asociados con el estudio de paisaje holandés West 8.

Analizamos los proyectos presentados, contemplando las circunstancias actuales de recesión económica, cristalizadas en los mismos. Son ahora más pequeños, de mayor contención económica, intervenciones en edificios existentes, operaciones de cirugía urbana. El urbanismo, destacado espíritu de esta bienal, reclama igualmente la investigación, propuestas de "no conformidad", desde planteamientos más participativos, con mayor visión estratégica.

Los premiados.
Se presentaron más de 700 proyectos, se seleccionaron más de doscientos, se destacaron cien y cuarenta llegaron a finalistas, siendo el premio de esta XI Bienal para los jóvenes arquitectos Bernardo Angelini y David Casino, (Zigzag Arquitectos) por su edificio de viviendas protegidas en Mieres, magnífico y casi único ejemplo construido del programa de vivienda pública que el Ministerio de la Vivienda inició. Destacan algunos valores que atesora este trabajo: su inserción en el entorno urbano, el diseño de sus pieles y su discreción proyectual y ambiental. Es patente la gran formación recibida en Madrid en sus comienzos profesionales por el arquitecto Angelini, demostrando ya una gran madurez reconocida por el jurado en el diseño de las viviendas, uno de sus primeros encargos profesionales.

El premio de investigación recae sobre el Edificio Media-Tic, de Enric Ruiz Geli, por su manifiesto en el que técnica, energía, conectividad, medioambiente e información son los ingredientes materiales de su arquitectura. Y el premio de Proyecto Joven, cualidad que comparte José María Sánchez García con los premiados Angelini-Casino, se concede al Centro de Remo en Alange (Badajoz).

En general se resalta lo colectivo, reconociendo los modos de hacer, "que no tanto celebran la competencia de la excelencia, lo ya materializado, o el premio individualizado". Diluir los brillos individuales entre la unánime producción arquitectónica, clara contradicción de una Bienal de arquitectura que debe mostrar y destacar entre lo más excelente, y resaltar sus logros más individuales, para así ofrecer el mejor aroma de todo un colectivo profesional, pero también el pulso de una sociedad y su cultura.