Image: Frank Lloyd Wright

Image: Frank Lloyd Wright

Arquitectura

Frank Lloyd Wright

Juego de manos

26 julio, 2000 02:00

Edificio administrativo de la compañía S.C. Johnson & Son, Racine, Wisconsin, 1936-39

IVAM. Centro Julio González. Guillem de Castro, 118. Valencia. Hasta el 24 de septiembre

Es frecuente escuchar o leer observaciones como "construir castillos en el aire" o "empezar la casa por el tejado", pronunciadas o escritas con el ánimo metafórico de describir un disparate o, sencillamente, de calificar algo como muy poco arquitectónico. Sin embargo, ambas afirmaciones encierran no sólo mucha arquitectura, sino, además, un nada desdeñable suplemento de poesía.

Pues bien, Frank Lloyd Wright (1867-1959), uno de los grandes maestros de la arquitectura contemporánea y, en sus orígenes, posiblemente uno de los más influyentes y decisivos, llegó a señalar sin rodeos que "la verdadera arquitectura es poesía". Es más, dedicó toda su vida de arquitecto y artista, es decir, toda su vida, a construir la poesía, a edificar poemas. Y lo hizo con las manos, lo que, por otra parte, permite con facilidad construir castillos en el aire o empezar la casa por el tejado. Pero lo que es fácil de realizar manualmente en esas seductoras simulaciones de la arquitectura que son las maquetas, Wright lo consiguió también en los edificios construidos.

Además, el arquitecto norteamericano, con sus manos, violentaba la tradición, el clasicismo, la simetría, la axialidad y, a la vez, cobijaba el desorden producido con la sombra de sus manos, unas veces multiplicándolas con casi infinitos tejados dispuestos a diferentes alturas y otras acariciando con un gesto único y volado, como los aleros de muchas de sus viviendas unifamiliares, el estallido espacial de sus proyectos. Del mismo modo, también empezó por el tejado una de sus más célebres obras como es el Museo Guggenheim de Nueva York (1959), esa suerte de Torre de Babel al revés, cuyo recorrido comienza por arriba.

No por azar, esta espléndida exposición es también y sobre todo una maqueta, un simulacro de lo real y de la historia. Pero se trata de una simulación que pretende poner en evidencia la idea y la poesía de la arquitectura de Wright, incluso sus métodos de composición.

Organizada por el Vitra Design Museum de Weill am Rhein (Alemania) e itinerante por varias ciudades europeas (en España, del 19 de octubre al 7 de enero de 2001 estará en la Fundación Pedro Barrié de la Maza en La Coruña), la presente muestra constituye un acontecimiento historiográfico y arquitectónico para nuestra cultura, sobre la que ya planeara decisivamente la sombra de Wright al menos desde 1910 y, fundamentalmente, en las poéticas constructivistas de los años veinte, del neoplasticismo a la Bauhaus, sin olvidar su importancia en la propia revisión del racionalismo del Movimiento Moderno a partir de los años cuarenta y cincuenta.

El argumento de la exposición, con un paseo autobiográfico y retrospectivo por los proyectos y edificios de Wright, con maquetas, dibujos, reproducciones de planos, diseños, muebles, fragmentos de la piel de sus edificios, entendidos aquéllos como reliquias modulares, como versos de un poema más amplio y completo, no pretende sólo mostrar un panorama de su arquitectura, una lección ejemplar, una más. Por el contrario, el argumento es una interpretación de su arquitectura en forma de maqueta que, obviamente, abre la narración.

Supervisada por Bruce Brooks Pfeiffer y realizada con mimo por George Ranalli en 1997, esta maqueta constituye la versión más acabada del sueño urbano y arquitectónico de Wright, su The Living City, cuya última versión en 1958 no hacía sino culminar una trayectoria previa iniciada con The Disappearing Broadacre City. Es decir, constituye un muy sugerente tratado de arquitectura escrito en madera, en el que las pequeñas piezas de sus edificios han sido sustraídas de la historia, de los lugares en los que están construidos o para los que fueron proyectados, con el fin de situarlos en un territorio imaginario y antimetropolitano. Un proyecto en el que, por otra parte, Wright trabajó toda su vida.

En definitiva, una maqueta que permite pensar la historia polémicamente y con las manos, como solía hacer Wright con los juegos Froebel cuando era niño. Toda una leyenda.