Elvira  Dyangani Ose en uno de los balcones del museo MACBA en el barrio barcelonés del Raval. Foto: Toni Mateu

Elvira Dyangani Ose en uno de los balcones del museo MACBA en el barrio barcelonés del Raval. Foto: Toni Mateu

Arte

Elvira Dyangani Ose (MACBA): "El museo es un derecho, un lugar en el que suceden experiencias"

En el 30 aniversario del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona entrevistamos a su directora, que explica sus líneas de actuación, los retos de la institución y las grandes exposiciones que vienen en 2026.

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Después de cuatro intensos años de trabajo en la dirección del MACBA, tratando de que otros relatos, saberes y maneras, hasta ahora poco visibles, de entender el mundo, entren por la puerta, Elvira Dyangani Ose (Córdoba, 1974) lo ha conseguido.

Hoy el museo celebra su año 30 con varios proyectos fascinantes: una exposición sobre el imaginario panafricano, una gran retrospectiva de Aurèlia Muñoz, la presentación de la nueva colección y la expansión del MACBA fuera de sus paredes.

Su programación avanza una nueva museología que mira a un futuro. Un centro de arte que, más allá del objeto artístico, atiende también a la necesidad de "estar juntos".

Pregunta. ¿En qué ha cambiado el MACBA desde su fundación en el año 1995?

Respuesta. Pues ¡muchísimo! Por un lado, ha atendido a aquello que se llamaba la “nueva institucionalidad”, que intentaba romper con la imagen del museo del siglo XIX y que tenía en su imaginario una estructura de aparato colonial. Esto se fue deshaciendo a través de la educación y rehaciendo como un espacio público y de crítica. Ha cambiado esa idea de que el museo ya no está orientado al objeto, sino que es un espacio en el que suceden experiencias.

P. ¿Cómo es su museo imaginado?

R. Uno que no atiende a una única narrativa, a la certeza occidental como canon, sino que se une a saberes más plurales que existían previos a él.

Retrato de Elvira Dyangani Ose. Foto: Toni Mateu

Retrato de Elvira Dyangani Ose. Foto: Toni Mateu

P. ¿Y el arte del futuro?

R. Como espectadores, lo que buscamos es ser absolutamente asombrados. No solo que nos cuenten la historia, sino que nos la hagan sentir. Se está hablando mucho de cómo el absurdo contenido en imágenes del mundo nos limita y nos insensibiliza. Lo que queremos es que el arte nos devuelva esa sensibilidad, como un ritual, como experimentación más allá de lo oculocéntrico.

P. ¿Por eso uno de los proyectos del 30.º aniversario es sacar el museo fuera del edificio?

R. Defendemos la calidad pública: el museo es un derecho. Y lo llevaremos a otros imaginarios, a producir museo fuera del museo. Estaremos en 25 espacios vinculados a la Generalitat: una peluquería, un dentista, una parada de autobús o el despacho de un alcalde.

“Como espectadores, lo que buscamos es ser asombrados. No solo que nos cuenten la historia, sino que nos la hagan sentir”

P. En una era hipervisual, ¿piensa en la devaluación de las imágenes cuando programa?

R. Por supuesto. Hay algo en el modo en que trabajamos que tiene que ver con estar juntos. Se tiende –y un ejemplo son los espacios inmersivos– a ir más allá de las pantallas: queremos una experiencia que incorpore toda nuestra fisicidad. Debemos construir espacios para habitar más allá de la contemplación de un objeto.

P. Una de las exposiciones destacadas del 30.º aniversario es sobre panafricanismo. ¿Tiene algo de manifiesto?

R. Sí, es un manifiesto y una manera de entender el mundo más allá de lo occidental. Algo que me parece muy interesante es que el panafricanismo mira la España del final de la II República, le interesa esa idea de progreso, de emancipación de la mujer, de reformulación de un nuevo mundo, y eso nos ayuda a entender por qué tiene sentido en este momento una exposición como esta, no solo en Barcelona, sino en el mundo.

Itziar Okariz: 'Mear en espacios públicos o privados',  2000 - 200. Foto: Col·lecció MACBA. Fundació MACBA  © Itziar Okariz

Itziar Okariz: 'Mear en espacios públicos o privados', 2000 - 200. Foto: Col·lecció MACBA. Fundació MACBA © Itziar Okariz

P. ¿Por qué es actual?

R. La lucha que plantea, no solo el radicalismo negro sino también el marxismo, ve la oportunidad de luchar por un mundo nuevo y está vigente por la amenaza de la ultraderecha. El uso de la cultura como arma arrojadiza les incitó –a jóvenes africanos y martiniqueños de la diáspora en París– a crear este proyecto en legítima defensa. La democracia experimental que se estaba viviendo en España fue un símbolo de futuro y de utopía. Y debemos reconocer esa historia como propia, ya que nos pertenece a todos.

P. ¿Cómo se formalizan estas ideas en la exposición?

R. El arte lo refleja muy bien y es la primera vez que se estudia el arte africano en esos términos. La exposición no trata de dar una idea completa, sino que trae elementos que servirán para desarrollar nuevas líneas de trabajo. Nos afectan también aspectos latinoamericanos como el quilombismo, la obra reivindicativa de Wifredo Lam, el proyecto de la Bienal de La Habana, la antropofagia brasileña… Hay muchas conexiones.

P. En la nueva colección conviven artistas muy diferentes, como Tàpies con Josefa Tolrà, en una fascinante reescritura de la historia del arte.

R. Hay una postura clave, que es la de la desjerarquización de las categorías. Me parece muy hermoso que el trabajo de Baya, que es una artista surrealista argelina que tuvo vínculos importantes con la vanguardia, sea muy similar al de Tolrà. Ese imaginario en que la vanguardia cribó ciertas formas de arte ya se ha diluido. Todo era arte, solo que se categorizó según ciertos intereses.

Josep Uclés: 'Composició', 1985. Foto: Col·lecció MACBA. Dipòsit de la Generalitat de Catalunya. Col·lecció Nacional d'Art. Antiga Col·lecció Salvador Riera

Josep Uclés: 'Composició', 1985. Foto: Col·lecció MACBA. Dipòsit de la Generalitat de Catalunya. Col·lecció Nacional d'Art. Antiga Col·lecció Salvador Riera

P. Como experta en descolonización y museos, ¿cómo cree que debe hacerse este proceso, por ejemplo, con el patrimonio traído de otros países, como México, que pertenecieron en su día a España?

R. No conozco el proceso de México en profundidad. Lo primero es que los museos mantengan su independencia. Lo segundo, que las administraciones públicas los acompañen, y, tercero, es importante que se revisen las políticas culturales alrededor de ciertas instituciones. Sin ese tipo de sensibilidad y sofisticación será difícil que los museos progresen.

P. Habrá que valorar cada museo en su contexto.

R. En su Discurso sobre el colonialismo, Aimé Césaire decía que Europa era indefendible en términos de sumisión colonizadora emancipadora. Tenemos que reconocer cuál es el rol que tienen las instituciones culturales en relación con los objetos que contienen y con las historias de las que esos objetos son deudores. El ejercicio descolonizador tiene que emanciparse de los que descolonizan.

P. ¿Cómo es dirigir un museo como el MACBA?

R. Complejo pero emocionante. Vengo con mucha ilusión porque tenemos un equipo increíble. Lo mejor para mí ha sido crear una coherencia entre gestión y programación, haciéndolas más humanas. Me siento muy orgullosa de que la institución tenga, por primera vez, ingresos propios. Espero que hayan visto en mí otro imaginario posible, siendo distinta, no por ser mujer.

Àngels Ribé:  'Labyrinthe', 1969 (2011). Foto: Col·lecció MACBA. Consorci MACBA. Dipòsit de l'artista

Àngels Ribé: 'Labyrinthe', 1969 (2011). Foto: Col·lecció MACBA. Consorci MACBA. Dipòsit de l'artista

P. Su contrato termina el año que viene. ¿Tiene planes?

R. Lo primero es celebrar el 30.º aniversario. Hay proyectos que no tienen un impacto inmediato, cuyos frutos se verán a largo plazo, y no me corresponde a mí la decisión de seguir aquí. Si me quieren, seguiré.

P. ¿Cómo aquella niña que vivía en Canarias decidió dedicarse al mundo del arte?

R. Aquella niña quería ser escritora y se vino a Barcelona a estudiar. Me decían que, si quería escribir, tenía que estudiar periodismo, pero no me cogieron; entré en Historia del Arte y empecé a trabajar con Teresa Camps, haciendo exposiciones en sitios raros del campus, y ahí decidí que no haría periodismo, sino que quería escribir sobre arte. Encontré un sujeto sobre el que escribir y una mirada con la que observar el mundo. Me encanta la literatura comparada y trabajar con los artistas.

P. ¿Y en 30 años más cómo se ve?

R. ¿¡Con 81!? [risas]. Pues escribiendo, con los nietitos de mi hijo; también me ronda la idea de hacer algo con derechos humanos. Mi madre es invidente y me atrae el voluntariado. Pero, sobre todo, me gustaría estar siempre cerca del arte, las exposiciones narran el mundo. Me gusta mucho contar y creo que seguiré contando cosas.