Inês Zenha: detalles de 'Devenir - Hidra I-VI', 'Traspasar' y 'Cuenco de circlusión'. Fotos: Roberto Ruiz/Sue Ponce

Inês Zenha: detalles de 'Devenir - Hidra I-VI', 'Traspasar' y 'Cuenco de circlusión'. Fotos: Roberto Ruiz/Sue Ponce

Arte

El inframundo de Inês Zenha en el CA2M: hidras, baldosas con senos y una revisión del urinario de Duchamp

Todas las superficies parecen respirar en las instalaciones de la artista portuguesa, que expone sus obras en el museo de Móstoles.

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Una poderosa instalación en penumbra atrae como las cuevas prohibidas de nuestra infancia. Nos hallamos en territorio de Lerna, según la mitología griega, un lugar acuoso de entrada al inframundo donde se celebraban purificaciones consagradas a Deméter, custodiado por Hidra, serpiente de agua monstruosa emparentada con otras en las mitologías precedentes de Medio Oriente.

Inês Zenha. Aguas turbias

CA2M. Móstoles (Madrid)
Comisarios: João Mourão y Luís Silva
Hasta el 11 de enero

Sin embargo, no sentimos ningún temor. A pesar del sobrecogimiento de este retrotraerse, más bien nos sentimos acogidos, reconociéndonos en algo profundo (¿olvidado?, ¿prohibido?) en nuestro ser.

Ajena a cualquier falsa espectacularidad, en esta auténtica situación inmersiva, un enorme mural de arcilla sin cocer simula la pared de fondo de la gruta. Entre sus meandros que rezuman limo, entrevemos viejas tuberías atascadas, de las que salen extremidades de hidras, con sus garras.

En cambio, en cuanto nos acercamos a estas piezas de gres esmaltadas percibimos su vulnerabilidad. Sensación que se confirma al recorrer una a una las diferentes hidras que pueblan el espacio, algunas enrolladas reptando sobre el suelo, otras erigiéndose desde viejos tubos, colonizándolos, y directamente desde la tierra.

La ambigüedad reina por doquier: pasado como origen o distopía futurista; entre lo natural y lo artificial; lo corroído y lo húmedo y palpitante; lo aparentemente rígido y afilado, pero suave y delicado a la vez. Todas las superficies parecen respirar, casi como si estuvieran vivas. Más que una amenaza, reconocimiento. Allí donde podemos identificarnos como un continuo de un todo, donde no rigen categorías ni opuestos.

Vista de la exposición de Inês Zenha en el CA2M. Foto: Sue Ponce

Vista de la exposición de Inês Zenha en el CA2M. Foto: Sue Ponce

De alguna manera, hay también una cierta propuesta de colectividad utópica. En una sala contigua descubrimos en pinturas, formando el tríptico envolvente Aguas vivas, a las criaturas que juegan, nadan y se abrazan en esos flujos, todo en verdes.

Una gama cromática nueva en Inês Zenha (Lisboa, 1995) para este su primer proyecto en una institución en España. A la artista portuguesa, desde que se dio a conocer en 2019 con sus ensamblajes de ropas y materiales encontrados, nunca le ha gustado lo definido ni lo terminado.

Posicionada en una identidad queer, desde entonces contó con la noción de circlusión, muy compartida entre esa comunidad, para avanzar en su trabajo. La circlusión, un viejo término recuperado por la escritora alemana Bini Adamczak, significa lo contrario de la penetración, rodeando, como un abrazo, y puede visualizarse en una botella de Klein, sin interior ni exterior.

Cuando llegamos a la pieza adosada a la pared Cuenco de circlusión –versión paradójica del urinario duchampiano que hace de transición hacia otra propuesta toda en blancos–, comprendemos que Zenha ha dejado esa pista para sintetizar todas las ambigüedades en Aguas (turbias y vivas) y también marcar la especificidad de un discurso muy crítico contra toda pureza, que silencia nuestros cuerpos.

Inês Zenha: 'Oratorio'

Inês Zenha: 'Oratorio'

Así, tras la gran pieza de baldosas con senos Traspasar, siguiendo el ensayo Queering Bathrooms de Sheila L. Cavanagh, convierte los baños públicos en la fuente de un Oratorio.