Donna Huanca: Vista general de la exposición con 'performers'. Foto: Travesía Cuatro

Donna Huanca: Vista general de la exposición con 'performers'. Foto: Travesía Cuatro

Arte

El punk, los Andes y un portal cósmico: así invoca la artista Donna Huanca lo femenino y lo ancestral

La artista peruano-estadounidense presenta en la galería Travesía Cuatro su segunda exposición en la que intervienen la pintura, la escultura, el sonido y la 'performance'.

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Dice la artista Donna Huanca que ser inmigrante es como tener dos cerebros. Sus padres, bolivianos de herencia quechua y aimara, le hablan en español, aunque ella, nacida en Chicago en 1980, se formó en la cultura anglosajona.

Donna Huanca. Las niñas del altiplano

Travesía Cuatro. Madrid. Hasta el 11 de noviembre. De 30.000 a 90.000 €

Tras un periodo nómada en distintas ciudades, hoy vive y trabaja en Berlín. A pesar de ese mestizaje, lo andino sostiene con fuerza su imaginario, junto al punk, el arte urbano y la herencia de la pintura expresionista abstracta del siglo XX –de Yves Klein a Cy Twombly o Lee Krasner–.

Considerada por muchos una estrella emergente del art system, sus trabajos han llegado a colecciones de prestigiosos museos como el Whitney Museum of American Art, la Solomon R. Guggenheim Collection y la Marciano Art Foundation, entre otros.

Ahora presenta su segunda exposición en Travesía Cuatro. La primera, en 2017, llevó por título Lengua de Bartolina Sisa. Allí abordó el duelo por la revolucionaria aimara que, en el siglo XVIII, lideró la resistencia anticolonial y cuya brutal ejecución y desmembramiento encarnó un trauma histórico impuesto sobre los cuerpos indígenas.

En ese tránsito, Huanca desplazó la mirada de la herida a la memoria, del trauma a la cosmología. En Las niñas del altiplano, la artista reflexiona sobre la soberanía del cuerpo y la psique femeninos en los Andes, utilizando la infancia, el mito y el ritual como medios de resistencia, sanación y proyección.

Donna Huanca: Vista general de la exposición. Foto: Travesía Cuatro

Donna Huanca: Vista general de la exposición. Foto: Travesía Cuatro

Las niñas no aparecen como figuras pasivas, sino como agentes de una soberanía a la vez cósmica y material. Es cierto que, si en el día de su visita no hay performances activadas, se perderán una capa significativa del proyecto, que puede quedar como un mero escenario de abstracción distópica. Sus performers en body art, se mueven lentamente por los espacios, mimetizando cuerpo, obra y arquitectura.

Huanca trabaja lo objetual, lo procesual y lo performativo, creando experiencias donde pintura, escultura, sonido, olfato, cuerpo y acción se integran en ambientes sinestésicos. Ha revestido toda la galería con una membrana plástica y un manto de arena blanca que dota al espacio de una especial dramaturgia: una atmósfera idealizada, aséptica, que acompaña a las piezas pictóricas y escultóricas –estas últimas, especialmente sugerentes–.

Donna Huanca: 'Chacapuma Rojo', 2025. Foto: Travesía Cuatro

Donna Huanca: 'Chacapuma Rojo', 2025. Foto: Travesía Cuatro

Como catalizador de la exposición, ha ideado un portal inspirado en el recinto ceremonial precolombino de Puma Punku, concebido como un elemento arquitectónico que hace de puerta hacia otra dimensión temporal. Su interior está forrado con espejos bidireccionales y el suelo de arena blanca, evoca el horizonte cristalino del Salar de Uyuni en Bolivia.

Entre lo atávico y lo trascendente, pero también entre lo humano y lo cotidiano –drogas, látex, agua, estratos geológicos–, sus lienzos de gran formato superponen capas –azules cian o fucsias– sobre fotografías en las que se asoman texturas, vellos o marcas en la piel que la artista pinta con las manos, sin instrumentos que medien entre el cuerpo y la superficie. Las niñas de Huanca celebran el trauma en colores ácidos: juego ganado.