Vista de la exposición de Concha Ybarra. Foto: Goro Estudio / El Chico

Vista de la exposición de Concha Ybarra. Foto: Goro Estudio / El Chico

Arte

Concha Ybarra, entre Matisse y la tradición, una artista andaluza autodidacta en Madrid

La artista sevillana expone en la galería El Chico después de una década de silencio, presentando cerámicas inéditas y arpilleras teñidas.

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Entre Matisse y la tradición pictórica andaluza; Rothko y la artesanía local; entre la exploración libre de los medios y la disciplina diaria del taller, Concha Ybarra (Sevilla, 1957) desembarca en la madrileña galería El Chico con su primera individual en la capital desde hace más de una década.

Concha Ybarra. Hilo de coser, en mi sueño un instante

Galería El Chico. Madrid. Hasta el 26 de julio. De 300 a 4.500 €

La exposición reúne 34 piezas –pintura, cerámica y dibujo– que reivindican el placer artesanal y el valor del detalle, un mantra que la artista afina desde finales de los noventa.

Su universo de mandorlas místicas sobre arpillera, pasamanerías de bordados, borlas y hebillas de terciopelo se despliega en pinceladas que destilan riesgo, frescura y honestidad.

No es fácil ser autodidacta ni perseverar en el arte pasados los sesenta; sin embargo, Ybarra continúa, incluso tras fracturarse la muñeca en 2024, cuando decidió iniciar el bordado como parte de su rehabilitación.

Licenciada en Psicología, pasó un año sabático en Hong Kong donde descubrió su vocación artística. A su regreso se matriculó en talleres como el de Antonio López en Jerez y en los cursos del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, forjando un lenguaje simbólico, colorista e intuitivo que oscila entre lo figurativo y lo abstracto, entre lo indígena y lo folclórico.

Detalle de la exposición. Foto: Goro estudio / El Chico

Detalle de la exposición. Foto: Goro estudio / El Chico

Si algo define su obra es su práctica prolífica y su inclinación por los materiales frágiles. Las cerámicas que presenta –que abandonan por primera vez el taller– evocan los espacios negativos de Jorge Oteiza, recortando y rellenando vacíos con colores y síntesis gráficas que recuerdan a los volantes y los lunares.

Ybarra demuestra así que la delicadeza puede ser, también, una forma de resistencia y El Chico que no existe lo nuevo sin vincularlo a un arraigo anterior.