
Dos técnicos analizan las pinturas del monasterio de Sijena en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), este miércoles. Foto: EFE/Andreu Dalmau
Los murales de Sijena, de la batalla judicial a la técnica: Cataluña insiste en el riesgo, Aragón lo minimiza
Aunque el Supremo ha ordenado la devolución de las pinturas, el MNAC se resiste apoyándose en numerosos informes, mientras que la representante técnica de Aragón califica el traslado como "nada intrépido".
Más información: El MNAC tiene la "esperanza" de que el juzgado valore el riesgo de daño a las obras de Sijena y pare la devolución
Tras décadas de litigios, el pasado 28 de mayo una sentencia del Tribunal Supremo confirmó, ya sin posibilidad de recurso, que el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) debe devolver —corriendo con los gastos— las pinturas murales del monasterio de Santa María de Sijena (Huesca) que custodia desde los años 40 del siglo pasado.
El 23 de junio, cuatro días antes de que acabara el plazo voluntario para la devolución de las obras, el museo, tal como acordó su patronato —del que forman parte el Ministerio de Cultura, la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Barcelona— presentó en el juzgado una “incidencia de ejecución” en la que declaraba su “incapacidad técnica” para realizar el desmontaje y traslado de las obras “sin ponerlas en riesgo”, debido a que estas pinturas son extremadamente frágiles y han sido víctimas de numerosos daños en el pasado.
Como respuesta a lo que consideró una “maniobra” para evitar la devolución de las piezas, el Gobierno de Aragón decidió esa misma tarde abandonar la comisión de trabajo conjunta integrada por técnicos de ambas partes que debía evaluar in situ el estado actual de las pinturas y determinar el plan de devolución.
Además, pidió al Juzgado de Primera Instancia n.º 2 de Huesca, que lleva el caso, que iniciara los trámites para la ejecución forzosa de la sentencia, cosa que la jueza ha desestimado por ahora alegando que el Supremo no le ha devuelto oficialmente el caso todavía.
El MNAC no hizo declaraciones públicas desde que el Supremo anunció su decisión hasta ayer, cuando su director, Pepe Serra, dio una rueda de prensa en la que insistió en que el museo acata la sentencia, pero cumplir con ella implica someter las obras “a un riesgo grande de daños”.
Por eso, cuando la jueza encargada del caso vuelva a pedir explicaciones al museo, este presentará un “escrito de oposición” y una serie de informes técnicos con la “esperanza” de paralizar la operación.
“Nunca dijimos que las obras fueran nuestras, están en depósito y lo sabemos. El problema es otro, la incapacidad técnica de moverlos sin hacerles daño”, aseguró Serra.
El MNAC asegura que ha aportado informes técnicos a la justicia desde 2016. Uno de ellos se encargó ese año a una de las mayores expertas del mundo en pintura mural, la italiana Simona Sajeva, hoy presidenta del comité científico internacional dedicado a esta materia dentro del ICOMOS, el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, una organización asociada a la UNESCO. En aquel informe, Sajeva ya hacía constar la extrema fragilidad de las obras murales de Sijena.
Además, se han realizado nuevos informes por parte de los técnicos del grupo de trabajo formado por la jefa de conservación del MNAC, Carme Ramells, y otros expertos nombrados por la Generalitat, el Ministerio de Cultura y el Ayuntamiento de Barcelona, administraciones integrantes del patronato del museo barcelonés. Se trata de la comisión que Aragón decidió abandonar, retirando a sus técnicos tras solo dos días de trabajo.

Imagen del deterioro de una muestra de las pinturas de Sijena tomada hace dos semanas y ya desintegrada, frente a una muestra del ábside de Sant Climent de Taüll tomada hace 20 años y que se mantiene íntegra. Fuente: MNAC
Además, Serra explicó este miércoles dos nuevos ejemplos que demostrarían la fragilidad de las obras. Hace dos semanas se sacó una muestra diminuta de una de las partes quemadas de las pinturas murales de Sijena y en este breve lapso de tiempo se ha deshecho como si fuera ceniza, mientras que otra muestra similar tomada del ábside de Sant Climent de Taüll hace veinte años sigue intacta.
El otro ejemplo de la vulnerabilidad de las obras son las sales que han aparecido en la capa de materiales añadidos —la tela de algodón donde se traspasaron las pinturas— en otra muestra tomada hace cuatro años, al perder las condiciones estables de temperatura y humedad en las que se encuentran las salas del MNAC donde se exponen las pinturas.

Comparativa que muestra el deterioro de una muestra tomada hace cuatro años y en la que han aparecido sales en la capa de materiales añadidos. Fuente: MNAC
Aragón: “Un traslado nada intrépido”
La máxima representante técnica de Aragón en aquella comisión era la conservadora y restauradora Natalia Martínez de Pisón, asesora externa del gobierno regional. Junto al resto de expertos de distintas disciplinas contratados por Aragón, se trasladó a Barcelona los días 18 y 19 de junio para examinar las pinturas murales y, especialmente, comprobar cómo está configurado el interior de las estructuras —oculto a los ojos del público— en las que están montadas desde 1995, cuando se ubicaron definitivamente en el lugar que ocupan actualmente en el MNAC.
En opinión de Martínez de Pisón, el traslado de las obras hasta Sijena “no es nada intrépido, son cosas que se hacen y que entran dentro de lo normal dentro de la profesión”, asegura a El Cultural. “Antes de que se transfirieran a las comunidades autónomas las competencias en patrimonio, muchas pinturas murales arrancadas se trasladaban al Instituto Central de Conservación y Restauración de Madrid, se trabajaban allí y luego se recolocaban en sus sitios de origen”.
Martínez de Pisón acusa al MNAC de “escudarse en el incendio que sufrieron las pinturas en 1936 para decir que son especialmente frágiles, pero esa justificación no se sostiene porque, cuando se rehabilitó el museo entre 1987 y 1995 y se programaron los movimientos de la colección de pintura mural arrancada, las de la sala capitular de Sijena no se consideraron complejas y todos los estudios previos a nivel estructural se destinaron a otras pinturas”.

Natalia Martínez de Pisón
Las condiciones de la sala
Uno de los argumentos que ha esgrimido la parte catalana en contra de la devolución de las piezas es que la sala capitular del monasterio de Sijena —el lugar del que fueron arrancadas y al que deben volver— no tiene las condiciones ambientales necesarias para albergarlas sin que se deterioren con el tiempo.
Aunque Aragón ha presentado ante la jueza un informe sobre el estado de la sala capitular, el director del MNAC asegura que a ellos nadie les ha informado al respecto. “No digo que esté en malas condiciones, solo digo que no nos han presentado ningún informe con las disposiciones técnicas del espacio de un lugar que en verano está a 37 grados y en invierno a 0 grados”.
Al respecto, Martínez de Pisón afirma que “es más fácil atacar que comprobar”, y que “se hizo un gran esfuerzo” para dejar la sala “perfectamente preparada para la recepción de las obras desde hace mucho tiempo”.
Manifiesto contra la manipulación política
En medio de la disputa, el 21 de junio vio la luz un manifiesto firmado por 150 profesionales de la conservación y restauración de obras de arte. A través de este documento, titulado “El patrimonio no es una bandera”, reclaman “un debate sereno y fundamentado en criterios técnicos y científicos, lejos de presiones políticas, mediáticas o partidistas”.
En el texto también denuncian “la instrumentalización con fines políticos del patrimonio cultural, que se convierte en un instrumento ocasional al servicio de intereses espurios: manoseado cuando conviene, ignorado casi siempre”.
Uno de los impulsores del manifiesto es Fernando Carrera, catedrático jubilado de la Escola Superior de Conservación e Restauración de Bens Culturais de Galicia. “Es un abrazo a nuestros colegas, un grito de ánimo, porque somos conscientes de la posición tan difícil en la que se encuentran”, afirma a El Cultural. “Si los técnicos catalanes dicen que las pinturas se pueden trasladar, les van a llover palos; y si los aragoneses dicen que no, también les caerán”, lamenta el especialista.
“Igual que uno no espera que le cure una enfermedad alguien que no sea un médico, en el caso del patrimonio parece que todo el mundo sabe de ello. Nosotros nos ponemos en el lugar de los colegas aragoneses o catalanes, no nos posicionamos políticamente”, señala Carrera.
“Este caso ha movilizado muchos sentimientos nacionalistas por parte de todos. El valor simbólico o nacionalista del patrimonio es algo que aceptamos como profesionales, pero lo que nos fastidia es que ese valor solo se tenga en cuenta a instancias de una coyuntura política”, protesta el impulsor del manifiesto.
“El traslado de las pinturas murales se hizo en una coyuntura histórica que lo hacía razonable, y ahora es legítima la solicitud de devolución por parte de Aragón. La única cuestión que queremos poner encima de la mesa es que no puede aceptarse la degradación del objeto patrimonial, que ya ha sufrido sobradamente. ¿Significa eso que no se puede mover? No. Significa que los técnicos deben decidir las opciones existentes y qué riesgos se derivan de cada una de ellas, y lo harán bien con toda seguridad. Nosotros asumiremos la decisión que tomen. ¿Lo harán los políticos?”, se pregunta Carrera antes de echarse a reír mostrando su escepticismo.
La historia de las pinturas
En agosto de 1936, durante los primeros compases de la Guerra Civil, una columna de milicianos anarquistas incendió el monasterio de Sijena, dañando parcialmente este excepcional conjunto de pinturas murales de finales del siglo XII y principios del XIII, ejemplo sobresaliente del llamado “arte 1200”, a caballo entre el románico y el gótico.
En octubre del mismo año, Josep Gudiol, arquitecto e historiador catalán al frente del Comité por el Salvamento Artístico de la Generalitat, dirigió una expedición para rescatar las pinturas murales que habían sobrevivido al fuego.
Las obras fueron arrancadas en condiciones precarias —mediante strappo, técnica que ha caído en desuso por su agresividad— y trasladadas a Barcelona para su conservación y posterior restauración. Desde 1940, las pinturas han estado en el MNAC.
En 1960, Joan Ainaud de Lasarte, director de los Museos de Arte de Barcelona, promovió el traslado del resto de los frescos que aún quedaban en Sijena. Se trata de un conjunto de pinturas de carácter profano y datadas también entre finales del siglo XII y principios del XIII, que fueron igualmente depositadas en el MNAC.
Sobre este segundo conjunto de pinturas, que se encuentran en buen estado de conservación y montadas sobre soportes planos, el MNAC no presenta ninguna objeción a su devolución y ya están trabajando, aseguran a El Cultural fuentes del museo, en llevarla a cabo.