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Estos días en Sevilla no se habla de otra cosa que del “estropicio”. Así ha sido calificada la restauración de la Virgen de la Macarena que añadió a la veneradísima talla del siglo XVII unas pestañas de tamaño excesivo y realizó otros retoques que no concuerdan con el estilo de la obra.

La intervención realizada ha puesto en pie de guerra a los hermanos de la cofradía y la polémica ha saltado a los medios de todo el país, pero al menos en este caso se trata de una restauración profesional.

Aunque no sean comparables, es inevitable recordar que, en los últimos años, España ha sido el hazmerreír de la prensa internacional por una serie de restauraciones desastrosas realizadas por espontáneos no profesionales en nuestro patrimonio artístico y cultural.

A continuación, una lista de algunos de los casos recientes más notorios y comentados.

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    Ecce Homo de Borja (Zaragoza, 2012)

    El primero de la lista no podía ser otro que el Ecce Homo de Borja (Zaragoza). En 2012, Cecilia Giménez, una vecina octogenaria del pueblo, intentó restaurar un fresco de Elías García Martínez de 1930 —que tampoco es que fuera una obra maestra, dicho sea de paso— en el Santuario de la Misericordia. 

    El resultado fue una transformación tan grotesca de la imagen original, con una notoria papada y más parecido a un orangután que a Jesús, que se viralizó y se convirtió en símbolo universal de las malas prácticas en restauración.

    El caso dio la vuelta al mundo, generó cientos de memes, se imprimieron camisetas con la imagen y hasta dio origen a una ópera estadounidense —Behold the Man (Ecce homo en inglés)— que, por cierto, también pudo verse en España. Además, el pueblo sacó buen rendimiento económico durante años de los miles de turistas que acudieron en masa a contemplar el adefesio.

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    San Jorge de Estella (Navarra, 2018)

    Pocos años después del Ecce Homo ocurrió un suceso similar con otra restauración no profesional de una obra ubicada en la iglesia de San Miguel de Estella (Navarra), un templo considerado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. 

    En este caso, la obra “destrozada” —así calificó el resultado la Asociación de Conservadores Restauradores de España— fue una escultura del siglo XVI que representa a San Jorge a caballo luchando contra el dragón. 

    La escultura estaba muy descolorida por el paso de los siglos y el párroco de la iglesia decidió encargar la restauración a un taller de manualidades. El autor de la restauración no se cortó a la hora de aplicar colores chillones distintos a los originales, especialmente el verde casi radiactivo del dragón y el rojo brillante de los correajes del caballo. Además, el blanco atribuido siempre en la iconografía religiosa al caballo de Santiago, pasó a ser un gris azulado. 

    Según recoge el Ministerio de Cultura en su Libro verde para la gestión sostenible del patrimonio cultural, la obra perdió el 45 % de su capa pictórica original. El Gobierno de Navarra tuvo que tomar cartas en el asunto para revertir el daño y multar con 6.000 euros tanto a la parroquia como a la empresa que realizó el trabajo. Por su parte, el trabajo de restauración profesional llevado a cabo por el Gobierno de Navarra costó más de 30.000 €, cifra que fue asumida por el Arzobispado de Pamplona.

    Toda esta situación se podría haber evitado, ya que los responsables de patrimonio de la región ya tenían prevista la restauración de la talla, que habría ascendido a 8.000 €.

    En la imagen, el San Jorge de Estella en su estado anterior, después de la restauración no profesional y después de la restauración definitiva

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    Tallas de la ermita de Rañadoiro (Asturias, 2018)

    También en 2018 tuvo lugar un suceso similar al del Ecce Homo. Una vecina de una pequeña aldea asturiana de solo 16 habitantes siguió el ejemplo de la espontánea restauradora de Borja y decidió repintar unas tallas de madera de los siglos XV y XVI “porque estaban horrorosas”. El párroco le dio permiso para hacerlo.

    Ocurrió en la ermita de Rañadoiro, en el concejo asturiano de Tineo. Eran tres figuras: una de la Virgen con el niño Jesús y santa Ana, otra de san Pedro, y otra de la Virgen con el Niño, estas dos últimas policromadas. La mujer que perpetró aquel atentado contra el patrimonio cultural —sin duda con su mejor intención— decidió emplear colores vivos, del fucsia al azul añil.

    “Eso no fue una restauración, fue una venganza", declaró con sorna Genaro Alonso, el consejero de Educación y Cultura del Principado de Asturias. La Fiscalía del Principado presentó una denuncia ante el Juzgado de Tineo, pero en 2021 la Audiencia Provincial decidió archivar el caso por considerar prescritos los hechos, según informó El Comercio.

    EFE
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    Escultura en una fachada de Palencia (2020)

    En 2020, un rostro deforme apareció en una fachada de la calle Mayor de Palencia, concretamente en la sede del banco Unicaja. En realidad, estaba ahí desde 2017, pero nadie se había dado cuenta en tres años porque estaba a 17 metros del suelo. 

    El edificio, inaugurado en 1923, se construyó para la Federación Católica-Agraria, motivo por el cual tiene varias figuras religiosas en la fachada. Una de ellas perdió la cabeza durante un desprendimiento y unos albañiles la sustituyeron por un pegote con dos agujeros y una raya —y encima torcidos— a modo de ojos y boca. 

    Cuando saltó la noticia, los viandantes consultados por varios medios de comunicación se debatían entre la estupefacción, la risa y la indignación.

    “Eso no es una restauración, es un acto vandálico”, denunció el presidente de la Asociación Profesional de Conservadores Restauradores de España (ACRE), Francisco Manuel Espejo Jiménez.

    En 2022, la chapuza fue reparada.

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    Copia de 'La Inmaculada del Escorial', de Murillo (Valencia, 2020)

    En junio de 2020, una copia de La Inmaculada del Escorial de Bartolomé Esteban Murillo, propiedad de un coleccionista valenciano, fue objeto de una restauración que terminó en desastre y se hizo viral en redes sociales, ganándose el apodo de “Ecce Homo valenciano” por el paralelismo con el famoso caso de Borja.

    El propietario de la obra, una copia realizada a principios del siglo XX, encargó la restauración y limpieza del cuadro a un restaurador de muebles, pagando 1.200 euros por el trabajo.

    Al recoger la pieza, el coleccionista se encontró con que el rostro de la Virgen había quedado completamente desfigurado, sin ningún parecido con el original y con rasgos faciales “reinterpretados” de forma grotesca.

    El restaurador intentó una segunda intervención para solucionar el problema, pero el resultado fue aún peor, agravando el daño a la pintura. Ante la situación, el dueño contactó con un profesional especializado en restauración de arte para intentar revertir, en la medida de lo posible, el daño causado.

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    Virgen con Niño en Penagos (Cantabria, 2017)

    Ocurrió en 2017 pero se mantuvo en secreto hasta 2022. En Penagos, Cantabria, un feligrés restauró un cuadro anónimo del siglo XVIII, procedente de Quito (Ecuador). El resultado fue casi tan desastroso como el del Ecce Homo de Borja, pero, en este caso, el alcalde y el cura de la localidad decidieron proteger de la prensa a Adolfo, el autor del estropicio.

    Adolfo había sido copista y profesor de arte, reproducía por diversión obras de Velázquez y de Caravaggio e incluso tenía algún lienzo colgado en otras iglesias de la zona. Por eso el párroco dio el visto bueno a su intervención. Lo que no sabía aún era que había desarrollado demencia y que esta se encontraba en una fase especialmente agresiva de su desarrollo.

    En cuanto el sacerdote y el alcalde detectaron el desastre, y antes de que la pintura se secara, mandaron la obra a Madrid para que el taller de restauración Granda, que suele trabajar con el Prado, revirtiera los daños por algo más de 8.000 euros que el párroco pagó en parte con los fondos parroquiales y en parte con dinero de su bolsillo. 

    En 2022, con motivo de la restauración definitiva de la obra —la que querían realizar en un primer momento—, el caso se hizo público.

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    Angelotes de la Ermita del Mirón (Soria, 2024)

    El año pasado, la restauración de unos ángeles barrocos en la ermita de Nuestra Señora del Mirón causó indignación por su aspecto deformado y su alteración cromática.

    Muchos elementos decorativos del templo que antes eran blancos se pintaron en rosa, haciendo contraste con los querubines, cuyos cuerpos se mantuvieron en blanco y con un aspecto tosco. Las bocas fueron burdamente pintadas de rojo, mientras que el cabello, las cejas y las pupilas fueron coloreadas en marrón.

    El Obispado de Osma-Soria, promotor de la restauración, admitió el mal resultado y cerró temporalmente la iglesia, mientras decidía cómo resolver el problema. Según informó la diócesis a SoriaNoticias.com, en marzo de este año técnicos municipales y del obispado visitaron el templo y se redactó un informe que fue trasladado al consistorio para determinar los siguientes pasos. Actualmente, la iglesia sigue cerrada al turismo, aunque se abre al culto para celebraciones puntuales.