'San Francisco de Asís según la visión del Papa Nicolás V'. Foto: Lyon MBA / Martial Couderette

'San Francisco de Asís según la visión del Papa Nicolás V'. Foto: Lyon MBA / Martial Couderette

Arte

Zurbarán, el pintor místico que sale de marcha con los modernos en el MNAC

Una exposición en Barcelona pone en diálogo al pintor del Siglo de Oro con artistas contemporáneos. 

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El punto de partida que justifica Zurbarán (sobre) natural. El misterio de la realidad, son cuatro magnificas piezas del pintor que conserva el MNAC: Bodegón con cacharros, 1650; Inmaculada concepción, 1632; Bodegón con plato con membrillos (1633-1635) y San Francisco de Asís según la visión del Papa Nicolás V (1635-1640).

ZURBARÁN (SOBRE) NATURAL. El misterio de la realidad

MNAC. Barcelona. Comisarios: Àlex Mitrani y Joan Yeguas. Hasta el 29 de junio

Estas obras, complementadas por préstamos de otros museos, colecciones particulares e, incluso, producciones realizadas expresamente para la muestra, articulan un recorrido muy singular e inesperado al entorno de un maestro de la gran pintura, que habitualmente es objeto de estudios académicos.

Varios son los centros de interés de la exposición. En primer lugar, la restauración de San Francisco de Asís –acaso el mejor Zurbarán del MNAC– que ha recuperado su aspecto original. Algo a destacar es que el fondo de la pieza –no se puede precisar en qué periodo, posiblemente en el XIX– fue repintado de negro.

Una práctica habitual que podía responder a motivaciones comerciales, pero también a gustos y modas del momento. Redescubrir la pieza es, sin duda, apasionante: hoy se puede observar el fondo arquitectónico y la sombra de San Francisco de Asís, en el segundo término, antes tragados por la oscuridad.

Sin embargo, tengo bien presente la pieza antes de la restauración: el contraste entre fondo oscuro y la figura motivaba un particular dramatismo e intensidad: el santo se expresaba literalmente como una aparición. Era un espectro.

'Inmaculada Concepció', MNAC. Foto: MNAC

'Inmaculada Concepció', MNAC. Foto: MNAC

Recuerdo las palabras de Marguerite Yourcenar cuando hacía referencia a las esculturas antiguas. Ella explicaba que lo que las transforma, no es sólo el paso del tiempo, sino, sobre todo, la acción de los hombres. Sostenía que los primeros arqueólogos, “por piedad” recomponían las mutilaciones de las esculturas clásicas. Pero también “por piedad”, los criterios contemporáneos de restauración retiran las prótesis de nuestros ancestros.

En todo caso, las obras de arte son organismos vivos que cambian con las generaciones y con sus diversas interpretaciones. Y efectivamente, ahora, la lectura del San Francisco de Asís, es diferente.

'Bodegón'. Foto: MNAC

'Bodegón'. Foto: MNAC

Acaso se haya diluido aquella dimensión fantasmática que tenía el cuadro antes de su restauración y por esta razón, la exposición se inicia con una especie de introducción que explica didácticamente el contexto y el origen de esta pintura: la leyenda del cuerpo momificado del Santo en la cripta de la basílica de Asís.

Otro centro de interés de la muestra es la reunión de tres pinturas casi idénticas, una al lado de otra, de San Francisco de Asís según la visión del Papa Nicolás V. Todo un golpe de efecto, como si de un juego de espejos se tratara. Efectivamente, además de la del MNAC, existen dos “replicas” más, una conservada en el Musée des Beaux-Arts de Lyon y la otra en el Museum of Fine Arts de Boston.

La calidad entre ellas es la misma y se diferencian por pequeños e insignificantes detalles. No se trata de obras de taller, es decir, realizadas por ayudantes del artista, sino que los expertos hablan de “réplicas” realizadas (o rematadas) por la mano del mismo Zurbarán sin poder decir cuál fue la primera. En este caso, la presentación de las piezas en este juego de espejos se me antoja como una alucinación.

Ahora bien, el tercer punto de interés y más importante es el que reivindica una dimensión espiritual en el arte. El título –y subtítulo– de la exposición es muy significativo. Se alude a una realidad metafísica en sentido literal, más allá de la materialidad de las cosas visibles, pero es a través de ellas que acontece una percepción trascendente.

'Sant Francisco en oración'. Foto:  Museo del Prado

'Sant Francisco en oración'. Foto: Museo del Prado

Es muy difícil explicar –aunque sea evidente en Zurbarán– como germina esta (sobre)realidad. Rafael Santos Torroella a propósito de Velázquez, decía: “Velázquez, un vaso de agua”, era una metáfora para explicar el milagro de la pintura, como si las cosas resultaran transformadas sutil y radicalmente entre vistas por la transparencia del agua y el vidrio.

Así sucede en ambos, aunque no sepamos explicar el secreto ni de uno ni de otro pintor. En todo caso, los bodegones y los cuerpos de Zurbarán están como suspendidos en un mundo que parece virtual o metafísico.

Otra de las aportaciones de la exposición es la de haber sabido crear un dialogo entre Zurbarán y creadores contemporáneos sabiamente escogidos como Hernández Pijuán, Marta Povo o Aurelia Muñoz: el artista andaluz se confronta con el arte contemporáneo en un viaje de ida y vuelta en que se explora la dimensión espiritual del arte.

Las tres pinturas de San Francisco de Asís mencionadas anteriormente se contraponen frente a frente, por ejemplo, a una obra monumental de Antoni Tàpies con la voluntad de intercambiar y complementar significados entre uno y otro… Asociación que enriquece a Tàpies con nuevos registros y reivindica la modernidad y actualidad de Zurbarán.