Vista de la exposición. Foto: Museo Guggenheim © Giovanni Anselmo

Vista de la exposición. Foto: Museo Guggenheim © Giovanni Anselmo

Arte

La última exposición de Giovanni Anselmo, el artista que pensaba desde el asombro

El Museo Guggenheim recorre la obra de uno de los nombres fundamentales del 'arte povera' de los años sesenta del pasado siglo.

20 febrero, 2024 01:35

El arte povera reclamó una atención nueva a las propiedades físicas de los materiales, a las energías asociadas y a los signos de su lenta mutación. En la heterogénea escena del povera, Giovanni Anselmo (Borgofranco d’Ivrea, 1934 - Turín, 2023) desplegó una travesía singular que fue desbordando esa primera adscripción a la ruptura artística de los sesenta a la que dio coherencia el crítico italiano Germano Celant.

Giovanni Anselmo. Más allá del horizonte

Museo Guggenheim. Bilbao. Comisaria: Gloria Moure. Hasta el 19 de mayo

“Yo, el mundo, las cosas, la vida, nosotros somos situaciones de energía y no se trata de cristalizar situaciones, sino de que el mantenerlas abiertas y vivas es una función de nuestro vivir”, dejó escrito Anselmo en la publicación de Celant en 1969. Esa poética de su práctica artística queda reflejada en la muestra póstuma –falleció en el pasado mes de diciembre– organizada por el Museo Guggenheim de Bilbao y comisariada por Gloria Moure.

Giovanni Anselmo. Más allá del horizonte da nombre a una oportuna y cabal presentación de su singular aportación que incluye más de 40 obras (dibujos, esculturas, fotografías, proyecciones e instalaciones adaptadas al espacio específico). Es el caso de la obra Mentre verso oltremare il colore solleva la pietra (1995-2024) que fue concebida específicamente para el espacio de la galería que la alberga y elaborada con piedra caliza procedente de una cantera vasca.

Fallecido el pasado mes de diciembre, esta muestra póstuma refleja toda la poética de su práctica artística

Todas sus propuestas concilian situaciones, tiempos, elementos materiales equilibrios y tensiones que remiten a un más allá de su presentación/representación: la conexión de nuestra existencia con la physis y el infinito. La physis, como gran naturaleza de lo real, tiene un orden caótico, movido por potencias y energías (creadoras y destructoras de modos de existencia siempre en transformación), de la naturaleza de lo real.

La idea de infinito tendría una entrada mediante lo fragmentario y particular, sus propuestas vendrían a dar forma a las conexiones entre esas significaciones imaginarias que remiten a un más allá. Ya en una experiencia pionera, recogida en la imagen Mi sombra hacia el infinito desde la cima del Estrómboli durante el amanecer del 16 de agosto de 1965, que anticipa el recorrido de la muestra, da cuenta de una suerte de iluminación profana que, al no verse su sombra desvanecida en el aire, experimentaría una conexión con el infinito.

Vista de la exposición. Foto: Museo Guggenheim © Giovanni Anselmo

Vista de la exposición. Foto: Museo Guggenheim © Giovanni Anselmo

Precisamente en otra foto que titula Infinito, 1970, capta un fragmento de cielo azul aparentemente monocromo y homogéneo, que deviene índice de ese más allá irrepresentable de modo pleno. O la enigmática instalación Interferencia en la gravitación universal, 1969-2016, formada por veinte impresiones sobre lienzo emulsionado, que capta de modo discontinuo un trayecto hacia un horizonte donde se pone el sol, invita al espectador a recrear su trayectoria de interferencia.

La experiencia del tiempo en sus propuestas es recurrente, como los juegos sobre la orientación. No extraña que la brújula se incorpore en sus piezas. Así, en Dirección, 1967-1968, experimentamos en dos versiones la dirección que muestra la obra y nuestra situación en relación con el espacio, a los campos magnéticos y a las estrellas.

[Arte povera nada pobre]

Las obras de Anselmo activan nuestra experiencia y conciencia de participar en esas energías de la physis, mediante una experiencia estética y cognitiva que formaliza una experiencia imaginaria del más allá, del aquí y ahora siempre singular.

Los equilibrios que remiten a otras propiedades físicas se manifiestan también en algunas obras que tienen en la poética del nudo visible o invisible su modo de acción. En el caso primero está Torsión, 1968. El anudamiento de la barra de hierro y la tela se mantiene por la disposición junto al muro que impide la acción natural de soltarse. En su modalidad invisible, el nudo de un cable de acero soporta grandes bloques de granito sobre lienzos y, dado el efecto paradójico de que su propio peso tensa el nudo e impide su caída, se mantienen ingrávidos.

Vista de la exposición. Foto: Museo Guggenheim © Giovanni Anselmo

Vista de la exposición. Foto: Museo Guggenheim © Giovanni Anselmo

Otra pieza que poetiza esas tensiones es Hacia ultramar, 1984. En ella una losa de piedra que semeja una vela sujeta con un cable a la pared se acerca a un rectángulo pintado de azul ultramar cuya resonancia enigmática recorre su uso en el arte. Ese rectángulo connota la idea de horizonte y, por lo tanto, la conexión entre el mar/tierra y el cielo.

La imbricación entre lo visible y lo invisible es otra de las aperturas significativas que movilizan sus piezas. De modo irónico se manifiesta también en las proyecciones de palabras como “detalle”, “todo”, “visible”, “infinito”, sobre diferentes lugares. A veces esas palabras aparecen reflejadas fugazmente en los propios visitantes, invitándonos a experimentar una autoconciencia del aquí y ahora, de lo visible e invisible como propiedades inestables.

Entramos en las condiciones de la puesta en obra, como el propio artista en el autorretrato Entrar en la obra, 1971, en el que una imagen impresa en un gran lienzo lo presenta corriendo en el paisaje hacia un más allá que disputa las medidas concretas de la obra. Siempre explorando esas direcciones y conexiones entre lo finito y lo infinito, entre nuestra realidad y el universo, entre lo material y lo inmaterial, su práctica artística nos convoca de un modo reflexivo y poético. Entre la presentación y la representación, Anselmo nos invita a pensar desde el asombro.