Image: Joana Vasconcelos juega a lo grande

Image: Joana Vasconcelos juega a lo grande

Arte

Joana Vasconcelos juega a lo grande

La artista portuguesa inaugura en el Guggenheim de Bilbao Soy tu espejo, una muestra de 30 obras realizadas entre 1997 y la actualidad

29 junio, 2018 02:00

Punto de encuentro, 2000

La artista Joana Vasconcelos (París, 1971) aterriza en el Museo Guggenheim de Bilbao con Soy tu espejo, una exposición de 30 obras realizadas entre 1997 y la actualidad. En esta muestra, el espectador podrá sumergirse en el universo de una artista con una visión directa y humorística del mundo, cuya obra explica sin esfuerzo aparente muchas de las contradicciones de nuestra sociedad. "Joana Vasconcelos investiga en el pasado y en el futuro, es singular que busca un camino muy distinto a otros artistas", dice Petra Joos, comisaria de la exposición que se podrá ver hasta el próximo 11 de noviembre.

El feminismo, apunta Vasconcelos, es uno de los temas que inspiran su arte pero no el único. "También los derechos humanos, más que el feminismo, porque las mujeres no tienen los mismo derechos que los hombres". Otros temas como "el consumismo, la violencia, la deconstrucción del ambiente doméstico y la actualización del rol de la mujer en la sociedad", son los que vertebran Soy tu espejo. La artista, ligada a su país natal, Portugal, "ha investigado mucho en sus raíces culturales y artísticas y con esta base proyecta su mirada hacia el futuro y la sociedad contemporánea". El humor atraviesa su obra al tiempo que "critica a la sociedad contemporánea, nuestros agobios y sofocos que nos asfixian".

Marilyn (AP), 2011

Soy tu espejo incluye una instalación concebida específicamente para el Atrio del Museo y otras obras de nueva creación. Algunos de sus trabajos son complejos: se mueven, emiten sonidos o se iluminan, complicaciones que la artista resuelve en su estudio lisboeta de tres mil metros cuadrados con la asistencia de un equipo de más de cincuenta colaboradores permanentes. En la confección de sus obras, Vasconcelos utiliza electrodomésticos, azulejos, telas, cerámica popular, botellas, medicinas, urinarios, duchas, utensilios de cocina, teléfonos, coches y cubiertos de plástico. Con ellos la artista construye imágenes chocantes, festivas y directas que remiten a asuntos socio-políticos propios de las sociedades consumistas, postcoloniales y globalizadas, abordando temas que van desde la inmigración a la violencia de género. El sentido del humor siempre está presente y las piezas sugieren significados abiertos y no dogmáticos, lo que las acerca a las propuestas de estética relacional surgidas a finales de la década de 1990, que requieren la participación del espectador en el momento de verlas e interpretarlas.

Repleto de referencias externas, desde Louise Bourgeois a la cultura popular, de la orfebrería a la moda, de la artesanía a la ingeniería de última generación, el trabajo de Vasconcelos habla de la identidad en todas sus dimensiones, entre otros temas clave, y expresa la reflexión de la artista sobre su posición como mujer y artista portuguesa y europea. La relación que establecen sus piezas con la arquitectura en la que se exponen, la reflexión metalingüística sobre la naturaleza de la obra de arte o los elementos puramente poéticos son, asimismo, aspectos fundamentales en su obra.

Joana Vasconcelos

La muestra se inicia con algunas piezas emblemáticas de los primeros años de su carrera como Cama Valium (1998), Burka (2002) y La novia (2001-2005), en las que la artista aborda cuestiones relacionadas con la identidad femenina, tanto en el ámbito privado como en las esferas política y social. Junto a estas, la muestra incluye algunas de sus obras recientes más destacadas, como Marilyn (PA) (2011), A todo vapor (2012), de la que se exponen las tres versiones existentes, y Call Center (2014-2016) en las que, a través del uso de electrodomésticos y utensilios de cocina, Vasconcelos continúa explorando el tema de la identidad femenina de una manera sencilla e irónica. Así, Marilyn consiste en un par de zapatos de tacón altísimos realizados a base de ollas de acero inoxidable, A todo vapor está compuesta por una serie de planchas de vapor que se mueven en lo que parece una coreografía para robots y Call Center es un revólver negro realizado con teléfonos de baquelita que emite una enérgica sinfonía electroacústica, creada para la obra por el compositor Jonas Runa a través la manipulación de los timbres de los teléfonos.

Obras nuevas para el Guggenheim

Entre las obras nuevas presentes en la muestra se I'll Be Your Mirror, una máscara veneciana gigante compuesta por espejos enmarcados en bronce; Solitario, un descomunal anillo de compromiso fabricado con llantas de coche doradas y vasos de whisky de cristal, así como otras obras pertenecientes a las series Urinarios, Cuadros de ganchillo y Bordalos. Una vez más, estos trabajos exploran la identidad femenina de formas diversas, por ejemplo, apropiándose de manera jocosa de imágenes de Marcel Duchamp y de las obras en cerámica del portugués Bordalo Pinheiro, que Vasconcelos envuelve en labores de ganchillo. La artista también se sirve de esto para crear unas mullidas parodias de cuadros épicos que exhibe en marcos dorados.

I'll Be Your Mirror, 2018

La exposición incluye una obra de gran tamaño, perteneciente a la serie Valquirias, realizada en exclusiva para el Atrio del Museo Guggenheim Bilbao. Las Valquirias de Vasconcelos, que toman su nombre de las divinidades de la mitología escandinava, constituyen una ya amplia serie de piezas de apariencia bulbosa y tentacular que se expanden por el interior de los espacios donde se exhiben a través de largas ramificaciones de vivos colores. Estas obras creadas a partir de la combinación de telas, texturas y colores, que parecen crecer como plantas, son una metáfora de la ocupación de los museos por parte de las mujeres.

I'll Be Your Mirror, la obra que da nombre a la exposición, es una veneciana creada mediante la superposición, a la manera de escamas, de multitud de espejos enmarcados con molduras de gran riqueza ornamental diseñadas por la propia artista. Esta pieza invita al público a mirar a través de esta suerte de máscara de Gulliver, desde el interior o desde el exterior, sin perder de vista la propia imagen reflejada en los múltiples espejos que la componen. El título está tomado de la canción del mismo nombre escrita por Lou Reed e interpretada por The Velvet Underground y Nico, cuya promesa es reflejar, como un espejo, el auténtico "yo". Comparte asimismo territorio con obras como el cuento El espejo del brasileño Machado de Assis, con la imagen reflejada del verso "Me quité la máscara y me miré en el espejo" de Fernando Pessoa, uno de los maestros en el uso de las máscaras, y también con la psicología analítica de Jung, concretamente en el ámbito del proceso de individuación que conduce a cada persona a su individualidad e integridad, así como de la conciliación entre el inconsciente colectivo y el personal una vez cobramos conciencia de ellos.

En la obra Solitario el deseo se halla en su núcleo del concepto artístico, en la que varias decenas de llantas doradas de automóviles de lujo componen el círculo de un ciclópeo anillo, rematado con una pirámide invertida formada por vasos de whisky de cristal que representa un diamante gigante. El conjunto conforma un anillo de compromiso, también conocido como "solitario", que constituye posiblemente uno de los objetos más deseados del mundo. En su trabajo, la artista actúa como una alquimista de la vida cotidiana, transformando los objetos y clichés de la sociedad de consumo en obras de arte abiertas, con una fuerte carga de significado. Para ello recurre a objetos comunes y los multiplica para crear otro objeto, igualmente reconocible por todos. Esta obra hace uso de esa misma estrategia, conjugando dos de los símbolos más estereotipados del deseo femenino y masculino respectivamente -los diamantes y los coches de lujo- bajo la forma de un gigantesco anillo de compromiso. Pasando de lo micro a lo macro Vasconcelos nos ofrece múltiples dimensiones que reflejan una visión singular del mundo, donde siempre está presente el deseo, que se investiga en relación con una de las características más llamativas de la contemporaneidad: el consumismo. Esta obra, al igual que Gallo Pop (2016), se ubica en el exterior del Museo.