Image: Itziar Okariz: La performance es más elitista que el teatro

Image: Itziar Okariz: "La performance es más elitista que el teatro"

Arte

Itziar Okariz: "La performance es más elitista que el teatro"

El CA2M de Móstoles expone una muestra de Itziar Okariz en la que se reúnen obras antiguas y recientes

2 noviembre, 2017 01:00

Itziar Okariz

El periplo de la exposición que Itziar Okariz (San Sebastián, 1965) ha inaugurado en el CA2M abrió su primer capítulo en Basilea. Una construcción, es decir, una jerarquía de momentos, expresiva de cierto concepto grande o pequeño, abstracto esotérico, así la ha titulado, reúne, con sutiles cambios en cada ciudad en la que desembarca, obra antigua y reciente. La de Basilea requería contextualizar su trayectoria de modo que diera "pistas sobre lo que estaba produciendo actualmente". Por eso incluyó trabajos como Trepar edificios, Aplauso y algunos vídeos de Mear en espacios públicos o privados que no están en Móstoles. Aquí, su trabajo es conocido y "tiene una lectura más o menos normativa" que ahora busca ser desplazada y ampliada.

En el caso de Mear en espacios públicos esa visión se renueva mediante la exposición de imágenes de la artista en cuclillas en lugar de los vídeos, que tal vez sean de las piezas más recordadas de Okariz. De este modo se crea "una ruptura de la imagen como forma de desplazamiento de la lectura". La idea ha residido, sobre todo, en mostrar su obra desde una nueva perspectiva que busca enseñar el proceso creativo. "Normalmente solo se ve una pequeña parte del trabajo de alguien, como una normalización concreta, pero el trabajo de un artista es como un iceberg. Hay diversas capas de sentido", explica Okariz, que pueden salir a flote.

Se conoce a Itziar Okariz por darle un nuevo sentido a la performance y por el uso de su cuerpo y la voz en sus actuaciones. En la pieza Baron Ashler, de producción reciente, se escucha cómo dos voces que provienen de dos altavoces diferentes leen un mismo texto. "Esta obra viene de una performance que hice con Víctor Iriarte en la que son uno empieza a sumar 101 palabras desde el inicio y el otro desde el final. Al principio son dos personas que van construyendo una imagen diferente pero a medida que se suman palabras se dificulta la comprensión, se vuelve confusa y se entra en un proceso de caos que requiere escoger qué voz se va a seguir", explica Okariz. Hacia la mitad del texto las "palabras empiezan a apocarse, se crea un coro por acumulación" y su comprensión se complica.

Vista de la exposición del CA2M

Pregunta.- Su obra se caracteriza por cuestionar las normativas del lenguaje. ¿En qué sentido lo hace?
Respuesta.- La clave está en la palabra cuestionar, en realidad significa que trabajo cuestionando qué es el lenguaje determinado, cómo funciona, cómo puedes demostrar su estructura, cómo puedes desplazarlo, ampliarlo, moverlo o servirte de él. Se trata de preguntarle al propio lenguaje porque cuestionar es poner en entredicho y el lenguaje en realidad es una norma, una norma más para que las cosas sean inteligibles.

P.- En ese sentido, ¿se podría entender el arte como una herramienta que puede poner sobre la mesa un debate o hacer reflexionar al espectador?
R.- En una obra de arte es difícil encontrar un sentido único. Esto permite cuestionar en ambos sentidos cómo funciona la realidad. La experiencia del arte tiene tantas capas que es difícil determinarlo. Con el arte sucede lo mismo que con el lenguaje, no sentimos o interpretamos de la misma manera una frase que alguien nos dice.

P.- Sus performances suelen ser gestos y signos que se repiten para dotarles de un nuevo significado. ¿Es la repetición un modo de resistencia?
R.- La repetición es lo que nos permite primero asegurarlos, confirmarlos pero también configurarlos. Pero la repetición a veces es imposible, la repetición exacta no existe de manera que siempre hay un pequeño desplazamiento. La resistencia es parte de mi naturaleza.

Sería simplificador, anota la artista, resumir su obra y reducirla tan solo a la performance. Entre sus referentes están la música, la literatura, de hecho toma las líneas de Pavese en el título de su exposición, la poesía, Ozu, la ciencia ficción en general. "He trabajado mucho en relación a los artistas de mi generación", dice, pero también existe una mirada hacia fuera. Todo eso compone una obra que destila complejidad y que toma los símbolos que hemos aceptado como normativos para ponerlos en cuestión. "Es en los espacios donde las identidades se ponen en suspenso y donde se puede trabajar política y plásticamente", detalla.

P.- Mear en espacios públicos o privados es una de esas obras en las que denota un punto de reivindicación del cuerpo femenino pero también de desobediencia civil. ¿Hay algo de denuncia en esta obra?
R.- Es un gesto y es curioso porque no es diferente al de Irrintzi o Baron Ashler. Es un signo corporal que tiene un sentido. Si estás sentada se te identifica con el género femenino y si estás de pie con el masculino. Pero solo es un signo que se puede modificar. Ocurre algo similar en la pieza del diario de Virginia Woolf en la que cada vez que se elimina una palabra cambia el sentido de la frase. Cualquier modificación de un signo determinado implica que su sentido se ponga en entredicho.

Vista de la exposición del CA2M con la imagen congelada de Irrintzi

P.- Sin embargo Irrintzi es un grito ancestral que tenía un sentido comunicativo. En esta muestra se expone de manera diferente. ¿Cuál es su significado?
R.- Es una pieza que hice para el Guggenheim hace ya 10 años. En esta ocasión he separado la imagen de la voz y esta sale muy separada de la imagen que está congelada. Esta ruptura produce cierta incomodidad. Por un lado está la imagen y la fuente que emite la voz está separada y viene de tu espalda. El Irrintzi me interesa porque no es una palabra pero tiene un sentido difuso que está en equilibrio. Me interesa este signo que esta vez es muy intrusivo. He dividido el vídeo en fragmentos de 40 segundos de manera que tienes 40 segundos de grito junto al vídeo y se congela durante diez minutos.

P.- ¿Se trata de llamar la atención sobre el espectador que puede estar a otra cosa?
R.- En una exposición no esperas 10 minutos a que algo se ponga en marcha por lo que aquí te interrumpe. Es tan corto el intervalo que es una interrupción y una interrupción te saca de lo que estás haciendo. Cuando entras encuentras la imagen quieta y el altavoz callado, la voz está latente.

P.- En una entrevista reciente Esther Ferrer dice que la performance se ha teatralizado. ¿Cómo entiende Itziar Okariz la performance?
R.- Para mí es difícil entender la performance en presente porque no tengo todo lo necesario para hacer un balance. Esther Ferrer tiene una mirada más histórica, desde el uso de la misma palabra performance, que antes ella usaba acción. Y yo también. ¿Se ha teatralizado? ahora mismo hay mucha gente de las artes escénicas que está trabajando en ello. Posiblemente tenga razón, hay una forma de teatralización de la performance pero si es más o menos que antes, eso no lo sé. Más que en los años 80 seguro. Entonces estábamos en plena era de la posmodernidad y de la acción directa donde apenas había lenguaje, la vida se ponía en cuestión y prácticamente todo era representación. La idea de representación te lleva a la teatralidad pero en la performance existe una pulsión muy fuerte a la vida, a la representación. En ocasiones el teatro es el espacio de existencia de la performance. Se ha abierto el abanico pero yo me pregunto más por qué es lo específico de la performance. Eso es lo interesante porque la performance viene de las artes plásticas y es más elitista que el teatro, que históricamente es más popular.

@scamarzana