Image: Andrés Jaque: La arquitectura es hoy un espacio de experimentación

Image: Andrés Jaque: "La arquitectura es hoy un espacio de experimentación"

Arte

Andrés Jaque: "La arquitectura es hoy un espacio de experimentación"

12 junio, 2015 02:00
Enrique Encabo Inmaculada Maluenda

Andrés Jaque

El estudio de Andrés Jaque se proclamó, el pasado mes de enero, vencedor del concurso para la realización del tradicional pabellón veraniego de la neoyorquina PS1. Jaque, quien llevaba ya un par de años a medio camino entre Madrid y Nueva York, donde imparte clase, avanza así un paso más en la internacionalización de su práctica. El Cultural habla con él a dos semanas de la inauguración.

Blip. Andrés Jaque (Madrid, 1971) se materializa, como por ensalmo, en el monitor. Habla, a primera hora de su mañana, desde lo que parece ser una variante mínima y neoyorquina del Despacho Oval. A principios de 2015 ganó el concurso para la realización del pabellón del PS1 (el hermano díscolo del MoMA, si quieren), un encargo que ha destapado a algunas de las oficinas jóvenes más relevantes de las últimas dos décadas y que Jaque ha resuelto mediante un artefacto un tanto Mad Max, otro poco Vesalio y bastante escena de festival veraniego (en realidad, de lo que se trata).

La pieza, bautizada Cosmo, depurará el agua que recorre sus conductos y servirá de luminiscente fondo a las habituales sesiones de música electrónica organizadas por la institución, y sintetiza, en este preciso instante, una perenne inquietud de la oficina de Jaque: el entendimiento de la arquitectura como un campo de conversación incesante en la que se articulan, sin solución de continuidad, ecología y hedonismo.

-¿Qué es exactamente Cosmo: una instalación, una infraestructura del disfrute o una mezcla de ambas?
-Creo que hay que entenderlo como una palanca de movilización arquitectónica. Uno de los grandes temas de la arquitectura en este momento es cómo ganar relevancia, porque lo infraestructural, lo global, lo micro-tecnológico o lo online han menoscabado su capacidad de acción. Para recuperar territorio, la arquitectura tiene que arquitecturizar el mundo. Ese sería el desafío. Cosmo es, por tanto, una máquina para arquitecturizar las infraestructuras del agua en la ciudad de Nueva York; una estrategia para que todo ese mundo subterráneo de tuberías, centrales y redes de saneamiento pueda convertirse en algo que se discuta. También puede entenderse como una ingeniería relacional. Su proceso ha acarreado el trabajo de más de 80 personas, de grandes oficinas técnicas a activismos. En cierto modo, el proyecto es una sección de todo este entramado de relaciones sociales. Es emocionante que la arquitectura administre estas inteligencias, las canalice y encuentre la posibilidad de ensamblarlas.

"El proyecto Cosmo

-¿En qué aspectos continúa este proyecto la línea de trabajo del Young Architects Program (Programa de Jóvenes Arquitectos) del PS1?
-Todo empezó con un viaje de sus responsables a Berlín a mediados de los 90. En un principio, creían que sería un programa de experimentación de música electrónica. Pero, una vez allí, se quedaron maravillados con la renovación social que se experimentaba en las playas berlinesas. Ese era el propósito inicial: hacer una playa urbana. Pero no despolitizada, sino en busca de ese hedonismo en la relación con el agua y en su posibilidad de transformación social, algo que, según consideraron, no se daba en Nueva York. Lo que entonces se entendía como una manera de establecer una relación transgresora ahora no lo hubiese sido, sino que habría quedado completamente alineada con la cultura de Google o Apple, los grandes actores del capitalismo global. Hoy, la titularidad del agua es uno de los grandes asuntos políticos.

Hay que leer el éxito internacional de la arquitectura española experimental como una muestra de que en España hace falta una gran renovación"

-¿Hasta que punto el trabajo de la oficina puede entenderse dentro del marco disciplinar de la arquitectura?
-Nuestro trabajo está plenamente inserto en unas tradiciones que se han desarrollado dentro de la arquitectura. Desde este punto de vista, trayectorias como las de Cedric Price o Burle Marx, por ejemplo, toman una importancia extrema. Ahora toca pensar en los espacios de discusión cultural y en formatos blandos, más performativos, como las instalaciones, las publicaciones o las conversaciones. En las décadas de 1980 y 1990, la arquitectura estuvo dominada por la concentración de capital y las dinámicas de desigualdad, pero hoy se ha convertido en uno de los grandes espacios de experimentación. La innovación arquitectónica y los ajustes políticos en las prácticas arquitectónicas suelen darse allí donde existe mayor independencia, sólo cuando las cosas pueden hacerse con poco dinero y sin necesidad de recabar apoyos de grandes agentes económicos. Quienes dicen que la arquitectura más efímera pertenece a una burbuja no se han dado cuenta de los efectos a largo plazo que pueden alcanzar estas acciones.

Tuberías y jacuzzis

-¿Cómo se ensambla este trabajo en la trayectoria del estudio?
-El estudio ha apostado siempre por la investigación, pero no a través del diseño, sino reconociendo que el diseño es algo socialmente distribuido que ya existía, por ejemplo, en el jardín trasero de una casa de Pasadena. Cosmo es el resultado de una trayectoria, pero también de una manera de interrogar a nuestra cotidianidad. Esta línea de trabajos la iniciamos con el proyecto Sweet Parlament Home en Corea, la continuamos con la EMV en Madrid, la llevamos a la Bienal de Venecia con Fray Foam Home, y el año pasado con RedCat a Los Ángeles, donde estudiamos cómo gente muy distinta había conformado su vida a través de su relación con el agua (tuberías, piscinas, jacuzzis...). Después llegó Cosmo, que ha sido fundamental. La oportunidad que ofrece la arquitectura de combinar la observación de la realidad, codificar la programación del día a día y movilizar la información a través del diseño es maravillosa.

-Este encargo del PS1 ha coincidido con una cierta celebración de la arquitectura española en la escena internacional, tras toda una serie de concursos y reconocimientos que se han concentrado en un breve espacio de tiempo. ¿Se trata de un fenómeno aislado o puede replicarse con cierta frecuencia?
-Es una pregunta muy difícil. Creo que requiere de tres respuestas. En primer lugar, la arquitectura tiene lugar en aquellas geografías en las que se administra el poder y se desarrollan la economía y la política. Por tanto, es normal que los arquitectos que ambicionen que su trabajo salga adelante empiecen a operar en estas redes. La segunda respuesta la daría pensando en las instituciones españolas. La administración pública, las organizaciones financieras o la promoción de viviendas han dado, en general, la espalda a las prácticas más experimentales de la arquitectura española durante los últimos veinte años. El resultado es que aquellas más vivaces sólo han podido desarrollarse en otros contextos, como talleres latinoamericanos, Europa del Norte, EE.UU... Pero rara vez en España, cuyo parque de viviendas sigue siendo enormemente conservador pese a que en pocos lugares haya existido un debate tan intenso sobre la domesticidad.

-¿Y la tercera?
-Creo que a la larga, esta situación debería revertir en un cambio de estructuras en la universidad española y otras instituciones, para que empiecen así a ser sensibles a determinados posicionamientos. Soy optimista, pero hay que leer este éxito internacional de la arquitectura española más experimental como una muestra de que en este país hace falta una gran renovación en las estructuras de lo público.