Image: Los otros mundos de Kader Attia

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Arte

Los otros mundos de Kader Attia

Black and White, Casbah, Oil Sugar y esculturas

31 julio, 2008 02:00

Imágenes del vídeo Oil & Sugar, 2007.

Comisario: R. Durand. Centro Huarte. Zubiarte, s/n. Huarte. Navarra. Hasta el 28 de septiembre.


Nacido en la localidad francesa de Dugny, Kader Attia (1970) se presenta a sí mismo como un artista franco-argelino, resaltando su condición de miembro de esa nueva clase social que va apareciendo, poco a poco, en la Unión Europea y compuesta por personas que se sienten en "tierra de nadie", cuya verdadera patria son los suburbios de las grandes ciudades y su cultura, una que no encaja ni en las tradiciones del país del que emigraron sus padres ni en las de aquél que no termina de aceptarlos.

Su obra se nutre de este fenómeno social, reciente en nuestro país y algo más aceptado en otros a los que muchos españoles de hace dos generaciones se desplazaron con parecidas razones. El choque con unas costumbres sociales diferentes, cuya aceptación es constantemente requerida, el rechazo y la marginación social producto del miedo a la diferencia y la dimensión mundial que ese rechazo ha ido adquiriendo en los últimos años, sobre todo tras el 11-S y la creciente crisis energética, nutren la obra de un artista cuya obra gira sobre un repertorio conceptual reducido en constante reelaboración y evolución material.

El paso de la fotografía al dibujo y, más recientemente, a una escultura que él define como pintura, marcan la trayectoria de este artista, cuyo reconocimiento artístico empezó con la serie La pista de aterrizaje, presentada en 2000 en el Centre Nacional de la Photographie en París. Attia mostraba las tensiones sociales en la vida de los inmigrantes de segunda generación en los alrededores de París, inmersos en una sociedad consumista que los utiliza como clientes y los rechaza como miembros.

Su exposición en el Centro Huarte comprende cuatro piezas que plasman a la perfección la evolución desde este primer trabajo a una visión más general del progresivo choque entre Islam y mundo occidental. Casbah cubre la parte derecha de la sala simulando los tejados de chapa de los barrios de las ciudades de países musulmanes, con el habitual caos de materiales, alineaciones, antenas parabólicas y objetos de todo tipo. En la parte izquierda, Black & White vuelve sobre un tema que ha plasmado de forma diferente en otras exhibiciones: las figuras inclinadas hacia la Meca durante la oración musulmana. Aquí, las figuras están representadas por barriles metálicos que remiten al oro negro, aunque, si uno se detiene leyendo las etiquetas, verá que fueron utilizados para transportar un producto muy diferente, también relacionado con la cultura islámica: zumo de cítricos, la fruta de origen tailandés que los árabes contribuyeron a diseminar por el mundo. Las figuras orantes han sido representadas en otras instalaciones mediante figuras femeninas sin rostro hechas con papel de aluminio, prismas de madera y, con anterioridad, como dibujos murales, pero en la versión presentada en Huarte introducen la variante del diálogo con el espacio y la luz ambiente.

El valor simbólico del petróleo es también el tema del vídeo Oil & sugar, en el que puede verse cómo un inmaculado cubo hecho de terrones de azúcar es reducido a una masa pringosa al verter sobre él una pequeña cantidad del líquido que en la actualidad mueve al mundo. Y sus valores. Pero más sutil resulta la última pieza: bolsas de supermercado, vacías, sobre una mesa. Representan las bolsas con que las organizaciones caritativas reparten alimentos entre los indigentes. Una vez consumidos aquellos, lo que queda es lo verdaderamente relevante: el vacío de éstos.