Arte

Miguel Falomir: "Pensaban que la exposición Tintoretto era imposible"

El comisario de la exposición Tintoretto nos da las claves de la exposición estrella del Museo del Prado esta temporada

25 enero, 2007 01:00

Miguel Falomir. Foto: Sergio Enríquez

Frente a los enormes lienzos de Tintoretto, Miguel Falomir (Valencia, 1966), conservador de pintura italiana del Renacimiento del Museo del Prado y comisario de esta exposición, se queda pequeño. Es consciente de la importancia de la muestra y de los muchos visitantes que puede llegar a atraer.

-¿Cómo surge una exposición Tintoretto 70 años después de la última monográfica en Venecia?
-Son varias circunstancias las que se unen: en primer lugar, esos 70 años que han pasado, mucho tiempo para ser un pintor conocido por todos y más teniendo en cuenta la fiebre expositiva actual y que cualquier pintor "menor" ha tenido su monográfica. Es un pintor que me gusta, con el que ya había trabajado en el año 2000, cuando el Prado restauró el Lavatorio. Un pintor además unido a España y al Museo que tiene obra suya, con influencia en El Greco, Rubens y Velázquez.

Faltan especialistas
-Se ha realizado una importante labor de investigación con especialistas de toda Europa...
-Una exposición de esta envergadura no la podía haber hecho yo sólo. Tintoretto es uno de los pintores peor estudiados de la pintura italiana del Renacimiento, y es que muchas veces la ausencia de exposiciones acaba mermando la importancia de un pintor. Aunque Tintoretto tuvo su momento: entre 1880 y 1940 fue incluso más apreciado que Tiziano. Hoy hay pocos especialistas en Tintoretto. En esta ocasión, me he rodeado de jóvenes especialistas. Los principales son Robert Echols y Frederick Ilchmann, conservador del Museo de Bellas Artes de Boston.

-¿Cuál es el lugar de Tintoretto en la Historia de la pintura?
-La mayor aportación desde el punto de vista técnico es el cambio de las preparaciones claras a las oscuras. Rubens toma esta técnica del veneciano, por ejemplo; como pintor narrativo-religioso es el más extraordinario de la Historia, junto con Giotto. Tintoretto tenía una imaginación portentosa y podía volver a los mismos temas aportando novedades.

-¿Por qué es necesario revisitar la obra de Tintoretto hoy?
-La pintura de Tintoretto es una pintura que desde el punto de vista temático resulta distante para el espectador contemporáneo, como la mayoría de la época. Sin embargo, la energía, el dinamismo, la complejidad, el tratamiento del cuerpo humano en movimiento como transmisor de sensaciones, el cuerpo en torsión que asume el protagonismo narrativo, la brillantez de las composiciones y la originalidad de éstas captan la atención del espectador. Sus mitologías tienen una mirada irónica que deben mucho a su forma de ser y a su vinculación con determinados intelectuales venecianos de la época: en Venus, Vulcano y Marte la escena de adulterio se convierte casi en escena de vodevil...

El Greco, el mejor discípulo
-¿Qué artistas han bebido más de Tintoretto?
-Sus admiradores fueron sus colegas: Delacroix, Rubens (se ve claro en su retrato del Duque de Lerma). Ha tenido influencia en Velázquez: Las Meninas es una especie de ultra asunto del Lavatorio. Y aunque no tuvo un heredero claro, el mejor discípulo de Tintoretto es El Greco y es en sus cuadros donde se pueden encontrar afinidades mayores.

-El problema de una exposición de Tintoretto son los grandes formatos de sus obras fundamentales. ¿Ha sido difícil conseguir las mejores?
-No hemos pedido imposibles, no es factible sacar un lienzo de la Scuola di San Rocco. A Tintoretto le toco ser el gran redecorador de Venecia y muchos son lienzos de 22 metros. A pesar de todo, hemos conseguido cuadros importantísimos de iglesias venecianas: las dos grandes Cenas de la Iglesia de Marcuola y de San Trovaso. La primera fue ideada para acompañar al Lavatorio (hoy en el Prado) y se verán juntas por primera vez en 400 años. Hemos conseguido todas las obras importantes que están fuera de Venecia.

-¿Qué es lo que más va a sorprender al visitante?
-Descubrirlo. Es un pintor que sabe que existe y de pronto el espectador se va a encontrar con él. Va a descubrir a un pintor distinto: un pintor con una personalidad extraordinaria que puede gustar o no pero que no deja indiferente, un pintor con una imaginación y una fuerza que contagia. Para muchos estudiosos de la época lo ideal era unir el color de Tiziano y el diseño de Miguel ángel y eso lo logra Tintoretto.

-Usted comisarió también la exposición de Tiziano en 2003: ¿cuál ha sido más gratificante?
-Sin duda Tintoretto porque esta es una exposición que todo el mundo pensaba que no se podía hacer. Tiziano era más sencilla (la mitad de las obras eran del Prado). Con Tintoretto hay una especie de leyenda de malditismo ya que desde hace 70 años no se había logrado reunir un conjunto así. Si la exposición sale como confío, será un reto importante para el Museo ya que habremos logrado lo que otros no han podido.