Image: Dalí. Cultura de masas

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Arte

Dalí. Cultura de masas

La vida secreta de las imágenes

5 febrero, 2004 01:00

Reminiscencia arqueólógica de "El Ángelus" de Millet, 1933-35. Museo Salvador Dalí (San Petersburgo, Florida, EE.UU.)

Caixaforum. Marqués de Comillas, 6-8. Barcelona. Hasta el 23 de mayo

Aunque exposiciones, homenajes y libros como la novela inédita que anticipó El Cultural forman ya parte de lo mejor del Año Dalí, el 5 de febrero se inaugura en CaixaForum la gran exposición del centenario, que se cumple el 11 de mayo. La exposición, con más de 400 piezas, es un laberinto, un camino serpenteante ideado por su comisario, Félix Fanés, que propone al espectador una novedosa mirada sobre Dalí: la relación de éste con la cultura de masas, con el cine, con la fotografía, con la prensa... Es, además, una oportunidad única para descubrir, por ejemplo, el proyecto que el genio realizó para Walt Disney o para disfrutar de óleos desconocidos en España, retratos del más secreto Dalí.

Esta exposición es un gran acontecimiento. Por el montaje, espectacular y en sintonía con el universo Dalí, por la selección de las piezas, en total unas 400, todas ellas excepcionales (entre otras, por ejemplo, se exponen por primera vez los trabajos que el artista realizó para los estudios Disney)... Y especialmente por la tesis que se nos propone. Ciertamente, la obra de Dalí ha sido estudiada, pero Félix Fanés, el comisario, nos propone una lectura inédita o por lo menos que nos había pasado desapercibida y que abre nuevas perspectivas y una diferente manera de contemplar al artista: la relación de Dalí con la cultura de masas. O, lo que es lo mismo, la relación de la cultura tradicional -la gran pintura- con el impacto y la consolidación de una nueva cultura: el cine, la fotografía, la prensa, la imagen seriada, el consumo cultural, etc.

Dalí fue uno de los primeros artistas en utilizar -directa o indirectamente- los nuevos medios que nacen con la sociedad industrial. Picasso también es un producto de la cultura de masas. La cultura ya no puede ser lo mismo desde entonces. Picasso es consciente de los mecanismos de seducción, pero uno casi diría que es a pesar suyo. Este artista no se construye a sí mismo. Posiblemente, la gran proyección de Picasso es motivada, entre otros aspectos, por algo ajeno a su propia obra. Acaso esté relacionada con razones -digámoslo así- de tipo sociológico, como su militancia en el partido comunista, su relación con las mujeres etc., que articulan una imagen pública. Sin embargo, el autorretrato de Picasso, esto es, tal como se veía él mismo, es aquel del artista y la modelo: el pintor encerrado en su estudio cual un claustro materno, reinterpretando una y otra vez el mito de la pintura.

Dalí en cambio es un fenómeno de masas en sí mismo. él se expresa como un nuevo modelo de artista o intelectual, para el que pintar, o sólo pintar, es insuficiente. Al artista en el anonimato de la gran ciudad se le obliga a transformarse en actor. Ser actor significa construir y proyectar una imagen pública. Representa instrumentalizar los medios de comunicación. Implica adoptar el escándalo y la provocación como estrategias de difusión en la medida en que la prensa deviene una caja de resonancia que amplía y difunde su imagen... Y todo esto es Dalí, una nueva noción de artista que será frecuente a partir de entonces. En fin, a nadie se le escapa que el Museo Gala-Dalí está localizado y conserva la estructura de un teatro, un antiguo teatro devorado por un incendio. Aspecto éste, el del teatro, que se contrapone al mensaje implícito en la idea "del artista y la modelo" de Picasso.

Hay que preguntarse, sin embargo, de qué manera la cultura de masas se vincula con la pintura de Dalí. Aunque siempre nos situemos en el movedizo terreno de la hipótesis, hay un aspecto que parece importante: Dalí utilizó un lenguaje tradicional frente a otras experiencias que se identificaban con la modernidad. De ahí que hasta hace poco se le haya considerado un mero producto comercial, en definitiva desprestigiado. Ahora tal vez podamos reconsiderar a Dalí, a la luz de la cultura de masas, como la búsqueda de un lenguaje que, al igual que el cine o la publicidad, por ejemplo, posee una vocación de difusión a gran escala. El cine deriva de la gran tradición del Renacimiento, rota por la modernidad. ésta, originalmente, posee un carácter minoritario y marginal, dirigiéndose exclusivamente a un reducido círculo de iniciados. De alguna manera Dalí utilizaría el lenguaje figurativo, propio de la tradición, enriqueciéndolo y readaptándolo a una nueva sensibilidad, la de los tiempos modernos. Dalí se situaría en una suerte de juego ambiguo, entre la cultura figurativa tradicional y otro universo. Un juego que en absoluto es transparente o diáfano, sino de una gran complejidad.

Sin embargo hay mucho más. En Dalí existe algo que atrae irresistiblemente a las masas, que no se explica exclusivamente por la recuperación de un lenguaje figurativo sorpresivo y espectacular. ¿En qué consiste este otro universo? Dalí apuntaba que sus obras poseían tesoros ocultos e intuía que las masas, cada vez más, se sentirían atraídas por ellos, tesoros, decía Dalí, no necesariamente artísticos. En efecto, el público intuye algo escondido o velado en la obra del pintor, algo que no se sabe exactamente qué es pero que posee un efecto hipnótico. Se trata -según Dalí- de un "contenido latente", es decir, un significado "turbador", "enigmático", "inconsciente"...

Dalí observó este contenido latente en obras que habían adquirido una gran popularidad, como el caso del Angelus de Millet. Precisamente lo que explica su celebridad a pesar de su aparente banalidad es ese contenido latente, que aunque velado, es percibido de alguna manera por el espectador. Dalí hará radiografiar en el Louvre la famosa pintura de Millet para poder observar lo que se oculta bajo la costra de pigmento. La radiografía no revelará el secreto, pero si mostrará algo -una mancha o una forma-, una especie de vida interior en el cuadro, invisible a primera vista, en definitiva una dimensión fantasmática que acaso justifique ese poder de imantación que posee aquella pintura.

Esa realidad oculta es lo que explica la celebridad de aquella pintura, pero éste es también el significado profundo del cine y la cultura de masas: una especie de espíritu invisible, inquietante, oscuro, pervertido, algo que ha sido reprimido y degradado que se sitúa en el mismo núcleo de la cultura de consumo... Y así también la propia obra de Dalí, porque Dalí trabaja sobre y con este material. Aventuramos la hipótesis de que lo que nos atrae irresistiblemente a las imágenes es este mundo subterráneo, un mundo explotado por la cultura de masas. Entre ésta y la pintura, Dalí realiza un viaje de ida y vuelta fascinante que es el objeto de estudio de la presente exposición.

Se ha observado con razón que existe un carácter kistch en los trabajos en que Dalí se proyecta en la cultura de masas: diseño de objetos, publicidad, prensa, etc. Efectivamente, pero esta transformación o perversión a la que el artista somete el objeto, el periódico, el anuncio, etc., es extensible a su propia obra como pintor. Su obra en conjunto posee una dimensión decadente, de mal gusto. éste es un rasgo significativo, porque en este punto en concreto es donde asoma esa vida secreta y oculta de las imágenes. ésa es la perversidad de Dalí, hacer aflorar ese mundo oculto y es precisamente al hacerlo cuando las cosas friccionan. En la gran cultura, por el contrario, se disimula.

La exposición termina con una mención a Warhol, con el que Dalí posee puntos en común. Ambos se interesaron y emplearon el cine, la imagen seriada... Ambos concibieron el arte como "un gigantesco producto comercial"... Pero también son mundos diferentes. Dalí es un juego entre el mostrar y el ocultar esa vida interior de las imágenes. Warhol es el silencio, un silencio tan profundo que hace estallar los tímpanos. Yo me quedo con Dalí, éste, al fin y al cabo, posee un substrato humanista, la cultura como búsqueda de lo oculto.