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El Cultural

André Aciman: "En el amor actuamos siempre como niños"

El autor de Llámame por tu nombre presenta en España su última novela Variaciones Enigma

12 junio, 2019 08:42

Cuando André Aciman (Alejandría, 1951) publicó Llámame por tu nombre en 2007 nada le hizo imaginar que, diez años después, aquella obra iba a convertirse en todo un éxito de ventas. En realidad, matiza "el libro siempre funcionó bien, pero no era un bestseller". Llevada al cine por el director Luca Guadagnino, en la piel de Armie Hammer y Timothée Chalamet, el filme, icono del despertar sexual de un adolescente, obtuvo el Óscar al mejor guion adaptado, por el trabajo de James Ivory, y lo encumbró a las listas de los más vendidos.

Un par de años después, cuenta que aquello lo vivió desde la distancia con cierta calma. "Trato de que todo eso no me afecte. La gente cree que se llama éxito pero yo no creo que lo sea –reflexiona-. Lo que me preocupa y lo que me absorbe es siempre el próximo libro". El autor, que presenta en España, su última novela Variaciones Enigma, se define a sí mismo como "un estoico". "No me influye nada –señala-. No estoy interesado en la cultura contemporánea ni en la reacción de la gente. Me da igual. Yo con lo que yo creo tengo suficiente y tengo la suerte de poder hacer lo que quiero hacer".

Pregunta. En Variaciones Enigma plantea cinco relaciones a lo largo de la vida de su protagonista en muy distintos momentos, ¿piensa que el amor es poliédrico y que tiene muchas formas?
Respuesta. Sí. Es irónico porque, por un lado, todas las personas que conocemos en nuestra vida hacen que un aspecto de nosotros mismos sobresalga y nos sorprende. Pero, por el otro, siempre me parece que cometemos los mismos errores. Todas y cada una de las veces. No sé si se puede llamar errores, pero son cosas que hacemos que no mejoran o no promueven nuestras posibilidades. Por ejemplo, en la primera historia de Variaciones Enigma, uno de los personajes le dice a Paul: "Vete a casa". Y al final del todo cuando él tiene cincuenta y tantos, aunque no le dicen que se vaya a casa, él se va a casa con el mismo sentimiento, exactamente el mismo, de derrota. O sea que después de cuarenta años parece que no ha aprendido nada. Pero no es cierto, sí que ha aprendido. Lo que pasa es que no ha cambiado. Porque yo no creo que podamos cambiar. Lo bueno que conseguimos, lo conseguimos por quiénes somos; pero las cosas que perdemos, también las perdemos por quiénes somos.

P. Empieza su novela con un primer amor que recuerda, en parte, a Llámame por tu nombre, ¿por qué diría que nos marcan tanto las primeras experiencias?
R. Porque la adolescencia es un momento en nuestra vida que es indefinible e insondable. Es un momento en la vida en el que el niño todavía no está ausente del todo y tampoco se ha formado el adulto. No obstante, yo creo que el adulto es un mito. Siempre somos adolescentes. En la mayor parte de las cosas, sobre todo en lo que respecta el amor, actuamos como niños.

P. Variaciones Enigma es, además, el nombre de una obra para orquesta de Edward Elgar, ¿por qué lo eligió como título?
R. Es complicado. Pienso que cada relato es una variación del mismo tema. Normalmente en música el compositor nos dice cuál es el tema, lo deja claro, lo pone de manifiesto. Todos los compositores tienen variaciones. En el caso de Elgar tenemos todas estas variaciones pero no sabemos cuál es el tema. El tema es un enigma. Nosotros somos ese enigma. Tenemos muchas variaciones pero no sabemos cuál es el asunto principal.

P. La música es otra constante de su obra, ¿hasta qué punto le condiciona?
R. Hay siempre un componente musical en mi obra, es verdad. No sé por qué me gusta la música, en especial la clásica, y sobre todo la música de cámara. En muchos casos apelo a ella porque es casi como una banda sonora. Siempre está ahí y además sugiere al lector que hay un componente estético mayor incluso que el propio relato.

P. ¿Suele escucharla cuando escribe?
R. No. No puedo. No puedo escuchar nada. Cierro las ventanas para escribir. A las tres de la tarde los niños salen del colegio y pasan por delante de mi ventana haciendo mucho ruido y yo tengo que parar. Y, sin embargo, los mejores pasajes que he escrito han sido en el metro. Porque en el metro hay tanto ruido que me tengo que centrar y es cuando algo muy auténtico sale de mi interior. No es producto de un trabajo sino de la espontaneidad del momento. De hecho, en Llámame por tu nombre, recuerdo que yo iba en bicicleta un día y me paré en un parque, con todo aquel ruido que había, con gente jugando al béisbol, y escribí una de las mejores escenas de la novela.

P. Es, además conocido como ensayista e investigador de Marcel Proust, ¿cómo le ha influido en su escritura?
R. Es difícil de decir. De varias maneras. Primero a través del acto de la introspección. A la hora de escribir creo que hay que hacer una introspección despiadada. Hay que entrar completamente en uno mismo y hay que encontrar todas las contradicciones que uno tiene desde su perspectiva y su punto de vista. También en el caso de los otros, hay que ver las contradicciones de los otros. En segundo lugar, hay que tener un compromiso con el estilo. Sin embargo, ese compromiso con el estilo también debe ser total. Cualquier alejamiento de él es inaceptable.

P. ¿Qué otros escritores diría que le han influido?
R. Tácito, Stendhal, Dostoievski… el mejor de todos para mí es Tucídides. A todos ellos les interesa la psicología humana. Y uno no puede estudiar el deseo salvo que la conozca. La psicología humana es como una cebolla con muchas capas. Solo que esta cebolla es interminable. Es como excavar la mente. Y por eso también me gusta otro escritor que es Baltasar Gracián, que es brillante.

P. ¿Y españoles?
R. El Siglo de Oro entero. Me gusta mucho San juan de la Cruz, Cervantes por supuesto. Solo los antiguos. Me gusta mucho Fortunata y Jacinta. Me encanta Pérez Galdós, es como el Balzac español.

P. Nació en Alejandría, vivió en Italia, luego en Estados Unidos, ¿cómo le ha marcado crecer en culturas tan diferentes?
R. Distintas son. Fundamentalmente me ha hecho sentirme más desarraigado. No pertenezco a ningún sitio. Pero todos y cada uno de los lugares donde he vivido me ha aportado algo. Por ejemplo, vivir en Egipto me proporcionó esa emoción de conocer y estar con otras personas. Los egipcios son encantadores, gente muy buena y amable, pero también me arruinaron la vida. En Italia también un calor, un cariño diferente, otro tono, otra inflexión, de las relaciones humanas. Estados Unidos me aportó otra cosa, un punto de vista menos cálido, pero eso me ha permitido ver todo lo que perdí.

P. ¿Y ha vuelto a Egipto desde entonces?
R. Volví una vez y no creo que regrese. Todos aquellos que conocía ya no están allí. La cultura está cambiada completamente. Ahora el clima en Egipto no es muy agradable. Mientras que en Italia siempre lo es.

P. Además, publica en octubre un libro inspirado en Llámame por tu nombre, ¿puede adelantarnos algo?
R. No mucho. Sí puedo decir, no obstante, que vamos a ver lo que le ocurre al padre. Vamos a ver que Elio tiene otra relación y que Oliver no es feliz y que fundamentalmente ninguno de ellos se ha olvidado de lo que ocurrió.

@mailouti