Image: Ángela Vallvey

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El Cultural

Ángela Vallvey

"La frivolidad de la tecnología nos aleja de la mujer de la posguerra"

16 abril, 2014 02:00

Ángela Vallvey. Foto: Diego Sinova

La escritora publica Mientras los demás bailan, una novela ambientada en los años 40 de la sociedad española que muestra la fortaleza de las mujeres de la época

Un viaje en el tiempo a una época que resulta tan cercana como lejana. Los años 40 de una España en la que estaba aún todo por hacer. Había terminado la guerra civil y terminaba la II Guerra Mundial, los fascismos habían hecho mella, el comunismo amenazaba y Franco urdía su estrategia para dar la imagen de un país que no era. En esta época convulsa comienza a florecer la moda, la publicidad y las revistas femeninas que zurcían cada vez más las diferencias entre las mujeres de la alta sociedad respecto a las demás. Siguiendo este hilo, Ángela Vallvey (Ciudad Real, 1964) teje Mientras los demás bailan (Destino), una novela que retrata un país que deja atrás el desaliento y busca el progreso. Así, la moda de alta costura, las fiestas, el engaño, la conspiración y las historias de amor fallidas sirven de telón de fondo para ver la lucha y la fortaleza de las mujeres de la época que no llegaron a tener un papel protagonista en la Historia.

Pregunta.- ¿Cómo surge la idea de esta novela?
Respuesta.- Surge porque soy aficionada a la hemeroteca y a las publicaciones antiguas. Tengo muchas revistas viejas de la época y un día de estos que estás hojeando se me ocurrió que era un tiempo lejano y cercano a la vez y que podía haber historias interesantes. Y sobre las revistas femeninas no había nada narrativo hecho novelísticamente y me pareció interesante. Es una época muy dura pero esclarecedora de lo oscuro de cómo somos y cómo hemos llegado aquí.

P.- El ajuar es parte fundamental de la novela
R.- La confección del ajuar era algo muy importante. Tengo sábanas bordadas por mi madre, un día las coloqué y dormí como una reina entre puntillas y pensé en lo hermoso que es el trabajo de confeccionar un ajuar y lo lejos quedaba eso. Ya no hay apenas quien lo haga, ahora se compran pero esto de hacerlo con tus propias manos me parecía muy tierno y anticuado a la vez y que se puede entender en el contexto de hoy en día: Movemos poco las manos y deberíamos moverlas más para mover la cabeza. Como eso que decían que quien mueve las piernas mueve el corazón.

P.- Al comienzo se ve cómo la madrina de Adelia le aconseja a la hora de encontrar un hombre con quien casarse. Todo eso de que sea de una buena familia, sano, sin antecedentes delictivos, etc.
R.- Creo que los mismos consejos que le daba la madrina a la niña podrían ser válidos hoy. Se trata de encontrar un buen hombre que no te dé mala vida y sea tu compañero para siempre. Ahora hay mucha más frivolidad, 'si sale mal me divorcio'. Antes era muy en serio y tenía que durar, tenía que cumplir las condiciones, se hacía un filtro y si no lo cumplía... [ríe]

P.- Trata el tema de la irrupción de las revistas femeninas, de moda, de la publicidad, que tan en auge siguen estando. Además hay conversaciones sobre política. ¿Cuánto tiempo le ha llevado documentarse para escribir la novela?
R.- Cuando tengo que escribir tengo que informarme, estudiar y aprender. Le dedico mínimo un año a leer sin parar, buscando y cogiendo objetos, viendo documentales de la época, si los hay, y luego lo dejo reposar. Más tarde, depende de la novela, una vez reposado y digerido, escribo teniendo el poso que parece que es bagaje personal, parece que lo he vivido yo misma.

P.- ¿Qué importancia tuvieron estas revistas y con qué dificultad se encontraron a la hora de hacerse un hueco en las estanterías de los quioscos?
R.- Era una época dura porque no había materias primas, faltaba papel y todo se sacaba con dificultad. Pero de alguna manera empezaron a ocupar un espacio de invasión en un momento necesario en una España devastada tras la guerra. La radio podría haber sido parte de la novela también, formaba parte de esa línea de fuga a la que se podían acoger los españoles para olvidarse de lo difícil y dura que es la vida.

P.- Una cosa curiosa que se palpa en Mientras los demás bailan es esa idea de reflejarse en la prensa británica pero que en España no cuajaba. España, dice, es más sensacionalista. En ese sentido no ha cambiado mucho la situación, ¿qué opina?
R.- Puede ser, todos somos hijos de nuestra historia y tradición. Hay cosas recurrentes tanto en la tradición británica como en la española. En la nuestra están también los grandes grupos de comunicación que su raíz igual estaba en el siglo XIX porque los avatares han sido muchos y se han ido conformando con el tiempo y los sucesos. Hay que aprender de los vecinos y dependía de la educación, de si era más anglosajona o más francófona.

P.- Isabel, la protagonista, se queda embarazada, soltera y quiere esconder el embarazo. Se casa con un alemán por conveniencia y la deja tirada. Tampoco está lejos de las historias que escuchamos hoy en día.
R.- La condición humana es universal, entendemos lo que pasaba en la prehistoria. Desde los homo-sapiens ya teníamos nuestra alma y corazón con la misma forma y por eso nada de lo humano nos puede ser ajeno.

P.- Y luego está Adelia, una joven que empieza una correspondencia con un chico de Madrid que le pide matrimonio por carta. Una historia que podemos comparar ahora con internet y las redes sociales.
R.- Entonces la gente se lo tomaba en serio. Era correspondencia escrita a lápiz, no había bolígrafos y quien tenía uno era un tesoro. Además estaban comunicando una parte del alma muy importante pero también había hueco para el engaño y la impostura, como pasa en la novela. Pero hoy vivimos en el sentido de la comunicación una rapidez, inmediatez y frivolidad propiciada por la tecnología que nos aleja de la época de la posguerra.

P.- Hablamos de la mujer de los años 40, de cómo tuvieron que ser fuertes y no dejarse medrar en un mundo regido por hombres.
R.- Es que las mujeres en los 40, en los 90 y casi en los años 20 de ahora, tenemos un handicap que es nuestra propia condición. Lo tenemos un poco más difícil que los hombres. Normalmente siempre lo tenemos más difícil. No sabemos cuándo estaremos en igualdad de condiciones pero cuando bajamos la vigilancia retrocedemos.

P.- En este sentido, ¿qué revolución tiene que llevar a cabo la mujer de ahora para mejorar las condiciones que las mujeres de los 40 nos legaron, que no es poco?
R.- La única revolución pendiente que queda es la de las guarderías gratis y el cuidado de los hijos. Es muy difícil conciliar la vida familiar con la profesional. Muchas se quedan en el camino porque prefieren la familiar al mundo laboral. Este no da facilidad para que una pueda ser a la vez madre y tener un trabajo, aunque sea poco cualificado. Esto hablando de occidente. Si miramos a otros sitios hablamos de empezar desde abajo, de dejar de ser considerada un poco menos que un perro. Esta la revolución principal que tenemos que realizar.

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