Image: Gonzalo García-Pelayo

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El Cultural

Gonzalo García-Pelayo

"Lo que he hecho con el sistema de juegos es pura contracultura"

19 abril, 2012 02:00

Gonzalo García-Pelayo.

'Los Pelayo', película basada en su experiencias en los casinos del mundo, abre hoy el Festival de Málaga

Aunque desde hace varios años se dedique casi en exclusiva a apostar de forma profesional por Internet, aunque sea conocido mundialmente por haber invetando un método para la ruleta con el cual, junto a su familia, desbancó a varios casinos del globo, Gonzalo García-Pelayo (Madrid, 1947) ha vivido varias vidas. Creció en Sevilla, de cuya escena artística bohemia formó parte activa en los años sesenta. Durante el ocaso de la Nouvelle Vague acudía diariamente a la Cinemateca de París, estudió Cine con Jaime Chávarri y Manuel Gutiérrez Aragón, realizó películas a caballo entre la experimentación y la cultura del destape en los años setenta -Vivir en Sevilla, Frente al mar, Corridas de alegría…-, produjo los inicios musicales de María Jiménez o de Medina Azahara... hasta que, "cansado de hacer el primo", decidió dedicarse al juego. La historia de cómo su famila desbancó un casino es la que lleva a la pantalla el largometraje Los Pelayo, que inaugura hoy el Festival de Málaga. Dirigido por Eduard Cortés, Lluís Homar encarna a Gonzalo García Pelayo, junto a un elenco de actores como Daniel Bruhl, Miguel Ángel Silvestre o Blanca Suárez.

Pregunta.- El proyecto lleva gestándose desde hace años, prácticamente desde que editó La fabulosa historia de los Pelayos (2003), cuyo éxito editorial despertó entonces le interés de Sogecine...
Respuesta.- Efectivamente, y luego, cuando Sogecine dejó de producir cine español, pasó a ser interés de TVE. Me alegro que haya sido una producción respaldada por las televisiones, porque la historia requería una película de género que, además de ser divertida, tuviera una gran factura. Y eso se ha logrado, ha rebasado todas mis expectativas. Tiene una proyección internacional muy clara, desde el casting. Con la música de Ray Charles, con las localizaciones, y tiene un sentimiento festivo y juvenil. De hecho ha sido vendida en Alemania, en Rusia y más países. La idea, sinceramente, era hacer una película que fuera un "pelotazo", una película con todos los ingredientes del cine comercial, dirigida a un gran público, porque creo que nuestra historia puede convocar el interés de mucha gente.

P.- ¿El resultado se acerca por tanto a la película que ha soñado durante estos años?
R.- Yo siempre he confiado mucho en los productores y en el director. Eduard [Cortés] es un director muy sólido, que tenía las ideas bastantes claras. Él solía hablarme del desarrollo orgánico de la película, de la necesidad de que todo se fuera desarrollando de un modo muy natural, sin imposiciones artificiales. Lo que pasa es que algunas veces ese desarrollo orgánico lo llevábamos al extremo, como la trama relacionada con los chinos. Está llevada al extremo pero sigue siendo igual de orgánica. En todo caso, mi participación en el filme ha sido meramente testimonial, un poco de asesor, pero nada más, no he tenido ninguna intervención en el guión o en el rodaje. Y es mejor que sea así.

P.- Usted también tiene una mirada de cineasta. Estudió en la Escuela Oficial de Cine y realizó películas en los 70... ¿Cómo contempla el filme desde el punto de vista de un cinéfilo?
R.- Lo que más me convenció del proyecto desde el principio es que tiene un guión extraordinario, que recuerda a esos guiones de Billy Wilder que funcionan como un reloj. Después de que se hable de algo en el guión, dos o tres secuencias después hay un eco de ello, todo está preludiado, se enhebra y se relaciona entre sí, y eso es síntoma de que es un guión muy trabajado. La capacidad que crea en el espectador de enterarme de manera fácil y fluida ya me convenció. Es algo que pasa con menos pelícuals de las que creemos. Por ejemplo, vi recientemente La calle sin ley de Joseph Lewis y pensé que la fluidez de esa película es muy comparable a la nuestra.

P.- La trama de los chinos es de las más sorprendente. ¿Está basada en la realidad de los hechos?
R.- En parte sí. Nosotros procesamos en el ordenador todas las bolas que se jugaban en las mesas, pero los números que apostábamos salían generalmente cuando ya no estábamos jugando. Nos faltaba personal. Es entonces cuando llamamos a toda la "flotilla" de Madrid para que nos ayudaran, y a partir de ahí ganamos todas las bolas. Y en eso está basado la parte china de la película. Además, en un principio se pensó en coproducir la película con China, aunque luego no se consolidó, pero se mantuvo en el guión. Ahora se está hablando de la posibilidad de una segunda parte, Los Pelayo en Macao...

P.- El filme llega en un momento de plena fiebre de apuestas, de afición al póker y a los juegos de azar... Es un tema muy presente ahora en la sociedad. Pero también lo es la lucha contra el sistema económico, que de algún modo es lo que la familia Pelayo hace desbancando a los casinos... R.- Sí, es cierto. Eduard Cortés solía decir que es la revisión del mito de David contra Goliat. Los mitos siempre funcionan. Teníamos hace años un titular de un periódico que decía "Los Pelayo contra el IBEX-35", ahora ya sería contra Wall Street, o contra las primas de riesgo, pero esa es la idea. Además todo el asunto Eurovegas también ha saltado simultáneamente. Yo estoy a favor desde luego de que se construya aquí en Madrid. Me parece ridículo pensar que va a traer más prostitución a Madrid, cuando ya la ciudad con más prostitución de Europa, superando inluso a Las Vegas. Y el tema de las mafias es una idea anacrónica, que ya desapareció en los años sesenta. Ahora lo que tenemos es la "mafia" de Wall Street, o la de Lehman Brothers. No hay que tener miedo a que entren otros poderosos sistemas financieros en nuestra sociedad. Creo que todos los miedos que se han manifestado sobre la prostitución y el crimen que traería Eurovegas son solo prejuicios muy provincianos, de una hipocresía tremenda.

P.- El villano interpretado por Eduard Fernández es elemento en aparente más ficticio del filme, pero tras desbancar tantos casinos, usted se habrá labrado muchos enemigos...
R.- Yo le rogué a Eduard que compusiera su personaje con la misma antipatía que yo le tenía al director del Casino de Madrid, que no lo hiciera en una escala diferente, tratando de modernizarlo. Aunque le acusaran de maniqueo, quería que fuera el malo, malo, porque así era. Es la venganza que yo me tenía guardada.

P.- ¿Y a Lluís Homar, que hace de usted, qué le dijo?
R.- No soy tan elegante como él, pero lo seré. A mí el personaje se me parece cada vez más con el tiempo. Me alegro que los guionistas hayan seguido al pie de la letra muchas de las indiciaciones de mi personalidad, porque la verdad es que están ahí. En todo caso, yo quería retirarme del protagonismo en la película, y la atención está sobre todo centrada en la gente joven, porque a ese público va enfocada. Porque la poética de la película es la del esplendor de la juventud, la edad en que se empieza a vivir... De hecho, la idea en la película es que es un grupo de rock, de ahí que se llamen "The Pelayos". El espíritu del rock creo que es muy importante en la película, porque está en toda la historia de la familia. Yo me veo muy reflejado en la cultura rock. De hecho, pienso que lo que he hecho, junto a mi familia, con el sistema de juegos es pura contracultura.

P.- Usted fue productor musical durante varias décadas, un apasionado de la música popular que produjo a Hilario Camacho, Amancio Prada, Luis Pastor o grupos como Triana o Medina Azahara...
R.- Yo ya abandoné esa industria antes de que se desplomara. Empecé a dedicarme al juego profesional bastante antes. Antes jugaba ocho horas diarias al póker en internet y ahora dedico el mismo tiempo a las apuestas. Estoy metido de lleno en toda la matemática de las apuestas y así es como ahora me gano la vida. Es una necesidad no tanto económica sino biológica, de estar metido en una actividad, y quiero en los próximos años compaginar esta actividad con la escritura de ese libro que todo el mundo, a determinada edad, quiere escribir.

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