Image: Jan, autor de Superlópez

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El Cultural

Jan, autor de Superlópez

"No he conocido una editorial más profundamente comercial que Bruguera"

21 septiembre, 2010 02:00

El historietista y autor de Superlópez, Jan. Foto: Kike Para

Celebra hoy junto a otros historietistas el centenario de El Gato Negro, el germen de Bruguera

Conclusiones tras una entrevista con Jan, el hombre que se sacó a Superlópez -esa fusión genial entre Superman y el españolito medio- de su imaginación. Uno, lo de darse importancia no le importa lo más mínimo. Dos, lo de los tebeos es un trabajo, un oficio y un negocio. Hay que vender. Y tres, el cómic no tiene necesidad de dejar de ser un arte menor, calificativo muy digno según este historietista clásico o este clásico de la historieta que hoy se reunirá con colegas generacionales para celebrar los cien años de la editorial El Gato Negro, germen de Bruguera, el sello que lanzó y tuvo entre sus páginas a Vázquez, Ibáñez, Escobar, Darnís y al propio Jan, entre muchos otros, y dinamizador del cómic en este país. Entre celebraciones y efemérides, el dibujante no ha dejado de trabajar, virtud -dice- inherente a los de su época, y su torpón superhombre sigue dando y dándose mamporros, hasta con la crisis si hace falta.

P.- ¿Cómo fue eso de inventar a Supérlopez?
R.- Es imposible saberlo. De hecho, cuando Antonio Martín me encargó un libro de chistes parodiando a Superman lo hice poco convencido y sólo un tiempo después me di cuenta de que el personaje resultante podía dar mucho juego, por eso lo propuse a Bruguera... No hay un instante preciso sino un desarrollo.

P.- Puesto que sus historietas proceden de lo cotidiano, ¿En qué se parece Superlópez a la España de hoy día?
R.- No es que tome como modelo la realidad, sólo la ambiento y toco mis temas de manera surrealista. Quizá la España actual se refleje en mis temas, pero mis personajes y el tratamiento de las historias pocas veces tienen que ver... lo que cuenta es lo que subyace en el fondo.

P.- ¿Cómo definiría la generación de historietistas a la que usted pertenece? ¿Por qué sus tiras y personajes siguen siendo actuales?
R.- Creo pertenecer a una generación que no teme al trabajo y busca estar al día siempre. Otra cosa es que lo consiga o no. Si mis personajes siguen siendo actuales es porque procuro adaptarlos a los cambios. Los lectores, al contrario, son más nostálgicos de lo que hacíamos antes... Y eso frustra un poco.

P.- ¿Le gustaría ver una película de alguno de sus personajes? ¿Quién la interpretaría?
R.- El tema película Superlópez ya me tiene muy cansado, me han estado mareando muchos años y actualmente no siento ningún interés personal por ello. Ya una vez dije que mi actor preferido para Superlópez sería Woody Allen, pero ya sé que no querría...

P.- En materia de superhéroes del cómic, ¿Está todo inventado?
R.- No lo sé, y tampoco me interesa mucho, pues doy más valor a las historias que quiero contar. Y si, para que me las lean, hay que sacar un personaje de grandes músculos, capa y pistoleras de oro, lo saco. La cuestión es que se compren y lean.

P.- ¿Cómo definiría la tarea de Bruguera con el Cómic español? ¿Y los nuevos sellos dedicados al cómic y la novela gráfica, qué le parecen?
R.- La tarea de Bruguera era vender tebeos como churros, nunca conocí una editorial más profundamente comercial que esa. El mérito es de los que dibujaron aquellas historietas y esos sí que aportaron mucho a la formación de muchos autores actuales, que aprendieron o empezaron a aprender con ellos.

P.- En cuanto a la historieta nacional hoy, ¿Cree que vivimos un buen momento?
R.- Depende de cómo se mire: hoy hacemos los cómics y las revistas mejor que nunca gracias a los nuevos medios, pero se leen menos... Creo que estamos en un periodo de transición hacia otras formas de hacer o presentar el cómic...

P.- ¿Reconocimientos como el Premio Nacional de Cómic son importantes para que éste deje de ser considerado un arte menor?
R.- Tal vez, pero ¿por qué? Yo siempre he tenido la honesta convicción de que el cómic es un arte menor, lo que no significa que sea menos importante ni menos espléndido. Lo hacemos o lo leemos porque nos gusta. Es prescindible, lo que no pasa con la literatura o la pintura por ejemplo. Ahí es donde disiento con muchos de mis colegas supongo. Creo ser buen autor de cómics pero ni por asomo me creo buen dibujante, y mucho menos escritor.