Hace unos días Cristóbal Halffter (Madrid, 1930) contestaba por videoconferencia a la noticia del fallo del Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA, que desde esta edición incluye un apartado musical dotado con 400.000 euros. La emoción le ganó la batalla al píxel y, en un riguroso directo desde Dresde, el compositor madrileño tuvo que hacer esfuerzos para deshacer el nudo en la garganta y agradecer esta última “estatuilla”. No es la primera, ni mucho menos, de su dilatada carrera como compositor, pero reconoce que últimamente se le acumulan los reconocimientos en España. Primero fue la Carta blanca, monográfico que el Auditorio Nacional había dedicado a la obra de titanes como Henze o Carter, pero nunca a la de un español, y que ha servido para desempolvar algunas obras clave de la composición contemporánea española en manos de uno de sus máximos exponentes. Luego el mencionado premio de la Fundación BBVA, en cuyo acto de entrega aprovechó para anunciar que Lázaro, su segunda aventura operística, se llevará por fin a escena en Madrid, a instancias de Mortier. En el frenesí de este suma y sigue, Pluralensemble dedica hoy su IV Retrato al compositor, que en unos días se entregará a las celebraciones de su 80 cumpleaños sin el menor síntoma de abatimiento. “Todavía sigo prefiriendo hablar de física cuántica que de un partido de fútbol”, arranca al teléfono.

Pregunta. Le comunicaron el fallo del Premio Fronteras del Conocimiento en el descanso de un ensayo en Dresde...

Respuesta. Así es. Estaba esperando la llegada de los solistas para empezar el ensayo de Lázaro con la Orquesta de Dresde, cuando recibí una llamada del señor Stenzl comunicándome la noticia. Excuso decir el esfuerzo que tuve que hacer para que el ensayo transcurriese de la mejor manera posible, pues la sorpresa y la alegría que me produjo esa llamada me apartó momentáneamente del motivo por el que me encontraba allí.

P. En su ópera Lázaro, “sobre el bello tema de la muerte”, se pregunta, además, qué hay antes de la vida. ¿Ha hecho algún avance?

R. Es muy difícil resumir en pocas palabras algo sobre lo que se podría escribir varios libros. Siempre he tenido presente que el espacio temporal que nos toca vivir no es el único, ya que por el recuerdo siguen presentes muchos seres que físicamente han desaparecido. Si esos seres antes de su existencia física fueron o no realidad es algo que se escapa a la percepción humana, pero que es posible…

P. ¿La caverna de Lázaro es, quizá, un eufemismo para referirse al lugar adonde se retiran los compositores para trabajar?

R. No totalmente. Si bien en mi entorno en Villafranca existe el silencio y una enorme tranquilidad, procuro con los medios a mi alcance vivir la realidad de los demás seres que me rodean. Sin ese silencio y esa tranquilidad creo que es muy difícil realizar cualquier tipo de tarea creativa sea de la rama que sea. Tengo la suerte de poder disfrutar de ella y soy consciente del privilegio que recibo.

P. ¿A qué ritmo avanza su tercera andadura lírica?

R. He empezado una nueva ópera sobre un tema relacionado con el ajedrez, y tengo unos diez minutos de música terminados, por lo que ya sólo me quedan unos noventa restantes que espero poder realizar en ese ambiente de tranquilidad y silencio activo en el que transcurre mi vida en Villafranca. La tranquilidad y el silencio no hay que relacionarlos con los cementerios, sino con una forma de vivir activamente el espacio de tiempo que te toca vivir.

P. Se le notaba visiblemente emocionado cuando recibió el Premio Fronteras del Conocimiento. ¿Qué ha supuesto este nuevo reconocimiento?

R. La Fundación BBVA ha dado un espaldarazo fundamental a la música contemporánea. Incluir esta disciplina dentro de las siete restantes que forman el conjunto de los Premios Fronteras de Conocimiento era algo necesario, pero que muy pocas instituciones se han atrevido a llevar a cabo. La música culta ha estado siempre en un segundo lugar de interés general, y mucho más, las obras que componen el acerbo cultural de nuestro tiempo. Recibir este premio tiene para mí una trascendental importancia. Supone comprobar que mi obra no ha sido totalmente inútil para la sociedad europea, y que con ella he podido contribuir a que la frontera del conocimiento, tanto en la creación como en la percepción, se haya abierto hacia nuevos horizontes.