Image: Ramón Barea

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El Cultural

Ramón Barea

“Yo hablo sólo de lo que conozco. No sé hacer cine de diseño”

15 enero, 2004 01:00

Ramón Barea

Nacido en Bilbao en 1949, Ramón Barea procede del Teatro Independiente Vasco, en el que ha trabajado como autor, actor y director desde los años setenta. Se incorporó al cine en los ochenta con La fuga de Segovia, y desde entonces ha trabajado para cineastas como álex de la Iglesia, Enrique Urbizu o Julio Médem, entre otros. En los noventa, sin abandonar el teatro ni la interpretación, debuta como director de cine con Pecata Minuta (1999). En la actualidad, al tiempo que sobre las tablas da vida al Quijote de Fernán-Gómez en Zaragoza, estrena el 16 de enero segunda película, El coche de pedales.

Pregunta: Actor, director y autor teatral, guionista... y director de cine. ¿Qué es lo que no tiene límites: la ambición o la inquietud?
Respuesta: Las ganas de contar historias, de reordenar la realidad de manera que parezca algo entendible.
P: El coche de pedales es un retrato nostálgico y entrañable de la España de los 50. ¿El filón de Cuéntame no se ha agotado?
R: España da mucho de sí y estaba inventada antes de la serie. Hablamos del mismo país, pero miramos cosas distintas. Además, mi guión es anterior a la serie.
P: ¿En qué se parecen nuestros tiempos a los de entonces?
R: Antes había unos españoles que tenían el santo de cara y otros de espaldas, ahora hay unos españoles demócratas que tienen el santo de cara y otros totalmente antidemócratas que no hacen más que quejarse, que quieren hundir la democracia y que además no tienen ni santo ni nada.
P: ¿La familia que retrata en su película tiene mucho en común con la familia del siglo XXI?
R: La familia sigue siendo un entorno de sutiles chantajes, humillaciones y modelos de conducta. O sea, sigue siendo portadora de valores eternos.
P: ¿Qué errores cometió en Pecata minuta que ha evitado a toda costa en El coche de pedales?
R: ¡Qué más da! Convivo con mis errores y seguramente tropezaré con la misma piedra. Es que soy hijo de navarro y aragonesa y eso marca mucho. Persevero.
P: ¿Sus nueve años fueron como los nueve años de Pablito, el protagonista?
R: Muy parecidos, la verdad. Uno maneja sus recuerdos, los manipula, los embellece, los analiza, los extraña. Hablo sólo de lo que conozco. No sé hacer cine de diseño.
P: ¿Y cuál fue su coche de pedales?
R: Un traje de vaqueros. Era mi deseo no conseguido. Siempre me echaban los reyes un gorrillo de cartón y una insignia de hojalata. Un verdadero timo. No tenía nada que ver con los de las películas.
P: ¿Ha dejado muchos pedazos de su vida en esta película?
R: Yo pertenezo a una generación educada en el catolicismo. Teníamos que decir la verdad y luego íbamos al cielo. Ahora resulta que todo era una metáfora. Y a mí quién me devuelve lo rezado. Todavía me dura el susto.
P: ¿Está tratando de decirme que hace películas para vengarse?
R: Puede que sí, ya que la oficina del consumidor actual no admite reclamaciones por "daños sicológicos" y a ver cómo pillo yo ahora al fraile del colegio.
P: Aparte de terapéutica, ¿qué necesidad social tiene El coche de pedales en los tiempos que corren?
R: Creo que la película es una fábula social que sigue teniendo vigencia en estos tiempos, que por si alguien no se ha dado cuenta, son hijos de los otros.
P: Entre una película de Fellini y otra de Hitchcock... ¿con cuál se queda?
R: Supongo que lo ideal es un cruce entre los dos.
P: ¿Definiría su segunda película como una historia sobre perdedores?
R: Sobre perdedores obligados a comportarse como si no pasara nada.
P: ¿Cree que el espíritu de Berlanga sigue vivo en el cine español?
R: Sí, pero está dentro de él, hay cosas que no se transfieren.
P: No sólo estrena una película, también protagoniza una obra de teatro. Empieza el año 2004 con buen pie...
R: A mí siempre me ha pillado la suerte trabajando, no llevando dossiers a las productoras.
P: Por encima de todo... ¿está el teatro?
R: Antes pensaba que era así, ahora pienso que por encima de todo está la vida.
P: Sigamos con el teatro. Antes dio vida a Max Estrella, ahora a Don Quijote... ¿Le van los lunáticos?
R: Debo ser un inconsciente masoquista que acepto papeles por los que luego todo el mundo tendrá licencia para meterse conmigo.
P: ¿Es comparable la locura que comparten ambos personajes?
R: Max Estrella es un loco lúcido, con la dolorosa lucidez de la locura. Y don Quijote es un pobre loco de pueblo, entrañable y enamorado de un ideal de mujer inexistente.
P: ¿Con qué nos va a sorprender este nuevo Don Quijote?
R: Con el dibujo que Fernán-Gómez ha hecho del personaje. Nos va a sorprender Fernando.
P: ¿Hace falta ser un poco "quijote" para dedicarse a esto del teatro?
R: Hay que ser más Sancho. Tocar tierra. Aunque uno se deja arrastrar por la ilusión y la pasión.
P: Y por una ínsula que gobernar. Aproveche la ocasión: ¿algún director de teatro con quien le gustaría trabajar?
R: Trabajar con Fernando Fernán- Gómez ha hecho realidad un deseo que siempre me pareció imposible.
P: ¿Cuáles son sus deseos para este nuevo año?
R: Simplemente que pueda seguir trabajando, en teatro, en cine... vamos: virgencita, virgencita... que me quede como estoy.