En las tierras históricas de Trujillo (Cáceres) se levanta una finca que ha transformado la forma de entender el vino en Extremadura.
Allí, entre encinas y dehesas, nació Bodegas Habla, reconocida recientemente como Mejor Bodega del Año por . Un proyecto que empezó con una visión casi imposible y que hoy reúne viñedos, ganadería, caballos de pura raza y una propuesta enoturística única.
El nombre de la bodega no es casual. Se inspira en la célebre anécdota de Miguel Ángel y su Moisés, cuando el escultor, maravillado por el realismo de su obra, la golpeó con el cincel exigiéndole: “Habla”.
Con esa misma pasión nació en el año 2000 la bodega de los empresarios José Civantos y Juan Tirado, concebida como un espacio donde nada era imposible. Dos décadas después, el proyecto se ha convertido en referente internacional bajo la dirección enológica de Eduardo de José Prada, alma técnica y guardián de sus viñas.
Sala de barricas de Bodegas Habla.
Viñedos en tierras difíciles
De las 1.000 hectáreas de la finca Dehesa la Torrecilla, 200 están dedicadas a viñedos que desafían un terreno poco fértil, de suelos franco-arenosos y escasas lluvias. Lejos de rendirse, la bodega creó sus propios embalses para asegurar un riego sostenible y ecológico.
En sus 42 parcelas conviven varietales como tempranillo, syrah, cabernet franc, petit verdot, malbec, chardonnay y sauvignon blanc. Todo se cultiva bajo criterios respetuosos con el medioambiente: sin herbicidas, con mínima mecanización y con una biodiversidad que atrae aves migratorias cada temporada.
Vendimia manual en los viñedos de Bodegas Habla.
De la barrica a la colección
La bodega cuenta con 700 barricas que producen hasta un millón y medio de botellas al año. Pero lo que distingue a Habla es su filosofía: elaborar vinos de alta gama, exclusivos y con carácter propio. Desde 2005, cada edición se lanza numerada —auténticas piezas de colección—, hasta alcanzar ya el número 22.
El diseño de sus botellas, inspirado en la alta perfumería y la moda, refuerza esa identidad contemporánea. Si los primeros vinos de Habla sorprendieron por su audacia, fue ‘Habla del Silencio’ el que conquistó al gran público. Un vino de calidad, elegante y asequible que permitió a la marca crecer incluso en tiempos de crisis.
Hoy, junto a sus ediciones limitadas, la familia de Habla incluye apuestas innovadoras como el champagne Moses —elaborado en la prestigiosa Côte des Blancs—, el rosado Rita o el sorprendente Habla del Mar, criado en las aguas del Atlántico. Vinos que se exportan a 40 países.
Más que vino
La finca no solo se rinde al viñedo. Entre sus praderas pastan 1.000 cabezas de ganado de razas como Limousin, Angus o Cachena gallega, criadas en extensivo y de forma ecológica. Sus carnes llegan ya a restaurantes de Madrid y Francia, con planes de expansión internacional.
Además, allí se encuentra la yeguada JT, una de las más importantes del mundo en caballos de pura raza española, con múltiples premios en doma clásica y competiciones morfológicas.
La experiencia Habla va más allá del vino y la ganadería. En su gran casona, lo que un día fue picadero de caballos se ha transformado en espacio para bodas y eventos, rodeado de colecciones de carruajes antiguos que evocan un pasado de nobleza y tradición.
Para los visitantes, la finca ofrece habitaciones con vistas a los viñedos, desayunos rodeados de naturaleza y la posibilidad de maridar vinos con productos de la propia finca: ibéricos, aceite de oliva, y carnes a la brasa de su ganado.
