Malasaña cada vez es más moderna, más colorista, más healthy, más sporty, más funny, más friendly y más todos los calificativos modernos y vibrantes que se le puedan poner, y mejor en inglés, que no sé muy bien por qué parece que siempre les suena a algo moderno y la mar de ocurrente. Si el ingenio es la razón de este uso del inglés, entendemos que restaurante Superchulo lo utilice en su lema “Feeding lively minds” (Alimentando mentes vivas), pues en los últimos tiempos, este restaurante healthy es lo más agudo que ha visto el barrio de la señora Manuela (Malasaña). Natural, ecológico, plant based (de nuevo el inglés) y con trampantojos divertidos que aunque no engañan al carnívoro, dan salero a los platos.

Ficha y detalles de Superchulo

  • Superchulo es un restaurante saludable, vegetariano y con todo el buen rollo de Malasaña. Con una carta que se inspira en nuestra tradición y en recetas del mundo pero en versión vegetariana; platos divertidos y sabrosos que te cuidan pero no dejan que te pierdas ni un capricho, y para muestra, sus postres. Todo para disfrutar desde medio día en espacio abierto donde se mezcla lo industrial con la madera cálida; en el centro la cocina abierta para cotillear que el producto es fresco y nada se fríe, y al fondo un muro con arte urbano y plantas por doquier. Una opción saludable y divertida para los que quieren cuidarse sin renunciar al sabor.
  • Lo mejor: los Green Baos y el Arroz de la (Mar)imorena, sabor por todas partes.
  • DirecciónCalle Manuela Malasaña, 11, 28004, Madrid.
  • Horario: Do a Ju de 13:00 a 00:30h. Vi y Sa de 13:00 a 02:30h.
  • Reservas: en el teléfono 910 232 706 y el su página web.
  • Precio: 20-25 euros.
  • Nota: 3.5 /5

Restaurante Superchulo, alimentando el alma con colores

Suena cursi, pero no por ello es menos real. Resulta que este restaurante nació sin querer ser un restaurante y sin un amor especial por la comida. Me explico. Nace de la necesidad de Rebeca Toribio de dar a conocer el mundo de la cocina saludable en el que se sumergió de cabeza cuando estaba superando sus trastornos alimenticios. Como comprenderéis, con esta situación tan delicada el objetivo no podía ser el comer sano por motivos de peso, sino hacerlo para sentirse bien. Así que cuando todo esto empezó a tomar forma de restaurante (ya sabéis que las ideas evolucionan y no se sabe cómo de una piedra se monta la de El Escorial) decidió que allí “no se iría a contar calorías, sino colores”, es decir, a alimentar el cuerpo, la mente y el espíritu a la vez.

Superchulo sala

Como joven creativa que es (23 años, ahí donde la veis), le dio a todo esto un rollo muy de Malasaña, o sea muy divertido, muy canalla y algo castizo con ese “Superchulo” que hace homenaje a la chulería de los chulapos y chulapas de Madrid. Y se materializó en el espacio, abierto y colorista, que combina maderas rústicas, sillas y lámparas industriales, flores secas en las mesas y el arte urbano en la pared principal. También en un horario ininterrumpido desde que abre a medio día, para los que comen tarde o no perdonan una merienda.

Como aquí la cosa va de natural, de honesta, de abierta y de sana, también tenía que ir de transparente, por eso su cocina está abierta en medio del espacio, para que cotillees todo lo que quieras y más. Y cotilleando, me encuentro dentro con un horno de piedra (que se suele agradecer) y ni una freidora. Tampoco hay microondas, ni químicos, ni procesados. ¿Cómo? Seleccionando muy mucho los productores y los productos, y respetando las elaboraciones y los sabores naturales de cada ingrediente. Esto último es responsabilidad del chef Gonzalo D’Ambrosio, que sigue la filosofía de Rebeca a pies juntillas y la traduce en platos creativos a más no poder.

Filosofía natural y ecológica para comérsela

Como decía, todo es natural, ecológico y la cocina se basa en las plantas. Con todo esto es difícil hablar de tradición, pero ellos lo hacen, piensan en ella y la hacen vegetariana, y para muestra sus platos de cuchara y el Arroz de la (Mar)imorena, del que hablaré más adelante. También tienen influencias del mundo en sus pizzas, sus tacos, sus baos y hasta su hamburguesa, doble y con queso. Y unos postres… qué postres. Pero vamos por orden, vamos plato a plato.

La propia Rebeca, que siempre anda la mar de contenta por el restaurante (como el servicio, hay que ver qué buen humor todo el tiempo), viene a recomendarme platos y yo digo “sí, amén” a todo lo que me sugiere, porque suena muy bien y porque con el entusiasmo que le pone es difícil negarle nada.

Green Baos

Y siguiendo sus recomendaciones, empiezo probando los Green Baos. Qué delicia, qué pan más bien hecho. No lo hacen allí mismo porque no darían a basto, pero lo piden a un obrador que sigue su receta al pie de la letra; es secreta, por supuesto, pero sí podemos decir que el color verdoso se lo deben al agua de espinacas. Van rellenos de temphé (un producto procedente de la fermentación de la soja, muy rico en proteínas), cebolla caramelizada, cilantro, pepino, salsa tzatziki (tradicionalmente se hace a base de yogur pero en este caso es vegana) y con cacahuetes espolvoreados por encima. Estoy – y no generalizo si digo “estamos” – harta de baos, pero estos son otra cosa. Jugosos, sabrosos, un bocado muy agradable, un entrante perfecto y una forma de quitar el gusanillo de lo más saludable.

Arroz de la (Mar)imorena

Continúo con un Arroz de la (Mar)imorena. Me lo propone como plato tradicional de arroz marinero hecho vegetariano y me pica la curiosidad. Me encuentro con un arroz que a simple vista no diría que es vegetariano. Parece un arroz casero, amarillo potente, meloso y con un olor increíble. Antes de saber qué lleva, pruebo, y me sabe a paella, tal cual. Pues bien, es un arroz cocinado en caldo de zanahoria y queso feta, con verduritas y un toque de cúrcuma. Buenísimo. Me llaman la atención los tres langostinos que coronan el plato junto a unas crujientes, salinas y riquísimas algas salicornia. Son en realidad veggie-langostinos, me saben a una especie de surimi, así que yo, como persona omnívora que soy, echo de menos los reales. pero oye, hacen su función, y a un vegetariano convencido le sabrán ricos, porque lo están si te abstraes de la idea que tienes de un langostino.

La Chulísima Pwr

Me llama la atención que den bombo a una hamburguesa doble pero vegetariana llamada ‘La Chulísima Pwr‘, y por recomendación de Rebeca, la pido. Y oye, muy bien. La hamburguesa está hecha de patata, gluten y soja por Heura, una empresa que se dedica a hacer la llamada “comida del futuro”, una comida sostenible, respetuosa con el medio ambiente y nutritiva. Es cierto que soy más fan de las de garbanzos o lentejas, pero está sabrosa, suave, jugosa y delicada, con queso en lonchas, picadillo de tomate, lechuga y alioli. El acompañamiento son patatas y batatas al horno, buenísimas.

#Gordor'Square

No puedo más, pero insisten en un postre para que vea que comer sano no implica perderse caprichos. Y efectivamente, si el #Gordor’Square  es comer sano, yo me subo al carro. Un bizcocho clásico de yogur con harina de almendras y con frutos secos a montones por dentro, bañado en chocolate blanco casero hecho con bebida vegetal. Un escándalo de postre que, aunque parece empalagoso no lo es, pues el bizcocho no es especialmente dulzón y el chocolate blanco va en su medida.

Con todo esto anuncio que no me voy a hacer vegetariana, pero tampoco es el objetivo de Superchulo, “no somos un restaurante vegetariano para vegetarianos”. Son un restaurante diferente, vegetariano y para todos los que quieran disfrutar comiendo y cuidándose, aunque ya veis que sin privarse, que vivir son dos días y pasamos uno y medio sentados a la mesa.

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