El gazpacho andaluz es uno de los platos más populares de la cocina española. Originario de la región de Andalucía. El origen de este plato con siglos de historia se remonta a la época de los romanos en la península ibérica. Se cree que su base principal era el pan, el ajo, el aceite de oliva y el vinagre, ingredientes comunes en la dieta mediterránea de la época. Tras el descubrimiento de América y la llegada de nuevos alimentos a Europa, a estos ingredientes básicos se fueron añadiendo otros productos locales, como los tomates, los pimientos, los pepinos y las cebollas hasta llegar al gazpacho que hoy conocemos.

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Es una receta perfecta para aprovechar los productos de temporada y una forma refrescante de combatir el calor del verano. Es importante destacar que el gazpacho andaluz es, además, una opción saludable y nutritiva. Está lleno de vitaminas y minerales, y su base de hortalizas frescas y aceite de oliva virgen extra le confiere propiedades beneficiosas para la salud cardiovascular.

Aunque tradicionalmente ha sido un plato humilde, en las últimas décadas, el gazpacho ha experimentado una verdadera revolución y ha llegado incluso hasta la alta cocina. Grandes chefs han experimentado con técnicas de vanguardia para crear versiones con texturas y presentaciones sorprendentes, incorporando espumas, gelatinas, esferificaciones o incluso helados.

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Como sucede con prácticamente todas las recetas que han tenido tantos años de evolución, no existe una receta canónica de gazpacho andaluz y habrá cuestiones al respecto sobre las que nunca nos pondremos todos de acuerdo, ¿debe o no debe llevar cebolla? ¿hay que echarle pimiento? Aparte de esto, cada cocinero tiene también algún truquito o algún ingrediente que le gusta utilizar para darle su toque personal.

Por ejemplo, a mucha gente el no le gusta el pepino porque el sabor de esta hortaliza les resulta demasiado agresivo y no pasa nada si no se lo echan, pues omitiendo este ingrediente, disfrutarán mucho más de esta sopa tan refrescante. Y también se puede innovar, añadiendo otros ingredientes como manzana o ciruela o albaricoque, porque el único secreto para que este plato quede perfecto, es ir añadiendo cosas, probando y rectificando el punto de sal, aceite y vinagre.

Este 'truco', que se puede aplicar a muchos platos, cobra especial importancia en platos como el gazpacho, en el que los tomates no siempre van a tener exactamente el mismo punto de dulzor y acidez, por lo que se debe ajustar la cantidad de aderezos cada vez que preparemos la receta.

Paso 1

Troceamos la miga de pan y la dejamos remojándose en un bol con agua durante cinco minutos.

Paso 2

Lavamos los tomates, los troceamos -no hace falta pelarlos ya que colaremos el gazpacho después de triturarlo- y los ponemos en una batidora de vaso, en un procesador de alimentos o en un robot de cocina tipo Thermomix.

Paso 3

Añadimos el pepino pelado y picado, el ajo pelado y la miga de pan remojada. Trituramos todo junto hasta que quede una mezcla totalmente homogénea.

Paso 4

Una vez triturado todo, añadimos el vinagre, el aceite y la sal, pero no todo de golpe, sino que iremos añadiendo un poco de cada, probando y añadiendo más cantidad de una cosa o de otra hasta que el gazpacho esté a nuestro gusto.

Paso 5

Para preparar las guarniciones, cortamos el pepino en daditos. El tomate y la cebolleta los pelamos y los cortamos también en daditos. Colocamos todas las guarniciones en pequeños cuencos individuales o en una fuente más grande en montoncitos sin que se mezclen, para que así cada comensal pueda servirse según sus gustos.

Paso 6

Repartimos el gazpacho en platos hondos o en vasos y servimos con la guarnición. Si hiciese muchísimo calor, podemos poner también un cubito de hielo.