Las setas son uno de los productos más valorados en la gastronomía. Entre las grandes cualidades de este alimento destaca, en primer lugar, su ligereza, ya que se componen entre un 80 y 90 % de agua y no contienen prácticamente ni hidratos de carbono ni grasas. Además, el pronunciado sabor y aroma que aportan hacen de la setas un producto muy apreciado por todo cocinero y cocinera, debido a su versatilidad y al infinito juego que dan en todo tipo de preparaciones y platos. Por otro lado, su carnosidad posibilita también jugar con las texturas, pudiéndose hacer con ellas desde cremas o consomés a salteados al dnete, finas láminas para comer en crudo y aportar un contraste crocante en cada bocado o, incluso, elaborar con ellas crujientes o chips a modo de aperitivo o con los que guarnecer otra preparación.

Sin embargo, este maravilloso producto tiene dos grandes problemas: su aparición de manera silvestre se reduce sobre todo a los meses de otoño y de primavera, y muchas variedades no son aptas para el consumo humano debido a su toxicidad. Esta toxicidad también hace algunas variedades no puedan ingerirse en crudo y deban ser cocinadas antes. Por suerte, sigue habiendo otras muchas variedades aptas para el consumo que, utilizadas con imaginación junto con la buena mano de los profesionales de la cocina, nos abren un mundo de maravillosas posibilidades para sacar el máximo partido a este genial producto.

Como cada variedad tiene unas cualidades y particularidades distintas, es importante saber cómo cocinar cada tipo de setas para sacarles el máximo partido posible. ¡Vamos a ello!

 

Las setas de primavera más valiosas en cocina y cómo utilizarlas

Aunque la primavera sea la temporada donde se crean los micelios que posteriormente darán lugar a las setas en otoño, también es una estación en la que surgen determinadas variedades de setas que necesitan de otro tipo de condiciones para crecer adecuadamente. Destacamos a continuación las más valoradas gastronómicamente.

Cómo cocinar las Colmenillas

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Para mí es, sin duda, la reina de las setas de primavera. También denominada morilla o múrgol, es un tipo de seta muy fácilmente distinguible que presenta una forma muy singular similar a un panal.

Las colmenillas son muy apreciadas tanto en la cocina española como francesa, especialmente por tu textura cartilaginosa y por su delicadeza única, que la convierten en perfecta protagonista de todo tipo de platos principales.

El principal problema de las morillas es que contienen hemolisinas unas toxinas que imposibilitan su consumo en crudo y desaconsejan comerlas poco hechas. Por eso, además de necesitar un proceso de limpieza intensivo requieren de un tratamiento térmico previo que elimine la toxina. Así, podemos deshidratarlas completamente, con lo que una vez rehidratadas podremos consumirlas perfectamente, o simplemente escaldarlas unos segundos antes de comenzar a utilizarlas

Acompañadas de foie, con langostinos, a la crema, en un arroz o una pasta… son un auténtico manjar que dará otra dimensión a cualquiera de los platos a los que la añadas.

Cómo cocinar los Perrechicos o setas de San Jorge

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Los perrechicos, perretxicos o setas de San Jorge son otra de la variedades de setas de primavera más valoradas. Tremendamente popular en el norte, se encuentra en abundancia en la zona de Pirineos, Aragón, País Vasco, Cantabria, Soria… Aunque, como ocurre con el resto de las setas, es cuando son jóvenes cuando están en su plenitud, en ocasiones la gente las recolecta antes de que concluyen su espirada, lo que imposibilita la aparición de nuevos perrechicos.

Son setas que aparecen en los prados y claros de montaña y siempre en los mismos lugares, por lo que se crea un secretismo entre los recolectores, ya que además una vez encuentras una sueles encontrarte con kilos y kilos alrededor.

La seta de San Jorge es de pequeño tamaño pero también muy aromática y sabrosa y con una textura perfecta. La mejor forma de prepararlos es en un simple revuelto bien cremoso, en el que sobresalga su pureza. De todos modos, es excepcional cruda y ensalada, salteada con jamón o panceta y un poco de ajo y perejil o como guarnición de guisos o incluso de pescados.

Cómo cocinar las senderuelas y otras variedades

Aunque las senderuelas pueden encontrarse hasta principios de la temporada de otoño, son más propias de la primavera. Debido a su poca carnosidad, la mejor forma de prepararlas es en tortilla, como guarnición, como tropiezo de cremas o en rellenos y croquetas.

Otras variedades de setas de primavera son el marzuelo (seta más temprana de la primavera), el gurumelo o amanita ponderosa (muy típica de Andalucía), la trufa de verano, la criadilla de tierra… Además, también podemos encontrar Boletus, setas de cardo, champiñones silvestres y otras variedades que, auque sean propias de la temporada otoñal, podemos encontrar casi todo el año en mayor o menor medida.

Las setas de verano

El verano es la época del año donde más sufren las setas y es la estación en la que menos setas silvestres podemos encontrar frescas.

Amanita Caesarea o huevo de oronja, la reina de las setas

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Sin embargo, entre el calor del estío surge una seta, considerada la reina entre las setas: la Amanita Caesarea. También conocida popularmente como oronja o huevo de rey, surge de la tierra asomando como si fuera un huevo con su llamativo color intenso y anaranjado.

La oronja es de una exquisited tal que es por muchos considerada la seta más noble de todas las existentes. Es ideal para laminar en crudo a modo de carpaccio, pero es tan deliciosa y versátil que sirve para todo: un arroz, una tortilla, una espuma, acompañado a un pescado delicado… En todo caso, dada la enjundia de semejante manjar, debemos preparar la Amanita de modo que sobresalga como producto principal y que el resto de ingredientes se limiten a potenciar su sabor tan noble.

Las setas de otoño

La temporada alta de las setas es, sin duda, el otoño. Con el comienzo de esta estación, las temperaturas comienzan a descender y las hojas de los árboles comienzan a caer y a cubrir de un manto ocre los suelos de los bosques. Y, muy importante, comienza a llover. Los hongos solo pueden salir cuando ha llovido y la tierra está húmeda y viva pero sin llegar a colapsarse de agua, lo que haría que se pudrieran.

Todas estas circunstancias se ven favorecidas en la estación otoñal y es por ello por lo que la mayoría de las variedades de setas surgen durante estos meses, también muchas de las más apreciadas gastronómicamente hablando. Por desgracia, cada vez con más frecuencia el clima juega una mala pasada y, como en la última campaña, la falta de lluvias y las altas temperaturas pueden llegar a echar a perder prácticamente toda la temporada de estos maravillosos manjares.

La recogida de setas, además de con fines culinarios, es un hobbie extraordinario que nos permite disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor y de preciosos paseos al aire libre en un entorno mágico. Sin embargo, esta práctica puede ser muy peligrosa si se hace además con fines gastronómicos si no conocemos adecuadamente cada tipo de seta, por lo que es muy importante no correr riesgos y no recoger setas sobre las que tengamos cualquier tipo de duda sobre su identificación.

Las sociedades micológicas están formadas por apasionados del mundo de las setas y su recolección, entendidos llenos de sabiduría que hacen diversas salidas durante la temporada. Si tenéis interés y queréis conocer más sobre la recolecta de setas silvestres os animamos a que os apuntéis a una de las escapadas de estas sociedades micológicas en las que os entrará el gusanillo e iréis aprendiendo poco a poco más sobre este mundo tan complejo, inmenso, pero también apasionante. Si no conocéis a nadie que sepa de setas sin duda es la mejor (por no decir única) manera de adentrarse en este mundillo.

Cómo cocinar los boletus

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Los Boletus edulis o ceps son, sin lugar a dudas, el emblema del otoño en los montes y la seta más preciada gastronómicamente. Entres sus grandes virtudes destaca su carne firme y compacta y su sabor intenso pero equilibrado, sutil, con matices dulces que evocan al sotobosque y a los frutos secos.

La textura y el sabor estupendo de los Boletus edulis nos invitan a tratar lo menos posible un producto cuya calidad de por sí es tan maravillosa. Un buen Boletus joven, hermoso y prieto no necesita de más preparación que ser cortado en láminas finas y plancheado o salteado con unas gotas de aceite a fuego vivo unos segundos para lucir todo su sabor y su increíble textura. Como mucho, podemos acompañarlos con un toque de ajo y/o perejil o añadiendo unos huevos para hacerlo a modo de revuelto o tortilla.

De todas las maneras,  los Boletus son increíblemente versátiles y admiten darles todo tipo de usos. Cortado en crudo en carpaccio en láminas muy finas con la ayuda de una mandolina puede ser un aporte crujiente muy interesante para una buena ensalada otoñal de escarola acompañada, por ejemplo, de frutos secos o parmesano. También, cómo no, podemos preparar una ensalada templada a partir del Boletus salteado ligeramente, con lo que se intensificará aún más el sabor y obtendremos una textura distinta y un ligero contraste de temperatura.

Asimismo, esta seta es ideal para guarnecer todo tipo de guisos de carne, como un fricandó de ternera o unas albóndigas en salsa, por ejemplo, acompañar pastas, platos de legumbres y cremas o como ingrediente principal o en risottos.

De cualquier modo, como consideración general a tener en cuanta al cocinar boletus debemos procurar no enmascarar su sabor cocinándolos con otros productos de sabor muy intenso y darles el punto de cocción justo, para que su carnosidad y textura prevalezca y consigamos obtener todo su sabor y aroma. Hay que procurar, por lo tanto, que el boletus preserve su firmeza, troceándola en grande y reservándola para determinadas preparaciones: si lo que queremos es hacer un relleno o unas croquetas de setas no tiene mucho sentido usar este tipo de hongo y es mejor destinar a estas preparaciones otro tipo de setas menos nobles y menos carnosas pero también muy sabrosas.

Aquí tenéis alguna de las recetas que hemos preparado con esta maravillosa seta:

Aunque lo ideal es consumirla fresca, su aroma prevalece aún sometido a procesos de conservación tales como el secado.

Cómo cocinar los níscalos

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Los níscalos, robellones o rovellons son otra de las grandes protagonistas de la temporada otoñal de las setas.

Se trata de una seta especialmente apreciada en Cataluña. A mí, particularmente, he de decir que no es una de mis preferidas e incluso me llegó a decepcionar un poco la primera vez que la probé, pero eso ya es según el gusto de cada uno. Como son muy carnosos, su principal destino son salteados, guisos y arroces, al igual que ocurría con los Boletus edulis o ceps.

Es una seta muy fácilmente identificable por su color anarando y rojizo uniforme y una copa plana que en los ejemplares más pequeños recuerda a un botón. Surgen y se recolectan en zonas de pinares, por lo que suelen llegar al consumidor bastante sucios de tierra y de la broza de los pinos.

Una de las formas más típicas de preparar los níscalos es al ajillo en el horno. Simplemente, debemos colocar los níscalos con la parte del pie hacia arriba en una fuente, cazuela o en un recipiente de barro, junto con unas gotas de aceite de oliva, un poco de sal y pimienta y cocinar unos 5 minutos al horno a temperatura fuerte. Una vez cocinados, añadimos un aceite de ajo y perejil por encima. De esta manera tan simple tendremos un platazo de níscalos al horno con el que podremos disfrutar de toda la integridad de esta variedad de seta tan apreciada.

Otra forma de disfrutarlos sin necesidad de manipularlos demasiado es guisarlos brevemente en una salsa sencilla a partir de la reducción del vino acompañándolos con toques de jamón, butifarra, hierbas aromáticas o simplemente unos huevos. El protagonista debe seguir siendo el níscalo y en ningún caso la guarnición debe desvirtuar el sabor de esta seta. Valen un dinero como para tratarlas descuidadamente.

Cómo cocinar la trompeta de la muerte

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La trompeta de la muerte destaca entre las demás variedades por su color totalmente negro, de ahí su nombre tan fúnebre y lóbrego. Se le denomina trompeta por la forma peculiar de embudo que recuerda a un instrumento de viento. Su sombrero es muy frágil y fino, por lo que es muy delicada y no especialmente carnosa.

Es una seta que viene muy sucia. Es más, en muchas ocasiones podremos encontrar insectos en su interior cuando las vayamos a limpiar.

Aun siendo igual de versátiles que los níscalos y los Boletus, la trompeta de los muertos es una variedad de setas menos recomendable para preparar como plato principal. Como el resto de las setas merman mucho al cocinarlas, ya que están compuestas en un gran porcentaje de agua, pero debido a su delicadeza y a su finura se deshidratan rápidamente y se consumen mucho, chafándose mucho.

De todas maneras, es una seta muy muy sabrosa (se dice que su sabor recuerda un poco al de la mismísima trufa negra), ideal para preparar como guarnición, en un risotto, o en revuelto o tortilla, así como para rellenos, cremas, salsas…

Cómo cocinar los rebozuelos o chantarelas

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Los rebozuelos, también llamado chantarelas, son otro de los hongos más apreciados por los paladares más selectos debido a su exquisito sabor. Este manjar destaca entre las demás variedades de hongos silvestres por su llamativo color amarillo. Es famosa por su versatilidad, su sabor delicado y por conservarse muy fácilmente (es ideal para hacer en conserva y secar). Además el rebozuelo tiene la ventaja de que nunca se ve atacado por insectos, por lo que suele recolectarse en perfectas condiciones y sin demasiados rasguños.

Para que aparezcan durante el otoño en los bosque requieren de una primavera húmeda en la que haya habido lluvias para que se formen los carpóforos de los que surgen los rebozuelos.

Los rebozuelos o chantarelas son ideales para todo tipo de preparaciones, dando resultados estupendos tanto en salteados, tortillas, arroces, pastas o como a modo de guarnición de guisos y platos de carne.

Cómo cocinar las macrolepiotas o parasoles

Las diferentes variedades de macrolepiotas o parasoles son hongos muy singulares y fácilmente distinguibles, por su tallo fino y alargado y su elevada altura, así como su sombrero ancho, convexo al principio que acaba abriéndose por completo y siendo totalmente plano, a modo de sombrilla o parasol. Son de un tamaño mayor que la mayoría del resto de setas.

También llamada apagador, es una seta de otoño que aparece en los claros de los bosques y en las zonas con abundante vegetación baja o también en los campos descuidados y caminos resguardados de la luz directa. Los parasoles son muy frecuentes en las zonas húmedas de Extremadura y Andalucía.

Es una seta muy sabrosa y no tan popular, pero también muy versátil. Cuando se ha abierto por completo, es ideal para rellenar o para hacer de manera muy tradicional en la que se prepara empanándola. Los pies no se usan por ser coriáceos, pero para aprovecharlos se pueden secar y triturar en un polvo fino, con un sabor muy profundo perfecto para especiar y condimentar nuestras preparaciones.

Mejores recetas con otras setas de otoño

Además de estas variedades de hongos silvestres, hay otros muchos tipos de setas de otoño que dan muy buenos resultados una vez cocinadas y que son muy estimadas por sus cualidades culinarias:

  • Las angulas de monte: Tienen forma de trompeta y de consistencia y características muy parecidas a la trompeta de los muertos. Su sabor es suave y agradable y es fácilmente identificable. Se puede preparar en infinidad de preparaciones como por ejemplo, salteadas y añadidas a una bechamel con la que una vez triturada napar una verdura rellena o una lasaña con una salsa con un toque de sabor diferencial.
  • La seta de cardo: De tallo grueso y alto, son muy populares y abundantes. Sabrosa y muy carnosa es ideal para saltear brevemente y degustar sin cocinarla demasiado. Además es una variedad que tiene la ventaja que permite el cultivo con facilidad.
  • Las senderuelas: Aunque pequeñas y poco carnosas, son muy apreciadas por su sabor. Se encuentran de primavera a otoño, por lo que se pueden encontrar al principio de la temporada de otoño pero son más propias de la primavera.
  • La lengua de vaca: Considerada por algunos como una seta menor y menos noble que otras variedades. Sin embargo, para mí es una variedad tremendamente agradecida que queda increíble salteada, guisada o simplemente hecha a la plancha. Es fácilmente identificable y su nombre le viene dado porque la parte inferior del sombrero tiene la textura rugosa de la lengua de ese animal.
  • Otras: Seta de pie azul, oreja de Judas, champiñones silvestres, las preciadas trufas negras (que en realidad no son otra cosa que un tipo de seta subterránea)… Hay infinidad de variedades distintas más allá de las más frecuentes, pero debemos insistir en que no deben ser consumidas si no se tiene una absoluta certeza de su naturaleza. Sin el conocimiento de un iniciado en la micología debemos recurrir a las setas que podemos adquirir en mercados y comercios.

Cómo disfrutar de las setas fuera de temporada

Aunque lo ideal sea consumir las setas de temporada frescas y en su pleno esplendor de textura y sabor, podemos contar con diferentes alternativas para consumir este maravilloso producto a lo largo de todo el año.

Tipos de setas de cultivo

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Afortunadamente, los avances en el cultivo de setas han permitido que cada vez más variedades puedan producirse de manera controlada e industrial. Las setas de cultivo más conocidas y utilizadas son las siguientes:

  • El champiñón: También llamada champiñón de París, es la seta más consumida de occidente. ¿La razón? Pues es simple, tiene buena consistencia, sabor y es increíblemente económica, ya que se cultivan con enorme facilidad y aportan un gran rendimiento. También es cada vez utilizado el champiñón portobello, hongo de la misma familia que el champiñón común también económico pero más sabroso y con mejor textura.
  • Setas de ostra: Son las setas de toda la vida que podemos encontrar en el supermercado a un módico precio. Su principal ventaja es esa, que son mucho más económicas que las setas silvestres y se pueden encontrar durante todo el año con mucha facilidad. Sin embargo, en sabor y en textura distan mucho de las variedades más nobles, por lo que yo prefiero usar setas shitake o incluso champiñones antes que setas de ostra.
  • Hongos shiitake o shitake: Hongo nativo del este de Asia que en origen crece en la corteza de un determinado árbol. Aunque menos firme que el champiñón, tiene una textura jugosa y delicada y un sabor profundo e intenso. Se trata de la seta más consumida en Oriente y pelea con el champiñón en la pugna por ser la seta más consumida del mundo. Al igual que el champiñón, es tremendamente versátil y se puede preparar de infinidad de maneras distintas.
  • Seta de cardo: Quizá sea la seta silvestre más noble que mejor resultado de cultivo de, aunque es más delicada y por tanto más cara que el resto de setas de cultivo. Aunque el la seta de cardo de cultivo no tenga ni por asomo el aroma y el sabor de la seta de cardo silvestre y fresca, es una manera de hacernos con esta variedad de manera más económica y durante todo el año.
  • Otras setas de cultivo de origen asiático: Cada vez se van haciendo más hueco en el mercado otras variedades de origen asiático como los shimeji, los namek, los enoki o las denominadas setas de cardo de Corea.

A todas ellas hay que sumar los continuos esfuerzos de la industria por ‘domesticar’ y cultivar las distintas variedades de setas silvestres. El cultivo de variedades como los níscalos, las trompetas de los muertos, los Boletus o las colmenillas sigue estudiándose e investigándose, esperando a que alguien de con la tecla que posibilite su cultivo en grandes cantidades y de manera rentable y sostenible.

Ello permitiría aumentar la oferta inmensamente y reducir el precio de las variedades silvestres, que en algunas ocasiones puede ser inasumible. También sería una manera de paliar la recogida desregulada de los montes, que aniquila y destruye la materia viva y que tanto daño hace a los monte y a los recolectores legales.

Además de estas setas de cultivo industrial, en los últimos años han salido al mercado packs de cultivo en casa que permiten que cultivemos nuestras propias setas del mismo modo que lo hacen las empresas para venderlas en los supermercados. En este post os explicamos más sobre esta interesante alternativa:

A continuación tenéis también unas cuantas recetas, todas ellas muy distintas y sabrosas y con diferentes tipos de setas de cultivo con las que podéis triunfar con esta maravilla de producto:

Cómo conservar las setas para que duren todo el año

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En cuanto a la conservación de las setas, es primer lugar debemos tener en cuanta que las setas silvestres frescas son un producto delicado que no aguanta mucho tiempo en perfectas condiciones. Por tanto es importante saber cómo hacer para que nuestras setas frescas de temporadas se conserven perfectamente sin estropearse enseguida una vez lleguen a nuestras casas:

En cuanto a los métodos de conservación propiamente dichos, las setas admiten a grandes rasgos tres procesos:

Cómo congelar las setas

Las setas frescas pueden congelarse una vez limpias perfectamente, tanto en crudo como ya cocinadas. El principal problema que presenta este método de conservación es que desvirtúa completamente la textura de la seta fresca, quedando una vez descongeladas chiclosas y blandengues.

Cómo secar la setas

Quizá este sea, en general, el mejor método para conservar las setas. Las setas deshidratadas permiten eliminar todo el agua para así poder preservarlas durante mucho tiempo, con el único requisito de tener que volver a hidratarlas antes de su uso. Aunque se pueden deshidratar todo tipo de setas, hay variedades que se prestan más que otras a este método de conservación, pudiendo asegurar que las que mejor se deshidratan son las menos carnosas. Así, variedades como las trompetas de los muertos, las angulas de monte o los rebozuelos son quizás las que mejor queda una vez rehidratadas, ya que son las que menos textura pueden perder en el camino.

El proceso es la mar de sencillo. Las setas se hidratan de nuevo en agua templada, con lo que se hinchan y vuelven a recuperar gran parte de su volumen. El agua no la tiramos, sino que la colaremos por una estameña para eliminar posibles restos de broza e impurezas y la utilizaremos como un pequeño caldo repleto de sabor. Las setas rehidratadas deberán ser lavadas y escurridas lo máximo posible antes de añadirlas al fuego para que no se cuezan con el exceso de agua que suelten. Un buen truco para usar las setas cuando las hemos rehidratado o simplemente las hemos mantenido en agua para limpiarlas porque no nos quedaba otra, es ponerlas al fuego sin nada de aceite a fuego bajo, removiendo constantemente para que se sequen un poco antes de ser utilizadas.

Como curiosidad, también existen en el mercado setas liofilizadas, técnica proveniente de la alta cocina que consiste en la ultracongelación mediante nitrógeno líquido mediante la cual se preserva aún más las cualidades organolépticas del producto y se potencia su esencia. En todo caso, su presencia es anecdótica, debido a que la complejidad del proceso encarece sobremanera el producto final.

Cómo almacenar las setas en conserva

Otro método muy válido es preparar nuestras propias de conservas de setas, tomando las debidas precauciones al ser un producto de muy baja acidez. Podemos elaborar conservas de setas en aceite, en vinagre, etc

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Estos y otros métodos de conservación los tenéis tratados más ampliamente en esta otra entrada:

Cómo seleccionar y limpiar las setas

Tanto si las compramos en el supermercado como si las recogemos en el monte, debemos saber seleccionar las setas que estén en su plenitud guiándonos por varios indicadores: deben presentar un aspecto terso y duro, mantenerse firmes a la presión y que no estén blandas ni maltrechas. Además debemos fijarnos en que no presenten manchas oscuras azuladas o amarillentas propias de ejemplares muy maduros y ya pasados, ya sea por poco frescos o por ser recogidos tardíamente, ya que no dan el mejor de los resultados una vez cocinados.

En cuanto a la limpieza de las setas, seamos claros, las setas deben limpiarse pero no lavarse: el agua es la auténtica kriptonita de las setas.

Aunque esa premisa nos deba quedar clara, hay determinadas variedades que para limpiarlas adecuadamente no nos queda más remedio que asarlas ligeramente por agua. En especial, es el caso de estas variedades:

  • Los níscalos: Aunque en raras ocasiones puede que sea suficiente una limpieza cuidadosa con un paño armados de paciencia, es una seta que suele traer mucha tierra y broza del sotobosque de los pinares y en ocasiones no queda más remedio que mojarlas levemente para terminar de eliminar toda la tierra y suciedad.
  • Las trompetas de los muertos y las angulas de monte: Por muy laboriosa que sea nuestra limpieza con un paño húmedo o pincel, en el caso de estas trompetas, tan finas y delicadas ellas, es conveniente remojarlas un instante bajo el agua del grifo, porque traen mucha suciedad y si no las limpiamos bien será muy desagradable comerlas luego llenas de tierra. Asimismo, es vital liberar el interior del sombrero cortándolo verticalmente para retirar la suciedad e incluso los insectos que pudiera contener en su interior.
  • Las colmenillas: A pesar de que sea una seta muy apreciada y que debamos preservar lo máximo posible por su nobleza y su elevado precio, para limpiar las morillas por completo termina siendo imprescindible lavarlas ligeramente bajo el agua fría, ya que su estructura reticular hace que la suciedad se adhiera fácilmente en su interior y sea difícil de retirar de otro modo.

Aunque no nos quede más remedio que pasarlas por agua cuando están demasiado sucias, en vez de sumergirlas en agua es mucho más recomendable lavarlas bajo el grifo con un hilo de agua templada o fría, con las láminas de las setas hacia abajo, para que absorban la mínima cantidad de agua posible porque que son como esponjas.

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Otras variedades, como los perrechicos, los Boletus, las setas de cardo, las oronjas y todas las demás se deben limpiar con mucha paciencia y meticulosidad sin ayuda del agua, siempre que no tengan una cantidad de tierra tal que sea imposible el proceso por muy meticulosos que seamos. Para ello, usaremos puntillas, paños húmedos, cepillos suaves, pinceles o brochas, papel de cocina… Todos estos elementos usados con mucha delicadeza y con esmero permitirán pulir las setas y limpiarlas a la perfección procurando desperdiciar lo mínimo posible, de manera que también preserven todo su sabor y su textura.

Aunque pueda resultar un proceso arduo, teniendo en cuenta su elevado precio y el placer que nos regalan cuando nos las metemos en la boca, ¿no creéis que merece la pena?

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